Claudia Luna Palencia
@claudialunapale
Mientras en España, su cuestionadísimo gobierno se defiende con uñas y dientes y su presidente Mariano Rajoy recurre a la amnesia al respecto de los casos de enorme corrupción, el Fondo Monetario Internacional (FMI) le da un espaldarazo reajustando nuevamente al alza su PIB.
En medio de esas controversias, tal parece que el país camina a dos velocidades: la política y la económica; la primera le intenta desacelerar, el Partido Popular (PP) del mandatario Rajoy está inmerso en una serie de escándalos de desvío de dinero, toda una trama de corrupción que va dejando muertos y suicidados a su alrededor levantando una polvareda de suspicacia popular.
La segunda avanza a paso ligero apoyada por una serie de factores desde el restablecimiento de la confianza de la gente hacia la recuperación económica hasta la caída de la prima de riesgo por debajo de los 100 puntos; una señal externa para una financiación más barata y menos castigada en los mercados financieros internacionales.
Que el FMI anticipe un PIB del 3.1% en 2017 para España significa continuar con la senda de recuperación más clara desde el año pasado cuando la economía cerró con un crecimiento del 3.2 por ciento.
Por ejemplo: otros países como México la estimación es de un PIB del 1.6% este año y mayor en 2018 esperado del 2%; Perú, su PIB cerrará este año en 2.2% y subirá hasta el 3.9% en 2018.
A la nación ibérica, bastante dependiente del sector servicios (el terciario de la producción) le beneficia primordialmente su espíritu a favor de la hostelería, la gastronomía y el turismo.
Sus playas así como el turismo rural y el monumental de las ciudades históricas están captando muchos viajeros que siguen evitando viajar a Francia por razones ligadas con el terrorismo.
Hay gente que este verano cambió tostarse la piel bajo la Côte d’Azur y eligió las costas españolas, de hecho, la Costa Blanca está desbordada de turistas nacionales e internacionales muchos ingleses, franceses y alemanes están dejando sus divisas en la amigable España.
Eso aunado a la fuerte Marca España denominada así por el empresariado ibérico y el gobierno de Rajoy, una forma fehaciente de catalogar el vigor casi genético (como si viniera en el ADN del español) para hacer negocios, abrir marca… conquistar territorios.
Simplemente en México hay más de 5 mil empresas españolas establecidas obteniendo dinero y ganancias que oxigenan a sus respectivas matrices del otro lado del Atlántico.
Pero también vamos a decirlo, el país ibérico ha sido un alumno brillante para realizar los ajustes duros y ortodoxos exigidos por la Comisión Europea y el FMI; al abaratarse el desempleo, también se ha abaratado la contratación. Además, en el último par de años, un considerable número de personas adelantaron su jubilación o bien aceptaron la prejubilación temerosos de la incertidumbre que se cierne sobre del futuro de las pensiones.
A COLACIÓN
Parte de esa recuperación en la economía real deriva de esos ajustes y de un cierto traslado de la fórmula alemana aplicada por la canciller Angela Merkel con los minijobs.
La creación de trabajo precario ha resultado una medida precisa dado que muchos desempleados, sin el subsidio mensual de 450 euros, lo han resarcido contratándose en restaurantes, cafeterías y otros establecimientos relacionados con el sector servicios percibiendo un sueldo que oscila entre 490 a 550 euros por jornadas temporales y de tiempo parcial.
¿Qué ha pasado con el empleo? Un deterioro visible en su calidad, una nata gelatinosa mantiene atrapados a los jóvenes y a los mayores de 50 años de edad.
El día de ayer Joaquín Navarro, un legendario ex sindicalista de comisiones obreras, le pidió al presidente Rajoy “mejorar la situación en la que se encuentran los trabajadores con trabajos malos”. Cualitativamente hablando, ¿qué tan útil es en términos sociales recuperar el tejido laboral con la mitad del salario y con menores prestaciones? La respuesta es contundentemente evidente.