Guillermina Gómora Ordóñez
Como si los ciudadanos no tuviéramos suficiente con las campañas de ruido y escándalo a las que nos han sometido en los últimos dos meses, los 21 candidatos a las gubernaturas del estado de México, Coahuila y Nayarit, ahora a los dirigentes del PAN, Ricardo Anaya y del PRD, Alejandra Barrales se les ocurrió la puntada de anunciar una alianza hacia el 2018.
Nada más disparatado si partimos de que se trata de ideologías completamente opuestas, la derecha con principios humanistas que pregonan los albiazules y la izquierda progresista que dicen representar los del sol azteca, aunque nada de eso demuestren en los hechos ambas fuerzas políticas.
Otro factor en contra de esta pantomima, es la permanencia de ambos presidentes al frente de sus partidos. En el caso de Alejandra Barrales, su responsabilidad termina en noviembre (si no es que antes), recordemos que llegó en 2016 a concluir el periodo al que renunciaron: Carlos Navarrete y Agustín Basave, ambos defenestrados, luego de sus derrotas electorales.
Por lo que toca a Ricardo Anaya, alias “El Chico Maravilla”, fue electo para el trienio 2015-2018, sin embargo sus aspiraciones por habitar Los Pinos, lo llevarían a renunciar a la dirigencia en los próximos meses para competir por la candidatura presidencial panista con Margarita Zavala, Rafael Moreno Valle y el senador Juan Carlos Romero Hicks.
Una lucha de tribus azules de antología, donde seguramente la doctrina social cristiana en la que se fundamentan los principios del PAN no tendrá cabida, pues los intereses y compromisos de grupos dentro y fuera del organismo, prevalecerán para elegir al aspirante que les permita recuperar los beneficios ya gozados durante los 12 años en que gobernaron al país.
Prueba de esto, es la forma en que Anaya manejó el tema de la alianza los días siguientes al anuncio. Primero guardó silencio y luego dijo que se malinterpretaron sus palabras. Que lo que quisieron decir ambos dos fue que después del 4 de junio buscarán construir un “frente amplio opositor, absolutamente plural para construir un gran proyecto de país que permita transformar a México”,
Es decir, una alianza por el poder, Anaya sabe que dentro de esta tómbola denominada frente o alianza, va su precandidatura presidencial, misma que está sujeta a los resultados electorales en el Estado de México, Coahuila o Nayarit. Sus seguidores afirman que si el PAN gana una o dos de estas gubernaturas, El “Chico Maravilla” garantizaría su postulación, al convertirse en el dirigente con más gobiernos ganados.
Claro, no hay que olvidar que estos triunfos los comparte con el PRD y hasta con el PRI, pues con el apoyo del sol azteca impulsan a ex priistas renegados como sucedió en la elección donde de 7 gubernaturas que obtuvieron en 3 de ellas los candidatos fueron exiliados del tricolor.
En este punto convendría detenerse para reflexionar sobre el éxito y viabilidad de la alianza que buscan impulsar hacia el 2018. Sus experimentos a nivel estatal han sido un rotundo y vergonzoso fracaso donde la corrupción e impunidad asoma y seguramente salpicará a panistas y perredistas que apoyaron a impresentables exgobernadores, como el de Oaxaca, Gabino Cué, al que se le acusa de un desvío por 30 mil millones de pesos.
También al de Sinaloa, Mario López Valdés (MALOVA), que heredó a Quirino Ordaz Coppel una deuda de 13 mil 130 millones de pesos y al todavía mandatario en funciones de Baja California, Kiko Vega, quien llegó por la coalición conformada por el PAN, PRD, PANAL y el Partido Estatal de Baja California y que enfrenta desde 2013 una denuncia penal por peculado y enriquecimiento ilícito por la compra de propiedades en México y Estados Unidos con un valor de 113 millones de pesos.
El anuncio de cerrar filas para 2018 entre el PAN y el PRD va más allá de una simple casualidad y puntada, para el PRI, se convierte en un dolor de cabeza y también para Andrés Manuel López Obrador, que nada ha logrado con sus amagos. La integración de un frente opositor, manda a tercios la elección presidencial y con ello la posibilidad de derrota para el PRI o Morena es inminente.
Pantomima, puntada, o política ficción puede ser considerado el tema de las alianzas, lo cierto es que como diría el filósofo del PAN, Carlos Castillo Peraza:
“Una cosa es votar junto con otros partidos en favor de iniciativas que desde el punto de vista de la cultura panista, sirven al bien común temporal de los mexicanos. Así lo ha hecho el PAN durante toda su historia y con partidos que no comparten esa cultura. Otra muy distinta es aliarse, disolviéndose culturalmente en un conjunto, con tal de obtener el poder, porque de este modo el PAN deja de proponer al elector lo suyo, lo priva de su propia alternativa y lo deja sin opción”.
¿Así o más claro?
Vericuentos
AMLO colérico
Andrés Manuel López Obrador, demostró una vez más, que rendir cuentas y ofrecer explicaciones no le gusta, lo suyo es imponer e insultar cuándo le faltan argumentos o sus enjuagues lo evidencian. Así sucedió durante una entrevista con el periodista José Cárdenas, cuando este le cuestionó sobre su alianza con su otrora enemiga, Elba Esther Gordillo, ex dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. El dueño de Morena montó en cólera y llamó “calumniador” a Cárdenas, dijo que son “inventos”. Vaya caradura de AMLO, negar a sus aliados e insultar a quien sólo ejerce la profesión de comunicar.
@guillegomora