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Ganar un estado para perder al Estado

Publicado por
José Cárdenas

Historias para A(r)mar la Historia
Ramsés Ancira

 

Minuto a minuto durante los primeros cientos de minutos del Programa preliminar de resultados electorales en el estado de México, la maestra Delfina Gómez se mantuvo a la cabeza de los votos. Entonces, alrededor de las 0:45 la Procuraduría General de la República anuncia la captura de Roberto Borge en Panamá y un tal Del Mazo aparece arriba, aunque casi 7 de cada 10 electores lo repudiaron.
En el recuento de distritos electorales con el que salió el sol del 5 de junio, Alfredo del Mazo ganó en 20 distritos electorales y perdió en 24, en 20 ganó Morena, en los 3 de Ciudad Nezahualcóyotl ganó el PRD y en uno Acción Nacional.
Si el sistema electoral mexicano fuera por distritos, del Mazo ya estuviera derrotado, formalmente no lo ha sido, pero históricamente sí porque es la votación más alta que porcentualmente haya registrado la oposición.
No son juicios de valor, sino hechos reales y verificables, las llamadas telefónicas a los presidentes de casillas electos para intimidarlos y que no se presentaran a realizar el trabajo que se les encomendó. Al menos seis mil no se presentaron y fueron sustituidos por los primeros que se encontraban en la fila, convenientemente priistas.
Dos días antes la plataforma Mexileaks recibió la denuncia de cómo se estaba usando la base de datos del sector salud en el Estado de México para el otorgamiento de tres tipos de tarjetas, roja, verde y rosa con el logotipo del PRI
El presunto delito fue presuntamente coordinado por un presunto médico egresado de la Universidad Autónoma del Estado de México, Miguel Ángel se llama.
La increíble ventaja del PRI en el Estado de México tiene el mismo valor que la de Porfirio Díaz en la elección presidencial de 1910, es del tamaño de la capacidad de la Procuraduría General de la República para resolver asesinatos de periodistas o la desaparición de los 43, es decir, nula.
El valor de la elección en el Estado de México es tan legítimo como los contratos de carreteras a OHL, el precio de las cabezas de cerdo arrojadas en unas oficinas de Morena o el pago a los sicarios en Veracruz que torturaron y cubrieron de sangre a un candidato en Chicontepec.
El valor de la elección en el Estado de México tiene el tamaño de la soberbia de Andrés Manuel López Obrador y sus insultos a Juan Zepeda, pero también del de las mentiras de Josefina Vázquez Mota, que supo casi siempre que sus posibilidades de una votación siquiera competiitiva eran prácticamente nulas.
Como el llamado de Francisco Madero a la revolución a partir del 20 de noviembre de 1910, tampoco tuvo efecto inmediato el que hicieron académicos, artistas e intelectuales para sacar al PRI del Estado de México en el 2017, pero eso no implica que haya ganado.
Al final Díaz renunció, no porque haya sido militarmente vencido, sino porque se convenció de que aferrarse al poder solo facilitaría una nueva intervención extranjera.
El nuevo fraude electoral también nos deja la certeza de que el sistema de partidos no es la solución al problema de la ausencia de democracia en México.
La ciudadanía respondió mayoritariamente al llamado de votar contra el PRI en las elecciones del 4 de junio, pero los partidos de oposición y su mezquindad no estuvieron a la altura de los votantes.
Pero lo que no supieron hacer los partidos de oposición es probable que sí lo hagan las organizaciones sociales que como Ahora, están irrumpiendo en el escenario político y que como los clubes anti reeleccionistas de principios del siglo XX, están cercando a la dictadura priista, que además, a diferencia de la de Porfirio Díaz no nos está dejando ni orden ni progreso, sino por el contrario miseria, avance del crimen organizado y un sentimiento de impotencia, pero también de urgencia por recuperar al Estado.

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José Cárdenas