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Si no fue el gobierno ¿Fue el PRI?. Por Ramsés Ancira

Publicado por
José Cárdenas

Diario de un Reportero
Ramsés Ancira

 

En la línea de pensamiento de Diego Fernández de Cevallos, muchos gobiernos del mundo espían a sus ciudadanos. Lo hacen por el bien superior de la seguridad del Estado. En realidad el Gobierno de México no necesita de sofisticados equipos de “software” israelí para vigilar a quienes por sus cargos públicos pueden poner en peligro a la Nación. Ahí está el antecedente de Emilio Gamboa Patrón y su conversación con el luego sentenciado por cargos de pederastia Kamel Nacif. El problema es cuando se espía por objetivos políticos y partidistas.
Acudir a la Procuraduría General de la República para denunciar la intervención sin orden judicial de nuestras líneas telefónicas por parte del gobierno, tiene tanto sentido como pedirle que esclarezca los asesinatos de periodistas o que explique porqué algunos de los teléfonos móviles de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa seguían emitiendo señales desde el interior de campos militares, es decir, ninguno.
Pero si ningún ciudadano se salva del espionaje, y esto incluye al mismo presidente de la República; si los espiados no son personajes que se mueven en la clandestinidad, sino por el contrario, periodistas y activistas por los derechos humanos; entonces el espiarlos no es un tema de seguridad nacional, sino de la seguridad personal de quienes infiltrados en el aparato de gobierno lo usan para negocios personales. Un caso, las conversaciones entre funcionarios de OHL y funcionarios de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
Si hasta el presidente se siente espiado ¿por quién? Malo si es por una potencia extranjera, peor si se trata de un chantaje de sus propios compañeros de partido o grupo político.
Si el fin último del periodismo es descubrir y denunciar actos de corrupción de las fuerzas vivas, será muy difícil sustraerse de la vigilancia política, la cual tratará de quitar toda credibilidad al denunciante, como ya ocurrió a Pedro Feriz de Con, cuando revelaron asuntos sentimentales que sólo a él le competían.
Pero aquí se trata del uso faccioso y probablemente partidista de la información personal. ¿Qué riesgo para la nación existe en que el director del Instituto Mexicano de la Competitividad, Juan Pardinas denuncie los contenidos mortalmente altos de azúcar en los refrescos de cola?
Muchos meses antes de que el New York Times revelara la lista de personajes, y algunos de sus familiares, espiados con Pegasus, Pardinas ya había denunciado la recepción de mensajes SMS conteniendo un enlace troyano. Este no solo es capaz de conocer los números de teléfono, también las grabaciones realizadas con los aparatos, correos electrónicos, mensajes sms, fotografías, llamadas telefónicas, correos electrónicos, archivos enviados y recibidos, ajustes de configuración del teléfono y detalles de contactos. En una palabra, todas las funciones que un teléfono inteligente pueda realizar.
También desde antes del reportaje del diario neoyorquino, Rafael Cabrera, uno de los investigadores de la Casa Blanca de Peña Nieto, recibió mensajes, aparentemente mandados por UNO TV con leyendas como esta: “Por tema de Casa Blanca presidencia podría encarcelar reporteros mientras investiga. Ver nombres”: y a continuación el enlace espía.
En este ejemplo quien podría presentar una denuncia no solo es Rafael Cabrera, sino la misma empresa UNO TV, por usar su marca como medio para obtener fraudulentamente datos personales.
Entre las últimas conversaciones telefónicas privadas, ampliamente reveladas figura una entre lafuncionaria de Morena, Yeidckol Polevnsky y un hijo del dos veces candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador donde se discute la contratación de una empresa para comprobar gastos. No se sabe si el software israelí fue empleado para obtenerla, pero en todo caso no es la seguridad nacional lo que estaba en juego, sino un uso partidista del descrédito.
Si puede haber tolerancia por el bien superior de la seguridad de la Nación, no debería haber ninguna con quien utiliza el erario público para pagar 65 mil dólares por intervenir los teléfonos de quienes lejos de ocultar información obtenida, la hacen pública, en favor del interés público.
Después de todo, lo que el Estado necesita saber de los ciudadanos y muchas cosas más, ya lo tiene desde que cualquiera abre una cuenta bancaria que automáticamente es ligada al sistema de Administración Tributaria, tanto que el chiste PIZZERIA SAT va de teléfono a teléfono, con algunas variantes
– ¡Pizzería DE LA SAT, buenas noches!
– ¿Pizzería qué?
– Pizzería DEL SAT Señor. ¿Cuál es su pedido?
– Pero… Este… ¿No era el teléfono de la Pizzería EL ABUELO?
– Era, sí señor, pero el SAT se quedó con la pizzería, y ahora el servicio es más completo.
– Bueno, ¿Puede tomar mi pedido, por favor?
– Cómo no señor Priego. ¿Desea lo de siempre?
– ¿Lo de siempre? ¿Usted me conoce?.. ¿Sabe mi nombre?
– Por el identificador de llamadas. De acuerdo con su número de teléfono, sabemos que las últimas 53 veces que llamó pidió pizza y solicitó Pizza Criolla Familiar…
– Vaya, ¡no me había dado cuenta! Quiero eso mismo…
– Señor, ¿puedo hacerle una sugerencia?
– Por supuesto. ¿Tiene una pizza nueva en el menú?
– No, señor. Nuestro menú es muy completo, pero me gustaría sugerirle la de Queso suave y Ensalada…
– ¿Queso suave y Ensalada? ¡Noooooo! Odio estas cosas.
– Pero, señor, es bueno para su salud. Además, su colesterol no anda bien….
– ¿Queeeeee?
– Tenemos información del laboratorio donde usted se hace sus exámenes. Cruzamos el número de teléfono con su nombre y vimos los resultados de sus pruebas de colesterol.
– No quiero pizza de queso suave o ensalada. ¡Para eso tomo mi medicamento para el colesterol y como lo que se me da la gana!
– Señor, lo siento, pero creo que usted no ha tomado su medicina últimamente.
– ¿Cómo lo sabe? ¿Usted me está espiando todo el tiempo?
– Tenemos una base de datos de las farmacias de la ciudad. La última vez que compró su medicamento para el colesterol fue hace 3 meses. Y la caja tiene 30 comprimidos.
– ¡ Es cierto. ¿Cómo sabes eso?
– Por su tarjeta de crédito…
– ¿Cóooooomo?
– Usted siempre compra sus medicamentos en la Farmacia Independencia, que le ofrece descuentos si paga con tarjeta de crédito del Banco BC. Según nuestra base de datos, de sus gastos con la tarjeta, desde hace tres meses no ha comprado nada allí, pero sí la utiliza en otros comercios, lo cual nos indica que no la ha extraviado.
-¡Ajá! ¿Y no puede ser que haya pagado en efectivo en la farmacia? A ver qué me dices ahora,
– Usted le paga 900 semanales en efectivo a su empleada doméstica y el resto de sus gastos los realiza con tarjeta de débito o de crédito…
– ¿Cómo sabes lo que gana mi empleada?
– Usted le paga la jubilación… señor Priego.
– ¡Vete al… !
– Señor, lo siento, pero todo está en mi pantalla. Tengo el deber de ayudarlo. Creo que usted debe volver a reprogramar la consulta a la que faltó con su médico y llevar los resultados de los exámenes que se hizo el mes pasado para la impotencia al …
– Mira flaco. Estoy harto de INTERNET, la COMPUTADORA, EL SIGLO XXI, LA FALTA DE PRIVACIDAD, LAS BASES DE DATOS, DE USTEDES y de este país…
– Pero, señor…
– ¡Cállate! ME VOY A MUDAR BIEN LEJOS DE AQUÍ. A las Islas Fidji o a alguna parte que no tenga Internet, computadoras, teléfono ni gente vigilándome todo el tiempo…
– Entiendo… Señor Priego.
– VOY A USAR MI TARJETA DE CRÉDITO POR ÚLTIMA VEZ para comprar un boleto de avión e irme bien lejos.
– Bueno señor Priego…
– ¡Puedes cancelar mi pizza o metértela en el… ¡Lo que te guste más! ¿Entendiste?
– Perfectamente. Se cancela. Una cosita más señor Priego…
– ¿Y AHORA QUÉ?
– ¡SU PASAPORTE ESTÁ VENCIDO!

 

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José Cárdenas