The New York Times reitera: el gobierno hostiga a defensores derecho-humanistas, activistas anticorrupción y periodistas, como si fueran terroristas y/o criminales.
El aparato del poder es el único que tiene los medios para hurgar en vicios y costumbres de algunas vidas críticas del sistema.
Según reportaje publicado por el diario neoyorkino, hay evidencia de que el Centro de Información y Seguridad Nacional (CISEN) de Gobernación, Defensa Nacional y la PGR, utilizan un sofisticado software malicioso para vigilar a ciudadanos incómodos.
Lo publicado no es asunto nuevo; se había advertido desde el 11 de febrero pasado.
El espionaje contra esos ciudadanos no es asunto menor ni siquiera en el contexto de un clima tan violento provocado por los asesinatos no aclarados de informadores. El espionaje es otra puerta abierta a la intimidación, el acoso, la censura, los despidos, los secuestros o las desapariciones. En una palabra, la impunidad que favorece que nada de eso se investigue y menos se castigue.
Quienes espían desde las cloacas del poder mandan un tenebroso mensaje: “los incómodos” son vulnerables y deben ser tratados como enemigos del Estado. Eso nos queda muy claro.