Primero y diez
Por Bolívar Roblero
Cuando Moscú firmó el acuerdo de paz Ribbentrop-Molotov, sabía que sólo era cuestión de tiempo para que las tropas nazis se fueran sobre de ellos, lo único que estaban haciendo, era ganar tiempo para tratar de prepararse lo mejor posible para la oleada que se les vendría encima; y tenían razón, dos años después Hitler lanzó sobre los Soviéticos a casi 4 millones de soldados, más de 3,500 vehículos blindados, 8 mil cañones, los rusos tenían para oponérsele 2.5 millones de soldados unos miles tanques que tenían dos desventajas: unos eran obsoletos y otros experimentales. Obviamente no tenían capacidad para detener la embestida alemana.
Stalin ordenó a sus técnicos la difícil tarea de crear un arma ligera, poderosa, de fácil fabricación, de operación simple ´pero que fuera capaz de frenar a las Divisiones Panzer de Hitler: En un mes, el resultado estaba operando en Kiev, Leningrado y Moscú, ciudades objetivo de la “Operación Barbarroja” de la Alemania Nazi.
El armero soviético Vasili Degtiariov creó el fusil artillado PTRD1, que cumplía de manera increíble las expectativas del Kremlin, era sencillísimo de fabricar (bastaba tener un torno y otros aditamentos simples) era sumamente ligero, lo podía operar un solo hombre, su manejo era sumamente simple, unas horas le permitía a casi cualquier soldado aprender su operación y su impacto, si bien no destruía los tanques alemanes, si los dejaba fuera de combate; era, el arma ideal que requerían en aquellas horas de desesperación los Soviéticos.
Al pasar del tiempo los alemanes reforzaron el blindaje de sus Panzers, pero los soviéticos tuvieron tiempo de fabricar más y mejores vehículos, al concluir la operación en diciembre de ese año, los Nazis debieron retirarse de Leningrado y Moscú sin poder pisar sus calles, solo Kiev capituló, sin embargo esa fue la primera vez que la poderosa maquinaria nazi había sido detenida, comenzaba el principio del fin para el Tercer Reich y todo gracias, por lo menos en parte, a una arma simple, pero certera y poderosa: la ametralladora PTRD1.
Aunque usted no lo crea, en la NFL hubo una ametralladora tan versátil, ligera, poderosa y efectiva, era ni más ni menos que el brazo de lanzar del mariscal del campo de los Bills de Búfalo Jim Kelly, mejor conocido durante aquellos años de dominio de los Bills como “El Ametralladora Kelly”.
Llegado a la franquicia del bisonte con bastante experiencia, estuvo en el Draft de 1983, y era una de las joyas más buscadas, sólo detrás de otro “salón de la fama”: John Elway; sin embargo no entro directamente a la NFL, prefiriendo jugar sus dos primeros años como profesional en la desaparecida USFL, con los Apostadores de Houston, dos años después se enroló con los Bills y de la mano de los coaches Marv Levy y Ted Marchibroda, llevó a los Bills a alturas insospechadas, ellos usaron masivamente la formación escopeta y fueron el primer equipo en usar de manera efectiva la “formación ofensiva sin reunión” que no solo desconcertaba a las defensivas, sino que también les impedía hacer ajustes.
Todo este talento junto, rindió frutos en la temporada de 1990, cuando los Bills fueron la ofensiva más poderosa de la Liga anotando 48 toucdowns, 21 por tierra y el resto por pase, logrando un equilibrio pocas veces visto, el principal blanco del “Ametralladora Kelly” era el receptor André Reid y el fabuloso corredor Thurman Thomas, que no sólo corría fantásticamente, sino que también recibía envíos de su QB. Esa temporada llegaron como favoritos al Superbowl y pudieron ganarlo si no es porque Scott Norwood (quién había conectado 47 goles de campo seguidos) falló una sencilla patada desde la yarda 29 de los Gigantes, que prácticamente se “encontraron” con el campeonato.
Al año siguiente, “El Ametralladora” secundado por Thomas y Reid, regresaron por la revancha, dominaron de nuevo la Conferencia Americana fueron la segunda mejor ofensiva de la liga apenas atrás de Washington, su rival en el Superbowl XXVI, un precioso juego de ofensivas que terminó 37-24 para los Pielesrojas, el “Ametralladora Kelly” se volvía a quedar en la orilla.
En la temporada de 1992 Marchibroda se había marchado, pero la dupla Levy-Kelly regresó a la postemporada, esta vez como primer comodín, debiendo recibir a los desaparecidos Petroleros de Houston, en ese juego, Kelly, Thurman Thomas, André Reid y sus compañeros demostraron que tenían “pasta de campeones” al inicio del tercer cuarto Bills perdía por un contundente 35-3, pero de manera fantástica se sobrepuso, anotando 38 puntos y sólo le permitió 3 a los Petroleros, con ese ánimo derrotaron a Acereros y Delfines para alcanzar su tercer Superbowl consecutivo, donde fueron barridos por Dallas 52 a 17.
Los últimos restos de la magia de Kelly permitieron a Bills regresar una vez más al Superbowl, en la edición XXVIII, dejando en el camino a los Raiders y a los Chiefs, en el juego final se volvieron a enfrentar con los Vaqueros, y aunque el juego fue más parejo, termino con una clara victoria de los de la estrella solitaria 30-13.
Ese fue el último Superbowl que jugó el “Ametralladora Kelly” aún tenía pólvora y municiones en su cañón, pero ya no fueron suficientes; jugó a muy buen nivel las siguientes tres temporadas, para abandonar los emparrillados al término de la del 96, marchándose como el amargo sabor de boca de haber tocado 4 veces a las puertas del cielo, sin que estas se abrieran.
Seis años después en su primera nominación, Jim Kelly fue admitido en el Salón de la Fama de la NFL, pero su fama estuvo escrita desde antes: aquél 1990, cuando atrapó el corazón de miles de aficionados (entre ellos el de mi amigo el Duende Preguntón) quienes añoran que algún día aparezca en la ofensiva de Búfalo una arma tan versátil, poderosa y contundente, como lo fue el PTRD1 o “El Ametralladora Kelly”.