“Las desgracias, al igual que la fortuna, sólo llegan cuando las hemos buscado”
Confucio
El gobierno de Morelos y el gobierno federal se declaran la guerra.
En afán desesperado por eludir responsabilidades la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) y la administración de Graco Ramírez se acusan mutuamente por la desgracia que costó la vida de dos personas caídas en la oquedad abierta en el Paso Exprés de Cuernavaca, el pasado 12 de julio.
La SCT argumenta que si a Juan Mena Romero y a su hijo Juan Mena los rescatistas les hubieran ayudado con tanques de oxígeno, o al menos una manguera para respirar, podrían haber sobrevivido; que hubo negligencia de autoridades locales.
La dependencia federal acusó que hubo notificación inmediata al número de emergencias 911; que se informó a Protección Civil estatal y Municipal, los cuales tomaron el control y posesión del lugar y nunca pidieron mayor ayuda; que el gobernador no se presentó en el lugar…
Luis Felipe Puente, coordinador nacional de Protección Civil, consideró que se debieron ejecutar medidas de prevención y emergencia que ayudaran a mitigar los riesgos generados por el socavón, incluso antes de que se registrara el evento, ante la alerta previa de los vecinos.
Del otro lado, Graco Ramírez y su director de Protección Civil, Francisco Javier Bermudez, han insistido en que la culpa de todo es de la SCT; denunciaron la indolencia del ex delegado José Luis Alarcón, quien desde el año pasado ignoró las advertencias de peligro.
Ante la falta de estudios técnicos y un programa de trabajo para reparar el socavón, la autoridad morelense insiste en la necesidad de deslindar responsabilidades, derribar el muro de contención, derruir el tramo afectado y construir un puente sobre la barranca de Santo Cristo.
Ayer mismo, la SCT anunció que la obra se construirá en diez semanas; será pagada por las constructoras Aldesa y Epccor.
Apenas el miércoles 5 de abril todos eran amigos y querían salir en la foto junto al presidente. El secretario de Comunicaciones, Gerardo Ruíz Esparza; el gobernador de Morelos, Graco Ramírez; el de Guerrero, Héctor Astudillo; el mexiquense, Eruviel Ávila y hasta Cuauhtémoc Blanco, alcalde la ciudad de el eterna primavera. Todos se paseaban y placeaban frente al portento ingenieril que libraba a Cuernavaca del caos crónico en una vialidad practicamente colapsada por los incontenibles embotellamientos vehiculares.
Pura jarana, puro jolgorio aplaudidor, hasta que se abrió el agujero que evidenció el desaseo en un contrato de obra pública con sobrecostos escandalosos, demoras majaderas, supervisiones cobradas pero inexistentes, negligencia y apremio acumulados en una obra garantizada para 40 años que no duró ni cuatro meses intacta.
Al grito de “sálvese quien pueda” unos y otros maniobran. Como cangrejos en cubeta tratan de salir del socavón jalando hasta el fondo a la contraparte.
Como apuntó la columna Bajo Reserva de EL UNIVERSAL, se abre la puerta para que el Sistema Nacional Anticorrupición se estrene investigando las irregularidades que asoman desde el fondo del agujero; que meta hilo para sacar hebra…
EL MONJE LENTÓN: Por fin me cayó el “veinte”. No es por ser “sospechosísta” pero el reciente rumor de los cambios en el gabinete presidencial también puede interpretarse como una maniobra deliberada mediante algo muy apetitoso para medios de comunicación y redes sociales en vísperas del “dedazo” presidencial; distraer la atención del escándalo provocado por el “socavón exprés” echando una cortina de humo. Una manera de callar el ruido con más ruido, según alega el comentócrata Leo Zuckermann.