Colaboración de Alejandro Aguirre G.
Sí, a todos nos queda claro que en Veracruz la alianza PAN-PRD obtuvo la mayor parte de las alcaldías; sí, también se reafirma el crecimiento de Morena ganando en grandes ciudades; sí, tanto el PRI como el Verde deberán “pedalearle” fuerte en caso de querer competir la gubernatura el próximo año; sí, los veracruzanos estamos cansados de votar, por eso venció el abstencionismo.
No me resulta interesante opinar sobre los logros de los partidos y coaliciones en la elección que se fue, para mi, es más atractivo, sin duda, revelar los demonios que quedaron al descubierto para cada uno de ellos.
Sí, la alianza PAN-PRD ganó la gran mayoría de los municipios en disputa, entre ellos, Veracruz, el cual arrebataron al PRI groseramente en las urnas. Sin embargo, los azules no ganan Xalapa y pierden con Morena grandes centros urbanos, mismos que a la postre pueden ser un dolor de cabeza.
Sí, claro, a pesar de competir apenas por segunda ocasión, Morena confirma su crecimiento en el estado. No es válido comparar los votos conseguidos en la elección del 2016 con los del 2017, fueron comicios distintos, las municipales se cuecen aparte. Aún así, el partido de López Obrador no pensaba ganar tan pocas alcaldías. Sí, venció en algunas grandes, pero numéricamente el dato es paupérrimo, y no lo presupuestó así el tabasqueño.
Sí, la alianza PRI-Verde en Veracruz podrá decir que se mantiene en la lucha y echarle la culpa a Javier Duarte; podrán argumentar que la diferencia de votos en algunos municipios es tan corta que si la pierden, es asunto del sistema de conteo y no de malas decisiones propias. Se engañan solos.
El auténtico problema del PRI en Veracruz es su dirigencia estatal. No tuvo el acercamiento debido con la militancia y falló en la selección de candidatos. Faltó liderazgo, cabildeo, unir a los grupos, estrategia, lo cual, por supuesto, se reflejó en las urnas.
El gran ganador de esta elección fue el abstencionismo. De manera histórica en Veracruz, las renovaciones de alcaldías solían aumentar la participación ciudadana, y ahora no fue así. Los votantes se cansaron, no se vieron convencidos en varias boletas por la oferta de candidatos, y decidieron, en definitiva, mandar un mensaje a los partidos guardándose su sufragio.