Economía

Populismos en Europa

Publicado por
José Cárdenas

 POR LA ESPIRAL

Claudia Luna Palencia

No  hace mucho, quizá hace tres quinquenios, a los europeos les chirriaba en el oído la sola mención de la palabra pobreza en una sociedad presumiblemente más homogénea en la que todavía relucían los brillos del  Estado Benefactor.

El conglomerado europeo, al menos la parte del vagón incluido en el club de la Unión Europea (UE), relucía indicadores mucho más igualitarios socialmente hablando a tal grado que en un invierno en las calles de Madrid – en el año de 1999-,  visualmente hablando era harto difícil (por la simple vestimenta) distinguir quién era un obrero, una trabajadora doméstica de una secretaria, un dentista o un asesor.

Si en las sobremesas se hablaba de pobreza se hacía para referirse a África o en seguida a un país latinoamericano pero nunca para autoanalizarse porque, además en ése entonces, en Europa sólo existía la acepción de marginados o excluidos pero nunca de pobres.

No obstante, si algo ha dejado la larga crisis económica, la magna debacle de ocho intensos años de duración es sacudir la conciencia de la arrogancia del también llamado Viejo Continente; quizá ahora más viejo que nunca.

En pleno 2017, la pobreza es una realidad indisimulada, aunque todavía haya quien gesticule con el término  y no es un hecho inherente a los desesperados inmigrantes africanos o sudamericanos que cruzan ultramar en busca de mejores cielos, es que muchos naturales dejaron de ser clasemedieros e inclusive pequeños propietarios para perderlo todo en la intensidad del catorrazo económico.  Uno de cada cuatro europeos es  pobre y 122 millones de personas están en riesgo de pobreza.

Sí, en el país de Diderot, en el de Giddens y hasta en el de Wagner hay pobreza como herencia de la crisis económica y del programa de reajuste ortodoxo para salir de ésta; a falta de pivotes, sin mecanismos para devaluar el euro, la recuperación se ha montado en el lomo de los empleados y de sus tasas salariales, sus bonos, prestaciones y horas laborales.

La tasa de desempleo en la Unión Europea cerró en 8.2% el año pasado mientras que la eurozona lo hizo en el 9.6 por ciento. Empero, ese dato que es una media, no refleja la realidad individual de cada economía: Grecia con el 23% y España con un 19.6% de tasa de desempleo en 2016 siguen sin sacudirse el paro estructural.

A COLACIÓN

Populismos: acepción utilizada para denostar casi siempre al pueblo, sus querencias y necesidades ideológicas y materiales. Como si se tratara de una hoguera del lenguaje, un vituperio.

Según la Real Academia Española el populismo es “la tendencia política que pretende atraer a las clases populares”, esto es relacionado con el vulgo, el pópulo, aquello propio del pueblo.

Que en la actualidad el debate europeo, el más agrio y antipático, pase por el ascenso del populismo y de la pobreza es casi como si les hubiese caído un castigo divino por todos aquellos años de arrogancia y de criticar a los latinoamericanos y sus economías desiguales, con más pobres que ricos y con gobernantes muchas veces revestidos de tiranos populistas.

Y ahora les acechan  a ellos con ideas chovinistas, antisistema, antiglobalización y prácticamente anti todo lo que se dice políticamente correcto, ¿va a más? Pues sí, esa es la respuesta que un grupo de expertos concluyó en el más reciente coloquio “Populismos” en su ciclo de reflexión en Madrid al que asistieron diversos investigadores así como Iñigo Méndez de Vigo, portavoz del Gobierno, del presidente Mariano Rajoy.

Precisamente para Méndez de Vigo, mientras existan las causas del descontento social, los populismos continuarán “no se trata de un fenómeno pasajero”.

 Además puede empeorar así como vamos los ricos cada vez se hacen más ricos creando una élite rocosa mientras la clase media está condenada a defender su salario y su pequeña empresa frente a la amenaza de la inteligencia artificial y la robótica.

¿Son malos los populismos? En mi opinión sí porque generalmente buscan destruir lo construido, pretenden derruir el andamio económico e institucional para refundarlo bajo el argumento de incluir a los más vulnerables;

y termina siendo todo lo contrario porque usan a los que menos tienen para crear su propia casta atornillada al poder dado que generalmente atacan también a los cimientos de la democracia.

Mientras no exista un marco sólido de producción económica que intente darle acceso a una mayoría y sobre todo se tengan los pivotes para amortiguar los efectos funestos desatados por cada crisis económica, cada vez habrá más y más descontentos.

Ya lo estamos atestiguando en los principales países, los que presumen de ser los más desarrollados, democráticos e industrializados;  las masas están tomando las calles haciendo sentir su enojo, toda su furia en las urnas y en las piedras contra los escaparates.  El populismo aquí, allá y acullá amenaza con seguir creciendo y extendiéndose.

*Puedes opinar en http://claudialunapalencia.blogspot.com.es economista y  escritora, experta en periodismo económico, geoeconomía y análisis internacional

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José Cárdenas