Nuestra vida cotidiana está cada vez más vinculada con alguno o con todos estos nombres: Alphabet, Amazon, Apple, Facebook y Microsoft; ¿Que tan difícil sería quitar alguna o todas de nuestras actividades diarias?
Hace unas semanas me compré un televisor nuevo. Cuando todo el proceso había finalizado, me di cuenta de algo increíble: para navegar todos los molestos detalles que rodean a esta transacción comercial -decidir qué comprar, qué accesorios necesitaba, cómo y dónde instalarlo y a quién contratar para que lo hiciera-, solo había tratado con una sola corporación ubicua: Amazon.
Pero no era solo el televisor.
Cuando comencé a peinar entre otras decisiones domésticas recientes, descubrí que en 2016, casi 10 por ciento de mis transacciones comerciales domésticas circularon a través del vendedor minorista de Seattle, mucho más que cualquier otra empresa con la que mi familia haya tratado.
Más aún, con sus Echos, dispositivos de Fire TV, audiolibros, películas y programas de televisión, Amazon se ha convertido, para mi familia, en más que una simple tienda. Es mi confesor, mi guardián de listas, un proveedor de comida y cultura, un entretenedor y educador… y también, un siervo para mis hijos.
Valor de mercado (19 de mayo): 798,030.4 mdd
Esto pudiera sonar excesivo. ¿Pero qué me dices de ti? Sospecho que si examinas detenidamente tu propia vida, hay una buena probabilidad de que algún otra empresa tecnológica juegue el mismo papel para ti que el que Amazon desempeña para mí: guardia de una prisión corporativa muy cómoda.
Este es el hecho más grave y menospreciado del capitalismo de la era de Internet: ineludiblemente, todos estamos bajo el yugo de una o de un puñado de empresas tecnológicas estadounidenses que actualmente dominan gran parte de la economía mundial.
Hablo, por supuesto, de mis viejas amigas las Terribles Cinco: Amazon, Apple, Facebook, Microsoft y Alphabet, la empresa matriz de Google.
Las cinco están entre las compañías más valiosas del planeta, y colectivamente valen billones de dólares (Apple alzó los 800 mil millones de dólares en valor de mercado en mayo, siendo la primer compañía pública en lograrlo, y las otras quizás no estén tan lejos).
Y pesar a la imagen de Silicon Valley como un mar turbulento de desorganización, estas cincos solo se han vuelto más fuertes y ricas a lo largo del tiempo.
Su crecimiento ha impulsado llamados a mayor regulación e intervenciones antimonopólicas.
Valor de mercado (19 de mayo): 652,729.8 mdd
También, hay una preocupación cada vez mayor por su influencia más suave y no económica sobre la cultura y la información -por ejemplo, temores sobre cómo Facebook podría afectar las democracias-, así como la amenaza implícita que representan para las jurisdicciones de los gobiernos del mundo.
Todos estos son temas dignos de discusión, pero también son bastante fríos y abstractos. Así que una forma mejor de apreciar el poder de estas cinco podría consistir en adoptar una visión muy chica en lugar de una visión mas amplia; para examinar el papel que juega cada una en tus actividades diarias, y el control particular que tiene cada una sobre tu psique.
Entonces, la semana pasada inventé un juego divertido: si un malvado monarca con fobia a la tecnología te forzara a abandonar a cada una de las Terribles Cinco, ¿en qué orden lo haría, y cuánto se deterioraría tu vida como resultado?
Cuando hice el experimento mental, descubrí que abandonar el primer par de gigantes tecnológicos fue bastante fácil; pero después, el proceso se hizo progresivamente más insoportable.
Para mí, Facebook fue la primera en irse. Suelo socializar en Internet usando Twitter, el sistema de mensajería de Apple y Slack, la aplicación para conversaciones de oficina, así que perder el popular servicio de Mark Zuckerberg (y sus subsidiarias, Instagram, WhatsApp y Messenger) no fue un gran problema.
Valor de mercado (19 de mayo): 522,601.6 mdd
La siguiente, para mí, fue Microsoft, la que me pareció ligeramente más difícil de abandonar. Normalmente no uso ningún dispositivo de Windows, pero el programa procesador de texto de Microsoft (Word) es una herramienta esencial para mí, y odiaría perderla.
En tercer lugar, lleno de remordimientos: Apple. No hay nada que use más que mi iPhone, y muy de cerca lo siguen mi MacBook e iMac 5K, que pudiera ser la mejor computadora que jamás haya tenido. Abandonar Apple traería reordenamientos en mi vida, profundos y realmente molestos, incluyendo enfrentar el mal software de Samsung. Pero lo podría hacer, a regañadientes.
Cuando me imaginé meterme con las últimas dos fue cuando la vida cambió. Es aquí donde uno comienza a confrontar la exhaustividad con que las Terribles Cinco se han hilado en nuestras vidas, y lo completamente dependientes que nos hemos vuelto de ellas.
En cuarto lugar, para mí, fue Google. Simplemente no puedo entender vivir sin ella.
Sin el mejor motor de búsqueda del mundo, mi trabajo se volvería casi imposible. Sin YouTube, se volvería significativamente menos entretenido. Sin todo lo demás que hace Google -correo electrónico, mapas, agenda, software de traducciones, almacenamiento de fotografías y el sistema operativo móvil Android, que necesitaría luego de abandonar Apple-, estaría relegado a una vida de una pobre alma de hace mucho tiempo (digamos, 1992).
Valor de mercado (19 de mayo): 458,780.0 mdd
Y luego, finalmente, confrontamos al amo de mi domino. He estado comprando en Amazon casi desde el momento en que entró a Internet en la década de 1990 (era un estudiante universitario curioso; me gustaba experimentar).
Desde entonces cada año, a medida que mi vida se volvió más ocupada y acrecentó más responsabilidades (en otras palabras, a medida que me convertí cada vez más en un padre estereotípico), Amazon adoptó un papel cada vez más grande en mi vida.
Cuando los niños nacieron, se convirtió en el Costco de mi familia; proveedor de pañales y otros equipos para bebés. Luego lanzó una serie de servicios diseñados para eliminar cualquier toma de decisiones sobre compras: mi papel higiénico, toallas de papel y otros insumos ahora llegan a casa a tiempo, sin necesidad de pensar.
Después, Amazon incursionó en los medios, y me enganché más: me tenía atrapado con productos envasados, así que ¿por qué no películas y programas de televisión, también?
Hace algunos años hubiera pensado que ya era el límite. Luego llegó Echo, la computadora parlante de la compañía que habla a través de una persona llamada Alexa, y que ha infectado a mi familia como un virus feliz.
Valor de mercado (19 de mayo): 429,138.5 mdd
Echo tiene una forma de auto congraciarse en nuestros momentos más mundanos. Volví a cablear las luces de mi casa para poder controlarlas a través de Alexa. Cambié el tipo de café que compro para poder decirle a Alexa que lo vuelva a pedir.
Cuando Amazon anunció recientemente, un nuevo Echo activado por pantalla, y una función para permitir que los Echo funcionen como teléfonos, experimenté un nuevo escalofrío de posibilidades. Amazon, ahora lo puedo ver, está bien encaminada hacia convertirse en el cerebro de mi hogar, en una especie de mayordomo que dirige mi casa desde el cielo.
Lo que me vuelve a mi nuevo televisor. ¿Sabían que Amazon ahora vende no solo productos sino también servicios para el hogar? Si compras un televisor, ofrece venderte un soporte de pared, y si compras el soporte, ofrece enviarte a alguien a tu casa para instalar el equipo por un precio sorprendentemente razonable.
Lo que en el pasado podría haberte costado un viaje a varias tiendas, un camión, algunas herramientas, algunos amigos y muchas horas, ahora se hace con un puñado de clics.
Una tarde tres días después de haber pedido el televisor, los hombres de Amazon llegaron e instalaron todo mientras preparaba la cena.
Si ese futuro te hace palidecer, es la reacción correcta.
He sido víctima de la trampa de la conveniencia, y tienes razón en reírte de mí, y también en hilar visiones de un futuro deseable a partir de mi comportamiento; un futuro donde muchos otros hagan lo mismo que yo, donde vastas porciones de la actividad comercial fluyan a través de esta sola tienda en Internet.
Y por supuesto, puedes optar por excluirte; puedes manejar hasta alguna tienda o centro comercial, tu vida no terminará si no apadrinas a Amazon.
Pero si su caso no es con Amazon, lo será con otra de las cinco. O lo más probablemente es que ya lo sea. Es muy tarde para escapar.
Fuente: El Financiero