Con una visión de abarrotero pueblerino, en menos de tres meses Estados Unidos dilapida el liderazgo que construyó a lo largo del último siglo. La propuesta “Make America great again” en los hechos se viene traduciendo en una entrega de la estafeta de los órganos mundiales de decisión, el proteccionismo y, mucho, pero mucho más grave, en el rompimiento del entramado social de un país creado al influjo de la inmigración.
Bajo el supuesto de que paguen los que deben y no más que los demás, el presidente Donald Trump rompió lanzas con los líderes de la OTAN, se distanció del grupo de los siete más poderosos del mundo e inició el proceso de salida del Acuerdo de París contra el cambio climático para quedarse solo al lado de Siria y Corea del Norte.
No parece complicado entender lo que Trump y los suyos no: el liderazgo cuesta: para controlar el mundo Estados Unidos debió actuar en la Segunda Guerra Mundial, sus fuerzas encabezaron a los Aliados y de ahí siguió controlando la defensa militar desde la OTAN y el concierto internacional desde la ONU, extendió su poder a los órganos financieros como el FMI, el Banco Mundial y hace menos en la Organización Mundial de Comercio.
Antes que Trump ningún presidente, ni demócrata ni republicano, confundió valor con precio; a base de dinero hicieron de su moneda la divisa por excelencia y fueron marcando pauta, con una visión interna desde el mandatario número 16, Abraham Lincoln, hasta el 26, Theodore Roosevelt, y la siguiente, desde el 27, Taft, hasta el 44, Barack Obama, cada uno con su propia forma de hacer las cosas pero sin perder de vista el liderazgo.
El escenario está cambiando. Pareciera que los líderes estadounidenses no se dan cuenta de que el daño que está generando Trump será muy difícil de superar, cuando quieran retomar se van a encontrar con los europeos reintegrados, porque todo apunta a que los líderes de Alemania y Francia emprendan acciones que hagan de la Unión Europea un ente reunificado con nuevas expectativas. Ahí estará China con una visión renovada respondiendo a temas como el cambio climático y desarrollando un nuevo esquema comercial con la llamada Ruta de la Seda.
La interrogante seguirá siendo Rusia, si Putin logra superar los problemas económicos y extender sus redes donde vea espacios, entonces podría recuperar el protagonismo de los tiempos de la Guerra Fría. Tampoco sabemos el destino que tendrán las investigaciones sobre la injerencia de Rusia en las elecciones del año pasado.
Con las acciones de Trump el escenario internacional es incierto para Estados Unidos, pero no así el interno. Trump polarizó a la sociedad, despertó un racismo que se suponía desaparecido.
El asesinato en Oregon de dos personas por un fanático y la pinta de graffitis despectivos en la fachada de la casa en Los Ángeles de la estrella de basquetbol Lebron James vinieron a confirmar que se desataron demonios dormidos. Una frase de Lebron es lapidaria: “No importa cuánto dinero haga uno, no importa qué tan famoso seas, no importa cuántas personas te admiren, ser negro en América es difícil”, y lo dice el Rey, uno de los personajes más populares, quien gana más de 30 millones de dólares al año y cobra casi 8,500 billetes verdes cada minuto que juega basquetbol.
Hay que creerlo, el imperio contemporáneo está a prueba.