Cada 9 de mayo se celebra el Día de Europa con motivo de la histórica Declaración Schuman, nombre con el que se conoce el discurso pronunciado por el Ministros de Asuntos Exteriores francés en 1950. Unas palabras pronunciadas con el objetivo de aunar Europa bajo un marco económico que permitiera establecer sinergias entre los diferentes países. Unas palabras que supusieron un punto de inflexión y que cambiarían el rumbo del continente. De la Segunda Guerra Mundial a la paz. Unas palabras que resonaron y tuvieron su eco en la eternidad. Unas palabras que la propia Comisión Europea reconoce como el inicio del proyecto de la Unión Europea.
Cada 9 de mayo se celebra el Día de Europa. Pero este año el escenario es diferente. Varios hechos han sacudido la Unión y la han puesto en jaque, despertando un debate metafísico, existencial: ¿quiénes somos y a dónde vamos?
Nigel Farage, exlíder del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), prendió la mecha. Un pabilo que desembocó en la convocatoria de un referéndum para decidir si Reino Unido quería seguir formando parte de la Unión Europea. La votación se produjo el pasado 23 de junio, y el resultado ya es por todos conocido. A partir de entonces, un camino inexplorado se cierne sobre Europa. No existen precedentes: es la primera vez desde aquel 9 de mayo de 1950 que un país decide abandonar la UE.
El Brexit no ha sido el único acontecimiento que ha marcado este último año. El auge de los populismos (tanto de extrema derecha como de izquierdas) han sacudido al continente europeo y se han convertido en el pan nuestro de cada día. Grecia fue el primero en presentar su órdago a la UE con la victoria de Alexis Tsipras en 2015. Desde entonces, muchos son los movimientos que cuestionan la eficacia de la Unión. El último de ellos, el Frente Nacional francés de Marine Le Pen. Este domingo se celebró la segunda vuelta de las presidenciales galas y todos los titulares apuntaban en una dirección: la incertidumbre en caso de que Le Pen se impusiera a Macron. ¿La razón? La UE nació de un acuerdo económico entre Francia y Alemania a propósito de evitar guerras futuras. Podría contemplarse una UE sin Reino Unido, pero, ¿sin Francia? Finalmente, ganó el europeísmo.
La Unión nace a partir de la CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero), una organización de tipo económico que ponía en común la producción de carbón y acero de Francia y Alemania, evitando así un conflicto armado entre ambos puesto que la guerra sería económicamente inviable.
Seis fueron los países fundadores: Francia, Alemania Occidental, Italia, los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo. Desde entonces, la UE no ha hecho más que crecer. De estos seis, la Unión ha pasado a contar con 28 países miembros (27 cuando se complete la desconexión de Reino Unido). En 1973 se adhirieron Dinamarca, Irlanda y Reino Unido; Dinamarca en el 81; España y Portugal en el 86; Austria, Finlandia y Suecia en 1995; Chequia, Chipre, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta y Polonia en 2004; Rumanía y Bulgaria en 2007 y Croacia en 2013. Una lista a la que quieren sumarse otros tantos países, como Albania, Turquía, Antigua República Yugoslava de Macedonia y Serbia.
Una Unión que no solo ha aumentado cuantitativamente, sino también cualitativamente. En 2002 se puso en circulación la moneda común: el euro. A día de hoy, 19 de los 28 países miembros utilizan esta moneda. A esta unión monetaria se le han sumado otras aristas, como la política común de inmigración y el establecimiento de fronteras comunes de la UE.
Cada 9 de mayo se conmemora aquel discurso de Robert Schuman que instaba a la unión para el progreso. Una unión que ha cambiado la historia del continente y que perdura. A pesar de todo.
Fuente: El Plural