POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia
@claudialunapale
Hay una severa insuficiencia de infraestructura en América Latina y el Caribe, un rezago que amenaza con poner a la región inclusive por debajo de África subsahariana, según el más reciente estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El viernes pasado el compendio fue presentado en Madrid por sus autores: los economistas Tomás Serebrisky y Eduardo Cavallo quienes viajaron desde Washington hasta Madrid para explicar los resultados obtenidos tras tres años de dedicarse a recopilar información al respecto.
Además de que tuve el gusto de saludar a ambos autores es siempre grato aprender y actualizarse en temas de investigación económica, por ejemplo, para Serebreskiy América Latina padece un bajo ahorro y además es de mala calidad insuficiente para mejorar, modernizar y construir toda la infraestructura necesaria.
“Nada más en ahorro nacional, los países de América Latina y el Caribe no están cumpliendo este objetivo puesto que ahorran menos del 20% de su ingreso nacional”.
Como comparación, objeta Serebrisky, los países de alto crecimiento del Este asiático ahorran aproximadamente el 35% del ingreso nacional mientras que la región latinoamericana únicamente el 17.5% de su PIB.
Después de leer el estudio me queda muy claro que en la medida que en una economía existe una baja propensión en sus niveles de ahorro (son exiguos) ya sea desde el punto de vista gubernamental, en los hogares y en las personas así como en las empresas se está obrando en contra de la formación virtuosa del circuito de la inversión.
Los dos especialistas del organismo internacional sostienen que América Latina y el Caribe sufre de dos problemas que se refuerzan mutuamente: poca oferta de ahorro y escasa demanda de inversiones.
Pero no son únicamente los gobiernos y las políticas públicas las que sufren por esta vulnerabilidad, acontece lo mismo con los hogares y las personas, si no ahorran parte de su ingreso quincenal o mensual nunca estarán en condiciones de llevar a cabo grandes decisiones como el tomar una hipoteca o iniciar la ruta de un negocio.
¿Por qué deberían ahorrar las personas y los países? El BID nos proporciona la respuesta pero ésta va más allá del cliché más tradicional (protegerse contra shocks, equilibrar el consumo y generar reservas para épocas poco favorables) que nutre además a buena parte de la literatura económica.
Debe hacerse para prosperar ya no es la añeja concepción del paraguas para ser precavidos como la trabajadora e incansable hormiga que hizo acopio de reservas en los mejores meses del año mientras la perezosa cigarra se rascaba la panza tendida bajo los rayos del sol. La fábula de Esopo es lo bastante didáctica para comprender el valor del esfuerzo y de la tenacidad de guardar algo ya sea mucho o poco para cuando vengan las vacas flacas.
A COLACIÓN
Tanto gobiernos como hogares y personas, pero también las empresas son actores de ahorro, para Cavallo una compañía con un potencial de ahorro importante y sostenible en el tiempo tiene mayor capacidad de expansión.
Una relación común, en el motor de la inversión empresarial, es un 60% de ahorros propios y un 40% vía créditos; en Alemania, al respecto se encontró la particularidad en su sector empresarial de un 50% y 50 por ciento.
“La clave tiene que ver con encender los motores de la productividad, mejorar la regulación, consolidar la estabilidad macroeconómica y generar las reglas del juego claras y sólidas para las inversiones domésticas y la inversión extranjera”, afirmó Cavallo.
En lo personal, como economista, lo que más me llamó la atención es la forma como amalgama la región la composición de su gasto público formada por gastos corrientes (el consumo del gobierno) y los gastos de capital (de inversión).
El BID, después de analizar varios períodos de comportamiento tanto en crecimiento como en crisis, encontró que en auge ambos componentes aumentan en América Latina; pero en recesión, se contrae el gasto de capital (inversión) mientras el de consumo todavía incrementa.
Una administración pública en la que predominan los gastos corrientes por encima de la formación de capital no es más que el reflejo de una gestión tortuosa atada todavía a un sector monstruoso y poco eficiente. Y sobre todo no olvidar que este tipo de gasto no levanta ningún tipo de infraestructura.
*Puedes opinar en http://claudialunapalencia.blogspot.com.es economista y escritora, experta en periodismo económico, geoeconomía y análisis internacional