Desde la cosmogonía de los pueblos originarios de Oaxaca, el maíz es el corazón de la Guelaguetza, pues sólo a través del éste es posible la ayuda mutua, el dar y recibir, el trabajo en comunidad.
Filosófica y etimológicamente, la Guelaguetza está íntimamente ligada al alimento milenario: el grano de maíz. Para los zapotecas oaxaqueños, guela hace referencia a la milpa, pues significa tortilla hecha de maíz, producto que dentro de las localidades indígenas es la columna vertebral económica, porque da sustento a sus habitantes y a la estructura de gobierno regida por sistemas normativos internos en donde las autoridades realizan el cargo sin percibir un sueldo.
“No puede haber tequio ni servicio comunitario sin maíz, ¿de qué vive el gobernante comunitario para prestar su servicio los 365 días del año sin cobrar un sólo centavo?, ¿de que vive el ciudadano que presta 10 días de tequio? La milpa es el eje vertebral de la economía de los pueblos originarios y de México”, explica Joel Aquino, integrante del Centro Cultural Zapoteco Uken ke Uken (hacer posible lo imposible).
Bajo esta óptica -agrega- la amenaza de los granos transgénicos constituye también un riesgo al sentido de la Guelaguetza.
“No puede haber Guelaguetza si el gobierno de Oaxaca no tiene la capacidad política de mantener la riqueza genética del maíz”, afirma.
La relación directa con lo que es hoy en día el homenaje racial, deviene del acto de preservar en su dimensión y verdadero significado cada una de las tradiciones mostradas en la otrora rotonda de la Azucena por los pueblos oaxaqueños, de lo contrario sería una representación simple de un hecho extinto.
Joel Aquino consideró que en ese sentido la Guelaguetza enfrenta el riesgo de mayor deformación y contaminación.
“Con el tiempo se ha ido deformando y eso es el riesgo que tiene la Guelaguetza, no perdería su esencia si la presidieran los consejos de ancianos, pero que no se mezcle a los gobernantes, diputados, senadores; eso la contamina espiritualmente. Si queremos conservar la esencia de la Guelaguetza debe ser gente que ha cubierto todos sus servicios y se han puesto a prueba para conservar su cultura. Los que vienen a ver la guelaguetza vienen a conocer la riqueza cultural y no las obras que se hacen”, afirma.
A manera de ejemplo, señaló que las comunidades mayas lograron establecer una iniciativa para frenar el cultivo de maíz transgénico con base en la defensa de las abejas, porque estas estaban en riesgo de extinción y ponían en peligro todo el sistema de cultivo que es la base de la cultura.
“La defensa de la diversidad cultural hoy en día pasa por la protección de la biodiversidad, el concepto que implica una asociación de cultivos en un territorio, basados en una tradición cultural. Si no escuchamos eso estamos poniendo en riesgo la base de una cultura”.
Para la especialista, proteger la Guelaguetza no debiera remitirse a una regulación que únicamente garantice la estampa étnica sobre un escenario, porque se podría caer un acto de estandarización.
“Sin la base cultural organizativa que le da origen, correríamos el riesgo de la protección con una cosmogonía diferente, la única forma para que no haya riesgo de estandarización es darle la voz a los pueblos”, sostiene.
Desde el enfoque jurídico, Javier Allier Campuzano, magistrado del Poder Judicial de la Federación, considera necesaria la consagración de la Guelaguetza en la Constitución de Oaxaca, como la principal festividad de los oaxaqueños y, a partir de ahí, obligar al legislador local a que expida una ley que reglamente la protección, difusión y acceso a la Guelaguetza.
“La Guelaguetza corre muchos riesgos, sabemos que se han apropiado de muchos textiles. No queremos con la Guelaguetza que los norteamericanos o los chinos tengan los derechos sobre ella”, señala.
Uno de los ejemplos más claros del por qué es necesaria su consagración en la constitución local -expuso- es la experiencia del Bani Stui Gulal o repetición de lo antiguo, representación de la Guelaguetza a lo largo de su historia desde la época colonial.
La representación realizada el sábado, previo a la Guelaguetza en la Plaza de la Danza, tuvo su fin en el 2010.
En 2009, cuando Arturo Ochoa Canales, socio fundador del Bani Stui Gulal, y Teresa García Pinacho se enfrascaron en una serie de acusaciones en contra de Verónica Donají García Ochoa y Juan Carlos López Avendaño, del Grupo Folclórico de Oaxaca A.C., por los derechos de autor de esta representación y del nombre de Grupo Folclórico de Oaxaca A.C. El problema llegó hasta las instancias judiciales.
“El Bani ya no se disfruta aquí por problemas de derechos de autor. Con motivo de ese conflicto privan a la humanidad de disfrutar esa representación de la conquista en Oaxaca. Necesitamos que la Guelaguetza se consagre en la constitución y se reglamente su autenticidad, las presentaciones, las medidas de seguridad y financiamiento para saber qué pasa a donde se aplica y quienes lo que se aplica para la realización”, sostuvo. (CITLALLI LUCIANA. NVI NOTICIAS)