Gabriel Casillas
La Oficina del Representante de Comercio de los Estados Unidos (USTR) publicó ayer los objetivos para la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). A pesar de que los objetivos planteados tienen como finalidad reducir el déficit comercial de EU -asunto muy alejado de lo cánones académicos que las mismas universidades de este país enseñan-, explícitamente se dice que no se tocarán tarifas, aranceles, cuotas y cupos para bienes industriales y agrícolas, limitándose a actualizar reglas de contenido de origen e incorporar nuevos capítulos (e.g. comercio electrónico) y acuerdos paralelos -dentro del mismo tratado-, en línea con el escenario que he anticipado. Considero que estas son muy buenas noticias para nuestro país. Cabe señalar que si bien es muy probable que el proceso de negociación tenga “baches en el camino”, auguro que las renegociaciones van a llegar a buen puerto. El espacio que resta de esta columna la utilizaré para tratar tres puntos: (1) La importancia de no renegociar temas de “acceso a mercado”; (2) la actualización de reglas de contenido de origen y la incorporación de acuerdos paralelos; y (3) los tiempos de renegociación.
(1) No tocar temas de “acceso a mercado”. En mi opinión y la que han expresado los líderes del equipo negociador, particularmente el Secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, ha sido que si se desean abrir los temas de acceso a mercado a renegociación, México “…se levanta de la mesa…”. Que hoy por hoy esté por escrito que esto no se va a abordar, salvo para algunos temas muy particulares con Canadá, es “música para nuestros oídos”. ¿Por qué? Bueno, una forma de verlo, que me compartió Luis de la Calle -quien estuvo en el equipo original de negociación del TLCAN y quien goza de un verdadero expertise en el tema-, es: Imaginemos una fila interminable de empresarios pidiendo, uno por uno, que se proteja su industria, afuera de la oficina del Secretario Guajardo en Reforma, del Departamento de Comercio, en Washington, DC y de la oficina de Chrystia Freeland en Ottawa. ¿Ya lo imaginamos? Entonces preguntémonos ¿Cuánto tiempo podrían durar las negociaciones? Como dicen nuestros vecinos del norte: “El cielo es el límite”. Históricamente, el número de meses que han tomado las negociaciones de los tratados de libre comercio más importantes en los últimos años, ha promediado 45. Es decir, casi cuatro años. Considero que si se hubieran abierto las discusiones para negociar cupos, cuotas, tarifas y aranceles, la renegociación podría tomar mucho más tiempo que 45 meses. Es por esto que era básico que esto no formara parte de los parámetros de renegociación del TLCAN. Tener esto por escrito no tiene precio.
(2) Reglas de contenido de origen e incorporación de acuerdos paralelos. Las reglas de contenido de origen son porcentajes específicos que tienen que cumplir los productos para que puedan ser exportados bajo el TLCAN, es decir, generalmente libres de arancel. En este sentido, si estos se aumentan en algunos productos en donde EU tenga un déficit con México o Canadá, considero que no tendrían un efecto muy relevante en la mayoría de las industrias. Esto se debe a que los aranceles que pagarían, bajo la estructura de la Organización Mundial de Comercio (OMC), no harían prohibitivo el comercio internacional entre los países de América del Norte. Por otro lado, en algunos casos es probable que algunas empresas decidan mover algunas fábricas de insumos a Norteamérica, lo que beneficiaría a la región. Por otro lado, la incorporación de acuerdos paralelos al TLCAN per se, podrían llegar a ser benéficos tanto para la cooperación de los tres países miembros, como particularmente para México en el sentido de instrumentar mejores prácticas, incluyendo temas anti-corrupción, ambientales y laborales, entre otros.
(3) Tiempos de renegociación. Si bien ya comenté algo de esto en el punto (1), considero que vale la pena retomar el tema para poder construir un pronóstico sobre las fechas en que se podrán dar por terminadas las renegociaciones del TLCAN. Desafortunadamente la ratificación del Representante de Comercio del Gobierno de EU (USTR), Bob Lighthizer, tardó mucho. El Presidente Trump tomó posesión el pasado 20 de enero y Lighthizer fue ratificado por el Senado el 16 de mayo. Lo bueno es que dos días después, Lighthizer envió una carta al Congreso de EU para solicitar la autorización para llevar a cabo la renegociación del TLCAN bajo la Ley de Promoción del Comercio (TPA o Trade Promotion Authority). Así, con la carta se detonó un periodo de 90 días en el que el Congreso ha llevado a cabo consultas con empresarios y diferentes participantes del comercio en América del Norte, para poder saber los parámetros sobre los cuáles, el USTR puede llevar a cabo la renegociación del TLCAN. Este periodo de 90 días vence el 15 de agosto, por lo que a partir del 16 de agosto puede comenzar la renegociación. Después de esto no hay un tiempo definido. Sin embargo, aquí es donde los incentivos políticos entran a poner algo de definición. Tanto en México, como en EU hay comicios importantes el año que entra. En México se llevarán a cabo elecciones presidenciales en julio del 2018 y los ciudadanos de EU tendrán que elegir a toda la Cámara de Representantes y a un tercio de quienes ocuparán las curules en el Senado en noviembre de 2018. En mi opinión y la de varios politólogos reconocidos, ningún país desea que la renegociación del TLCAN se vuelva una plataforma de campaña, por lo que las negociaciones podrían culminar tan pronto como en diciembre de este año o a más tardar en enero o febrero del año que entra. Una vez terminada la renegociación, se detona nuevamente un periodo de 90 días en donde el Congreso revisa que los acuerdos hayan sido conforme a los parámetros que se diseñaron para dicha renegociación. Así, para febrero, marzo o a más tardar a finales de abril se podría firmar el TLCAN 2.0 o NAFFTA (North America Free and Fair Trade Agreement). Vamos a ver qué ocurre, pero considero que la publicación de los objetivos de renegociación del USTR ayer son buenas noticias para México.
*El autor es director general adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas de Grupo Financiero Banorte y presidente del Comité Nacional del Estudios Económicos del IMEF.
Twitter: @G_Casillas