Los opositores venezolanos votarán mañana en un plebiscito simbólico contra el presidente Nicolás Maduro, en lo que anuncian como su ofensiva final tras casi cuatro meses de violentas protestas que profundizaron el caos y el conflicto político.
Con un país a media marcha y sobresaltado por casi un centenar de muertes en ese periodo, la oposición y el gobierno librarán un pulso en torno a la Asamblea Nacional Constituyente, una iniciativa de Maduro que echó leña al fuego.
El gobierno, en campaña para la elección el 30 de julio de los asambleístas, promueve la Constituyente como única salida a la convulsión y al colapso económico del país petrolero.
“Ese día se define el destino de Venezuela. Vamos a la Constituyente para salvar a la patria de la agresión de los fascistas, los imperialistas y los violentos”, afirmó el presidente socialista.
Pero la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) considera la iniciativa un “fraude” con el que el oficialismo busca perpetuarse en el poder tras 18 años de.
“Maduro quiere convertir a Venezuela en Cuba y no lo podemos permitir. Por eso este domingo debemos salir todos a votar”, exhortó Julio Borges, presidente del Parlamento, de mayoría opositora.
Sin aval del Consejo Nacional Electoral (CNE), al que acusa de servir al gobierno, la MUD celebrará la consulta confiada en que voten millones para demostrar un contundente rechazo a la Constituyente.
La oposición, el chavismo crítico encabezado por la fiscal general Luisa Ortega y la Iglesia católica rechazan la Constituyente porque se elegirá sin referendo previo y con un sistema de votación por sectores y territorios hecho, dicen, a la medida del gobierno.
En su llamado a rebelarse contra la “dictadura”, la MUD ve el plebiscito como la “hora cero”, un detonante de la fase en la que espera sacar a Maduro del poder, con protestas masivas y simultáneas, o una huelga general.
Respaldado por los poderes electoral y judicial y los militares, Maduro da por hecho que tendrá de su lado un “suprapoder” que regirá por tiempo indefinido, con facultad hasta para anular al Legislativo y a una Fiscalía rebelde.
En lo socioeconómico, promete elevar a rango constitucional los programas sociales, el control de precios para frenar la inflación —para 2017 el FMI la calcula en 720%— y la distribución de alimentos subsidiados contra la grave escasez.
Luis Vicente León, jefe de Datanálisis, señala que en “estas dos votaciones atípicas no es importante por quién vote la gente, sino que voten”. Aunque 80% de venezolanos rechaza a Maduro, según León, la oposición tiene el desafío de hacer del plebiscito un “motivador de la protesta pacífica para lograr” su salida.
Para Maduro el reto es que una Constituyente con 70% de rechazo tenga “legitimidad”, detenga la fractura del chavismo y el rechazo internacional, y logre que “la revolución se mantenga aun siendo minoritaria”, agregó.
“Será muy complicado para el gobierno darle viabilidad o gobernabilidad a una Constituyente que nacería con una gran abstención, en contraste con una participación alta” en el plebiscito, señala el analista Benigno Alarcón.
Fuente: Milenio