Para México, nunca había sido tan necesaria la diplomacia para evitar que las diferencias se conviertan en peores conflictos
El nuevo encuentro (el segundo, a pesar de todo) entre Enrique Peña Nieto y Donald Trump no arrojará anuncios espectaculares. El Canciller Luis Videgaray se ha encargado de bajar el tono a las expectativas de la reunión de 30 minutitos que ambos mandatarios sostendrán mañana por la tarde, en el marco de la cumbre del G-20 en Hamburgo, Alemania.
Hay que poner el encuentro en su justa dimensión.
“Es previsible que no se alcancen grandes acuerdos (…) Tenemos diferencias importantes con el gobierno del presidente Trump, esto no es un secreto para nadie, así ha sido desde el principio”, apuntó el secretario de Relaciones Exteriores antes abordar el aeroplano presidencial.
Videgaray parece haber aprendido de aquel equívoco encuentro del 31 de agosto del año pasado, cuando en “un acelere” el pendenciero candidato republicano recibió trato de Jefe de Estado. Traer a Trump le costó a Videgaray la Secretaría de Hacienda, ¿y ser descartado de la baraja en el juego de la sucesión presidencial?
Los frecuentes dislates, la improvisación irracional, la diarrea verbal y el carácter traicionero del inquilino de la Casa Blanca provocan severos dolores de cabeza al jefe de la diplomacia mexicana, pero más a Peña. Desde aquel episodio no pudo ser peor por el ensañamiento en las posturas antimexicanas de los gringos que han colocado a la relación bilateral en su momento más delicado.
En el aire flota la supervivencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), el acoso contra nuestros paisanos migrantes, el tráfico de personas, el muro fronterizo, las drogas de aquí que matan allá, y las armas de allá que matan acá.
Según la Cancillería, ambos presidentes revisarán en Hamburgo los avances en materia de combate al crimen organizado, la cooperación para el desarrollo de Centroamérica, los preparativos para la renegociación de TLC y el respeto a los derechos humanos de los migrantes mexicanos por parte de las autoridades estadounidenses.
Trump y Peña Nieto se verán las caras casi seis meses después de aquel desencuentro del 26 de enero, cuando el presidente de México canceló una visita a Washington tras la firma de una acción ejecutiva solicitando al Congreso estadunidense financiamiento para la construcción del desmesurado y aun imaginario muro fronterizo, lo cual no se le ha concedido.
Aquel rechazo de Peña a caer en el juego tramposo de Trump reacomodó el panorama a favor del gobierno mexicano. Peña y su equipo se sacudieron la sombra de la sumisión y dieron al presidente de Estados Unidos un primer golpe a su naciente administración.
Para Trump la bronca con México es un asunto pendiente. Dejarlo plantado fue una humillación de esas que no se olvidan, por eso se teme que esta vez, el líder estadunidense no pierda oportunidad de cobrar el agravio desde el “quiúbole”.
Para el secretario de Relaciones Exteriores será fundamental contrarrestar cualquier posible madruguete. Ni por asomo, Trump debe hacernos creer que Peña Nieto está de rodillas.
La narrativa federal debe ser concreta y contundente, y evitar falsas lecturas. De este lado del muro requerimos información pura y dura, no más intentos de propaganda oficial. No hace falta que el encuentro fugaz acabe en otro problema de mala imagen presidencial.
Punto y aparte, Peña también sostendrá reuniones bilaterales con sus homólogos de Canadá, España, India e Italia, informó la Cancillería.
EL MONJE REALISTA: Cumbre de la cumbre será el primer encuentro Trump-Putin, por tres razones: la confrontación de EU y Rusia en la guerra civil de Siria, la tensión en el sudeste asiático provocada por Corea del Norte, y los supuestos vínculos de la inteligencia rusa con el equipo del neoyorkino, cuya conclusión y alcances aún se ven lejanos. Todo eso “robará cámara” a grandes frentes abiertos que significan enormes desafíos: la lucha contra el cambio climático, la amenaza del terrorismo internacional, las oportunidades de la globalización frente al error del proteccionismo y el aislamiento, y las causas de la migración.