El modelo económico de Estados Unidos no funciona lo bien que debería para generar un reparto compartido de la prosperidad. Es la conclusión final que hace el Fondos Monetario Internacional en su examen anual a la mayor potencia del mundo. Se fija, entre otros aspectos, en el sistema de salud y aprovechar para mandar un mensaje urgente a Washington. Cualquier cambio de política, dice, debe hacerse “protegiendo” todo lo que se consiguió tras la crisis.
El crecimiento de EU es “demasiado bajo” y “demasiado desigual”, insiste el FMI. Ofrece diez recetas para lograr una economía más inclusiva. Cita la inversión en infraestructuras, apertura comercial o la aportación de la inmigración. Y se mete en el debate sobre la reforma sanitaria justo cuando el Senado trata de sacar adelante una legislación para derogar el sistema implantado por Barack Obama.
El conocido como Obamacare logró dar cobertura sanitaria a 20 millones de estadounidenses. Pero su eliminación, como defienden los republicanos con el apoyo del presidente Donald Trump, disparará el número de personas que se quedará sin seguro médico. Solo en el primer año sería 17 millones de ciudadanos y llegaría a los 32 millones en el curso de diez años, a los que hay que sumar los que no tienen cobertura.
Los cambios, según el documento adoptado por el consejo de gobierno del FMI, deben hacerse “con cuidado para evitar que afecte” al funcionamiento del sistema de salud o excluya a los individuos y familias con unos ingresos “limitados”. Se refieren en concreto a las personas que están a riesgo de quedar excluidas del programa Medicaid porque con la nueva formulación dejan de ser elegibles.
El FMI insiste que reforzar la cobertura sanitaria tiene un claro beneficio económico porque contribuye a elevar la productividad, mejora el bienestar e incentiva la participación laboral. “Esto, a cambio, reforzará el crecimiento y la creación de empleo, reducirá la inseguridad económica asociada con las falta de seguro médico y tendrá un efecto positivo en la posición fiscal”, anticipa.
Fuente: El País