La tierna, amable y siempre acogedora capital poblana, cada día más invisible, con creciente tránsito de toda suerte de vehículos a los que ¡vaya con los mexicanos! construimos túneles, puentes, tréboles, ampliamos avenidas y enloquecemos con la erección de filas interminables de edificios donde apiñarán centenares de familias.
Como territorio en guerra, las obras se reparten por toda la ciudad, disputando cuál es la más estorbosa, la más desordenada y la que provoca mayores conflictos al paso de viandantes y automotores. ¡Ah, pero la más parecida a Falfurrias, Texas!
Asaltos, robos, números que aterrorizan cuando se habla de casi dos mil autos robados al mes aunque, en verdad, no todos con violencia. Robos a casa habitación en la novedosa técnica colombiana de tocar, anunciar la necesaria revisión del contador de agua, gas, electricidad, y de allí a someter a los habitantes, encerrarlos y con toda parsimonia, hacer el saqueo sistemático… y muy redituable.
La delincuencia aumentó con la administración de Antonio Galli, dicen y parece cierto porque el gobernador está más preocupado por cuidar la imagen de su creador, Moreno Valle, que en resolver ciertos problemas que crecen y los que espera que sean resueltos por la Federación.
El territorio huachicolero crece en extensión pero también en adeptos. O miembros. Tres mil infantes abandonaron la escuela en un año, y por confesión propia, se sumaron a los grupos de halcones a los que se pagan dice mil pesos mensuales, salario impensable en cualquier otra tarea.
Los encuentros a tiros entre policías y huachicoleros se han vuelto habituales, con el añadido de las agresiones diarias a la policía por grupos de señoras, niños y algunos adultos armados con palos y piedras. Los corren de sus poblados.
En un hecho reciente, un preso, Eulalio Flores, El Michoacano, desde una cárcel estatal se comunicó con el todavía gobernador, Rafael Moreno, para informarle (ojo, no para denunciar) que funcionarios penitenciarios le exigían cuotas para su campaña presidencial.
Curioso, se refería a la supuesta y muy real campaña o precampaña del mandatario estatal a la Presidencia. El beneficio, a cambio, sería permitirle ejercer su comercio de drogas sin obstáculos.
Muy llamativo el hecho que las autoridades poblanas dejaron pasar sin comentarios o respuestas. El Michoacano, dueño del penal desde 2013 cuando inició su comercio criminal, en una actitud que haría presumir cierta cotidianidad en el trato, le recuerda su tuit y le urge un comentario. O ratificación de que la lana es para lo solicitado.
Y también le recuerda sus tres líneas telefónicas. Y los nombres de los funcionarios gandayas: Rafael Carbajal y Orlando Velazquez.
Por su parte, el alcalde capitalino, Luis Banck, dedicado en cuerpo y alma a tapar agujeros en las calles (atestigua, nada más), acordó por sugerencia del secretario general de Gobierno, Diódoro Carrasco, destituir y sustituir al heredado jefe de Seguridad pública, un funcionario cuestionado y acusado de abusos y de algún delito no especificado.
En la carrera por adornarse a cualquier costa, Banck informó públicamente que tapará 60 mil baches y que está haciéndolo a un ritmo diario de 804 hoyos.
Y espera que le crean…
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