México tiene muchos motivos para celebrar el Día de la Madre, marcado en el calendario de manera fija este 10 de mayo desde hace 95 años. La tradición y casi la idolatría a la figura materna se entremezclan en esta festividad. No es, sin embargo, el único país que lo celebra hoy, ya que lo acompañan, entre otros, Arabia Saudí, India, Malasia, Omán, Pakistán, Qatar y Singapur, aunque sí que fue el primero en instaurar este día, el más importante de las celebraciones familiares después de la Navidad y del que no todo el mundo conoce la historia.
Todo comenzó el 13 de abril de 1922 con la convocatoria que hizo el periodista y fundador del diario Excélsior, Rafael Alducin, a nivel nacional para elegir una fecha especial para homenajear a las madres mexicanas, ya que en Estados Unidos se celebraba el Día de la Madre desde 1914.
“Excélsior lanza la idea de que se consagre la fecha mencionada -10 de mayo- de una manera especial para rendir un homenaje de afecto y respeto a la madre; y pide la colaboración de sus colegas y del público para realizar ese levantado propósito”, decía el texto escrito por el periodista en 1922.
Como no podía ser de otra forma, la respuesta y el apoyo de todos los sectores de la sociedad, incluidos otros medios de comunicación, fueron inmediatos y todos los gremios apoyaron la idea. Así que el 10 de mayo de ese mismo año se celebró por primera vez el Día de la Madre en México. Posteriormente, el Papa Pío XI dio su respaldo al fundador de la publicación y promoción de la idea, Rafael Alducin, en un encuentro que tuvieron en Roma en 1923.
Es tradicional que se honre a la madre, ya desde la madrugada del mismo día 10, ofreciéndoles una serenata y, a diferencia de otros países, en los que los niños también realizan regalos en el tiempo de clase, en México, además, es costumbre hacer festivales con bailes y actuaciones teatrales para las madres en las escuelas.
Hoy es el día en el que muchas familias se reunirán para agasajar a las madres y homenajearla en su día. Será más importante el tiempo que pasen con ella que realmente los platos y guisos mexicanos que decidan compartir entre todos los miembros de la familia.
Tal importancia adquirió la celebración que se tornó en una especie de devoción en el país, hasta el punto de que el 10 de mayo de 1949 se inauguró en la capital una gran escultura en su honor.
Pero la celebración ha trascendido al merecido homenaje y deja al descubierto un problema que muchos tildan como “epidemia”, y no es otra que la cifra desorbitada de embarazos adolescentes. El país registra cada año más de 400.000 partos de madres menores de edad, lo que representa el 20% del total de los nacimientos en el país.
De manera histórica este fenómeno se había relacionado con los estados de Chiapas, Guerrero, Puebla y Oaxaca, pero la realidad es que se ha extendido en los últimos años a las zonas del norte del país y ni tan siquiera, según los expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), “se puede relacionar sólo con los sectores marginales, sino que ha llegado ya a los espacios urbanos y hay un aumento de casos en las áreas más violentas”.
Estas madres jóvenes son, en su mayoría solteras y sin estudios de Secundaria, y en el país es tal el grado de ‘divinización’ de la maternidad que, según los sociólogos, cuando se quedan embarazadas “consideran que adquieren un estatus social de reconocimiento que les sirve para reivindicarse antes las adversidades personales”.
Entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) México se sitúa a la cabeza de la lista de naciones con mayor índice de embarazos con 64 por cada mil adolescentes y, lo que es aún peor, aumenta el tipo de embarazo que más alarma y que en muchos países se consideraría imposible: entre 2013 y 2014 se registraron casi 400 partos en niñas de 10 años, según el organismo internacional.
Por desgracia, el patrón en muchas de estas jóvenes se repetirá con el tiempo con sus descendientes, que tendrán más probabilidades de ser también un padre o una madre adolescentes.
Por eso, y a pesar de todo, ensalzar, festejar y honrar el papel protagonista y fundamental en el ciclo de la vida de las madres, como se celebra hoy en México, también tiene que significar, por un lado, responsabilidad para desempeñar esa vital labor y, por otro, educación en la igualdad de oportunidades para conocer su trascendencia y sus consecuencias.
Sólo así la maternidad será también un acto de libertad, se alejará de la violencia y no tendrá que ver ni con estatus sociales ni roles económicos.
Fuente: El País