Un hombre ha sido detenido como el único sospechoso de matar la noche del sábado a ocho personas en tres tiroteos distintos en una zona rural de Misisipi, en el sur de Estados Unidos. Entre los fallecidos en el condado de Lincoln está el vice sheriff local. Las autoridades aseguran que es “prematuro” especular sobre los motivos del tirador y que se desconoce si conocía a sus víctimas.
El sospechoso, según medios locales, es Cory Godbolt, un hombre negro de 35 años que iba fuertemente armado y cambió de vehículos mientras llevaba a cabo sus asesinatos selectivos. La policía lo arrestó la mañana de este domingo tras lograr inicialmente huir de los agentes.
Una periodista del diario local The Clarion Ledger logró hablar con el sospechoso mientras estaba esposado en el suelo rodeado por varios agentes de policía. Su testimonio sugiere que los tiroteos responden a disputas familiares.
Con una tranquilidad abrumadora, Godbolt asegura que la muerte del vice sheriff no fue intencionada y que su objetivo era matar a la pareja de su esposa, pero que “se quedó sin balas”. El sospechoso explica que se dirigió a la casa de su mujer para tratar de llevarse a sus hijos y que en ese momento apareció la policía.
También relata a la periodista que lo entrevista que su objetivo era morir por disparos de la policía cuando fuera detenido. Y cuando se le pregunta qué le espera ahora, responde varias veces con letanía: “Muerte”.
A la espera de esclarecer los detalles de este suceso, una de las incógnitas es cómo obtuvo el tirador el arma o armas de fuego que empleó en los asesinatos. Pero parece improbable, teniendo en cuenta los antecedentes, que la matanza, más allá de la conmoción inicial, propicie un debate duradero sobre la violencia armada ni cambios relevantes en el control de armas en Estados Unidos.
La violencia armada hace de EE UU una anomalía en el mundo desarrollado. Cada día, 89 mueren personas mueren por disparos de armas de fuego, según un promedio de la Campaña Brady. Con 321 millones de habitantes, se calcula que hay al menos unas 270 millones de armas de uso privado, un derecho amparado por la Constitución. Es la proporción más alta del mundo: nueve armas por cada diez ciudadanos.
Fuente: El País