Historias para A(r)mar la Historia
Ramsés Ancira
Aunque el agua no pasa dos veces por el mismo río, o la historia no se repita sino como farsa, las similitudes entre lo que representa a la política actual Andrés Manuel López Obrador y el papel que desempeñó Francisco Madero son muy amplias, igual que el Partido Revolucionario Institucional tiene mucho que ver con Don Porfirio, aunque hay una diferencia sustancial, este prefirió dejar el poder ante el temor de que la Revolución volviera a propiciar una invasión norteamericana.
No sólo eso, el General Porfirio Díaz estuvo dispuesto a cambiar al menos a 17 gobernadores, e incluso al vicepresidente Ramón Corral para formar un gobierno de coalición con los anti releccionistas; pero estos ya estaban demasiado lastimados con el fraude electoral de 1910 para hacer concesiones. Madero se fue a San Luis Missouri, hizo un llamado a la rebelión y se prendió la chispa de la Revolución.
Antes Madero escribió un libro, “La Sucesión Presidencial en 1910”, tal como lo hace Andrés Manuel López Obrador: “2018. La Salida”.
El nativo de Parras de la Fuente, Coahuila fue el primer candidato en hacer un amplio recorrido por la República Mexicana dando origen a los clubes anti reeleccionistas, lo que se considera la primera campaña presidencial moderna. El tabasqueño también ha recorrido miles de poblaciones y ciudades, incluso a simple vista se aprecia que conoce más el país que el propio presidente de México o cualquiera de sus secretarios de Estado, además por carretera, lo que le da un contacto más cercano a la población.
Madero logró las simpatías de la burguesía, como ya era moda llamar a la clase empresarial, que estaba empezando a cansarse de que los mejores negocios se les facilitaran a los inversionistas extranjeros. López Obrador empezó a construir los segundos pisos con empresas mexicanas que daban trabajo a mujeres y personas de la tercera edad, además quedaron gratuitos, los gobiernos subsecuentes se los concesionaron a la española OHL, señalada por el también pre candidato presidencial Emilio Álvarez Icaza, como patrocinadora estelar de las campañas de candidatos priistas.
Para minar el prestigio de López Obrador, los portavoces priistas le han querido, como decimos en México “cuchilear” al Ejército. El horrendo error de Madero fue conservar casi intacta la estructura militar encabezada por Victoriano Huerta, que terminó asesinándolo a él y a su hermano Gustavo, a Pino Suárez y al senador Belisario Domínguez.
En el Ejército Mexicano de hoy, hay muchos más militares formados con los valores de la Escuela Superior de Guerra que en la escuela de represión de las Américas, así que no se vislumbra que este vaya a representar un problema para la sucesión presidencial en México. Además las potencias extranjeras tienen mucho de que ocuparse con las semillas de terrorismo que sembraron en Irak e Irán, como para abrir otro frente de batalla en América.
El genocidio contra yaquis y mayas cometido por Porfirio Díaz, no tiene paralelo en cantidad con los cometidos en México contra líderes indígenas; pero estos siguen cometiéndose y quedando impunes. El más reciente, el del wixárica Miguel Vázquez, que había logrado la recuperación de 184 hectáreas que estuvieron invadidas más de cinco décadas por ganaderos de Huajimic, poblado del estado de Nayarit en los límites con Jalisco.
El 20 de noviembre de 1910, cuando Madero entró a México porque era la fecha para el levantamiento armado, tuvo que regresarse a Estados Unidos porque todavía no prendía la chispa revolucionaria, pero en el Plan de San Luis, en su artículo tercero establecía: “Abusando de la ley de terrenos baldíos, numerosos pequeños propietarios, en su mayoría indígenas, han sido despojados de sus terrenos, ya por acuerdos de la Secretaría de Fomento o por fallos de los Tribunales de la República”
En estos inicios del Siglo XXI este despojo sigue ocurriendo en favor de mineras extranjeras, sin que nos quede claro cuánto les produce la explotación del subsuelo y cuáles son los beneficios para los municipios donde se asientan.
“La Historia Breve de la Revolución Mexicana”, del doctor en historia por el Colegio de México Felipe Ávila y el periodista Pedro Salmerón San Ginés, tiene una diferencia fundamental con la “Breve Historia de la Revolución Mexicana” de Jesús Silva Herzog, y es que la primera no tiene el tamiz de propaganda priista de la segunda.
Eso nos hace pensar en otro punto de comparación: El PRI del siglo XXI tiene un apreciable aparato de Intelligentzia, entendido como el cerebro colectivo de los grupos conservadores, pero está ayuno de inteligencia. Hoy ningún intelectual digno de ese calificativo se atrevería a asumirse priista.
Andrés Manuel López Obrador ha escrito personalmente unos 15 libros, nadie sospecha que se los hubiera “fusilado”. Difícilmente, por no decir francamente imposible, el PRI tiene entre sus cuadros a alguien con tal producción.
Madero tenía en sus círculos cercanos a periodistas y abogados como Luis Cabrera, José Vasconcelos y Félix Fulgencio Palaviccini, fundador de El Universal. En el PRI de hoy cuadros como Sergio García Ramírez o Diego Valadez no tienen ninguna influencia.
“Orden y Progreso” fueron las metas políticas de Porfirio Díaz. Dependencia económica del extranjero, exportación de materias primas, concesión del petróleo y riquezas mineras a empresas extranjeras, trabajo en la maquila de autos y refrigeradores y coyotaje de constructoras extranjeras en puertos y carreteras, los principales logros del PRI del Siglo XXI.
La clase empresarial mexicana también está dispuesta a cambiar al viejo régimen por uno nuevo. Una revolución democrática como la que pretendía Madero es posible. Pero que no se caiga en la tentación del fraude electoral porque precisamente eso fue lo que transformo a esa revolución democrática en una revolución armada. Que eso no se repita.
Fue en una televisión en blanco y negro que conocí a Roger Moore. Todavía en esos tiempos las series británicas eran mejores que las estadounidenses, pero para tener éxito en ese mercado necesitaban un actor americano. Contrataron a Tony Curtis y la química fue genial.
El humor de la serie donde los personajes eran un lord inglés y un petrolero neoyorkino funcionaba tan bien que incluso se llegó a medir que la delincuencia bajaba en Londres cuando se transmitía el programa. Dos tipos audaces, se llamaba en México y todavía se puede ver, ahora en color si se le busca en You Tube o en Vimeo.
La elegancia de Roger Moore, los sacos de terciopelo, que ahora se pueden apreciar en verde turquesa y sus trajes de piel de llama, eran otro de los atractivos de la serie producida en Londres pero cono escenarios en la Rivera Francesa, España y Mónaco, entre otras ciudades europeas.
Poca gente sabe que el vestuario de “Lord Sinclair” quien luego se convirtió en el más humorístico James Bond, era diseñado por el propio Roger Moore