Martin Landau, uno de los actores estadounidenses de más larga carrera, falleció el sábado a los 89 años. El intérprete había sido hospitalizado en el Ronald Reagan UCLA Medical Center de Los Ángeles donde ha sufrido «complicaciones inesperadas» que le han causado la muerte, según su representante. Landau logró el Oscar en 1995 gracias a su interpretación de un decrépito Bela Lugosi en Ed Wood, de Tim Burton, el biopic de, posiblemente, el peor director de la historia. El honor le llegó 45 años después de haber debutado en el cine en Con la muerte en los talones, de Alfred Hitchcock, en la que encarnaba al mano derecha de James Mason, un asesino que perseguía a Cary Grant, y que alcanza su mejor cota de sadismo pisándole los dedos de la mano mientras el protagonista cuelga en el Monte Rushmore.
Nacido en una familia de inmigrantes judíos en Brooklyn en 1928, Landau empezó a trabajar muy pronto, con 17 años, aunque no en la actuación, sino como caricaturista y dibujante en el diario New York Daily News. Cinco años después abandonó el periódico para ser actor. Durante un tiempo se ganó la vida en pequeños teatros e incluso en el off Broadway. En 1955 decidió presentarse a las pruebas para ingresar en el legendario Actors Studio. En su convocatoria hubo 2.000 solicitudes solo dos actores lograron ser aceptados: él y Steve McQueen. En la escuela de interpretación de Lee Strasberg Landau se hizo amigo de otro mito del cine: James Dean (tiempo después Landau dio clase en la sucursal en Los Ángeles del Actors Studio y su alumno más brillante fue Jack Nicholson).
Ese año debutó en Broadway, y al siguiente en televisión, hasta que en 1959 apareció en dos películas: una sobre la guerra de Corea titulada La cima de los héroes, y la ya mencionada Con la muerte en los talones. A pesar de rodar con Hitchcock, su carrera prosiguió con más fuerza en la televisión, lo que compaginó con pequeños papeles como el de Caifás en La historia más grande jamás contada y Rufio en Cleopatra.
Aunque era la primera opción para encarnar al señor Spock en Star Trek (rechazó la oferta), no fue esa la serie que le dio la fama, sino una de espías, Misión: Imposible, con la que se hizo popularísimo encarnando a Rollind Hand, el maestro del disfraz. Al principio no iba a ser el protagonista, pero desavenencias contractuales con la estrella de la serie, Steven Hill, y el cariño del público, hicieron que los productores le subieran de categoría. Tres años después, en 1969, fue él el que se marchó. Según su contrato, cobraría el mismo salario que el intérprete mejor pagado. Pero al fichar a Peter Graves, los productores le prometieron al recién llegado que ganaría más que Landau. Resultado: Landau y su esposa, la también actriz Barbara Bain, dejaron Misión: Imposible, tras ganar él un Globo de Oro y ser candidato dos veces a los Emmy.
Y siguió en la televisión, en series como The Outer Limits, Bonanza, Espacio: 1999 (show británico donde pudieron él y Bain volver a lucirse con personajes con continuidad), Colombo o Se ha escrito un crimen, que mezclaba con secundarios en películas como Ahora me llaman Mr. Tibbs.
A inicios de los ochenta era considerado un actor con talento pero sin trabajo. Y olvidado por el público. Pero en 1983 volvió a la pequeña pantalla con la comedia Búfalo Bill y a los escenarios teatrales con Drácula, y ese lento ascender fue convertido en un estallido en 1988 por Francis Ford Coppola gracias a Tucker: un hombre y su sueño, que le conllevó su primera candidatura al Oscar y ganar su segundo Globo de Oro. Al año siguiente repitió candidatura al Oscar al encarnar al marido adúltero en Delitos y faltas, de Woody Allen.
Un lustro más tarde, recién divorciado, por fin obtuvo la estatuilla de Hollywood -y su tercer Globo de Oro- por resucitar a Bela Lugosi en Ed Wood. En muchas entrevistas Landau aseguraba que se sentía muy cercano a ese Lugosi desesperado por trabajar porque él había sufrido lo mismo.
Landau empezó así otra gloriosa carrera, con títulos como City Hall, la sombra de la corrupción, Edtv, Rounders, la película de Expediente X, The Majestic, City of Ember, Hollywood: departamento de homicidios o la serie Sin rastro, con la que logró dos candidaturas más a los Emmy. Entre sus últimos trabajos destacan su vuelta al mundo de Burton en Frankeweenie, El séquito -tanto en serie como en película- y Remember, de Atom Egoyan, el último estreno en el que se le vio en España (varias de sus postreras películas no han llegado a nuestras pantallas). Deja por estrenar en todo el mundo Without Ward, un drama de ciencia ficción. De porte distinguido, alto, Martin Landau actuó la mayor parte de su vida con peluquín.
Fuente: El País