La macronmanía se ha enfriado en Francia. Mientras en el plano internacional el presidente Emmanuel Macron sigue gozando de una imagen muy positiva, fronteras adentro esta empieza a desgastarse. Según un sondeo publicado por el Journal Du Dimanche, en julio el índice de satisfacción con el inquilino del Elíseo se desplomó diez puntos. Hay que remontarse a 1995 para encontrar una pérdida de popularidad tan fuerte en los primeros cien días de mandato de un presidente, los 15 puntos que cayó Jacques Chirac entre mayo y julio de ese año.
De acuerdo con la encuesta efectuada por el instituto demoscópico Ifop, el 54% de los franceses están satisfechos con la actuación de Macron, frente al 64% que se sentía así en junio. Los descontentos aumentan por el contrario de 35% a 43% en el mismo espacio de tiempo. Y el inquilino del Elíseo no es el único del equipo de Gobierno que pierde puntos. También su mano derecha, el primer ministro Édouard Philippe, cae de 64% a 56% en julio.
No hay un único elemento al que atribuir este desplome. Son más bien varios los factores y, lo que puede llegar a ser más preocupante para el Elíseo, es que algunos de ellos, como la inminente reforma laboral que el Gobierno está preparando para finales del verano y ante la cual ya se han anunciado protestas de sindicatos y algunas formaciones políticas en septiembre, tras el periodo estival, prometen no dejar de tener un impacto negativo. “Para Emmanuel Macron, la entrada en la atmósfera ha sido brutal”, resumió el director del departamento de Opinión de Ifop, Jérôme Fourquet, la evolución del presidente en sus primeros dos meses en el Elíseo.
Según el JDD, en la apreciación popular ha pesado también de forma fuerte el pulso que Macron mantuvo los últimos días con el Estado Mayor francés y que redundó en la dimisión de su jefe, el general Pierre de Villiers. Un enfrentamiento en el que partidos políticos de todas las ideologías y el conjunto de la prensa francesa criticaron fuertemente la acción del presidente, al que acusaron de autoritarismo por forzar la marcha de De Villiers tras las críticas de este —en términos vulgares— a los planes del Gobierno de reducir este año el presupuesto para las fuerzas armadas.
Otras de las medidas que prepara el Gobierno de Macron y que han incidido negativamente en la percepción de los franceses son los planes de aumentar la contribución social generalizada para la Seguridad Social, cuestión que inquieta especialmente a los jubilados, así como “la confusión en torno a las medidas fiscales” que planea el Ejecutivo. Esta materia ha provocado una fuerte pérdida de popularidad (25 puntos menos) entre los electores del partido centrista MoDem, aliado de Macron en las elecciones, y entre los conservadores de Los Republicanos (caen 11 puntos).
Lo que desde fuera se ve como un plus, la estrategia de comunicación del equipo de Macron que ha resultado en golpes de efecto como los encuentros del presidente francés con el estadounidense, Donald Trump, o el ruso, Vladímir Putin, a los que ha sabido llevar a su terreno, en Francia se ve con algo de suspicacia. “Algunos encuestados critican en voz alta una presidencia basada en la comunicación”, señala Fourquet.
La caída de popularidad en los primeros meses de mandato no tiene sin embargo por qué ser un indicativo de lo que le espera a un presidente durante todo su quinquenio. El socialista François Mitterrand solo lograba el 48% de aprobación en septiembre de 1981 y, pese a ello, se convirtió en el presidente que más tiempo permaneció en el poder hasta ahora en Francia, 14 años. El predecesor inmediato de Macron, el también socialista François Hollande, gozaba en julio de 2012 de una aceptación de 56% y terminó su mandato muy criticado. El que mejor nota sacaba al comienzo de su gobierno fue el conservador Nicolas Sarkozy (2007-2012), con 66% en julio de 2007. Aun así, no logró la reelección.
La percepción de Macron en Francia contrasta fuertemente con el impacto que el nuevo presidente francés ha tenido en la escena internacional. Esta misma semana se conocía que Francia ha logrado situarse en el primer lugar de la lista de países más influyentes del mundo. Según la “Soft Power 30”, que mide la influencia de los países en función de su poder blando —su poder de atracción y persuasión mediante factores no coercitivos— Francia, que estaba hace un año en quinta posición, pasa ahora a la primera, desbancando a Estados Unidos, Reino Unido y, también, a su principal rival europeo, Alemania, que cae un puesto hasta quedar en el cuarto lugar.
Fuente: El País