México no pagará por él. Los demócratas lo odian. A los republicanos del estado fronterizo no les gusta. Los líderes republicanos del Congreso preferirían no seguir adelante con el proyecto. Podría haber un cierre evitable del gobierno sobre el muro.
Sin embargo, el director de presupuesto del presidente Donald Trump está presionando al Congreso estadounidense para que gaste 1,400 millones de dólares para comenzar a construir su muro a lo largo de la frontera sur entre Estados Unidos y México.
La tensión política podría ser contraproducente para el presidente. La insistencia de Trump en un muro está haciendo cada vez más lo que algunos habían advertido que haría: está socavando su relación con el Congreso, está poniendo a los líderes republicanos en un escenario en el que no pueden ganar, se preguntan si pueden financiarlo o si podría potencialmente descarrilar la capacidad del presidente para hacer algo más.
Estas son las razones:
“Construir un muro es la forma más cara y menos efectiva de asegurar la frontera”, dijo Will Hurd, un republicano de Texas, cuyo distrito se extiende alrededor de 40% de toda la frontera sur, en un comunicado en enero.
Hurd aún no lo apoya, ni —de acuerdo con una encuesta reciente de los legisladores del estado fronterizo por el Wall Street Journal— ninguno de los legisladores en el Congreso que representan a los constituyentes en la frontera. Eso incluye al republicano no. 2 del Senado, John Cornyn, de Texas.
Trump dice que su muro “asegurará, protegerá y defenderá” a los estadounidenses. Pero ahora mismo, ni siquiera puede vendérselo a los legisladores republicanos, cuyos constituyentes se beneficiarían ostensiblemente más del proyecto.
Presionar a los legisladores a aceptar el muro de todos modos corre el riesgo de hacer aún más tensas la relación entre Trump y su partido, tanto con los legisladores fronterizos y con los líderes del Partido Republicano que tratarán de evitar un cierre la próxima semana.
El Congreso tiene hasta la medianoche del viernes para aprobar un proyecto de ley de gastos para mantener el gobierno abierto. Tanto los líderes demócratas como los republicanos dicen que están navegando con éxito los sumideros que vienen con tal debate de gasto. (Una dinámica política similar cerró el gobierno estadounidense en el 2013 y casi en el 2015).
Financiar el muro fronterizo de Trump no tiene parte de ese plan bipartidista. Es demasiado arriesgado emprender un debate cuando un cierre del gobierno está en la línea: los republicanos conservadores son cuidadosos de los miles de millones sin contar que costará, los estados fronterizos y básicamente todos los demócratas se oponen a él. Eso es más que suficiente oposición para matar cualquier ley de gasto.
Pero el gobierno de Trump tiene una perspectiva diferente. El 29 de abril marca el centésimo día de Trump en la Casa Blanca, y necesita una victoria. Él quiere anotarse una victoria consiguiendo el financiamiento para la pieza central de la campaña. “Queremos fondos para el muro”, dijo el director de presupuesto de Trump, Mick Mulvaney, a la agencia The Associated Press el jueves pasado.
No está claro cómo los líderes republicanos pueden apaciguar a su presidente financiando el muro evitando un cierre en el gobierno. Y ese estancamiento es una de las razones principales por las que los expertos en presupuestos dicen que hay 50% de probabilidad de que el gobierno cerrará la semana que viene.
Los demócratas tienen sus propias divisiones que tratar. Pero la oposición al muro de Trump es un grito casi perfecto que la mayoría en su partido puede apoyar. Es una oportunidad demasiado buena para golpear a Trump y a los republicanos en el Congreso.
Si el Congreso financia el muro del presidente, los demócratas pueden argumentar que Trump ha roto otra promesa de su campaña construyendo un muro sin que México lo pague.
Trump dice que eventualmente forzará la mano de México. También pueden argumentar que los republicanos están aumentando el déficit y que se están tambaleando en un cierre cuando controlan Washington debido a este muro.
Tal vez lo más importante sea que los demócratas tienen la opinión pública de su lado. Aunque es popular con su base, el muro de Trump nunca ha sido tan popular. De los estadounidenses, 54% se opone a construir un muro a lo largo de toda la frontera mexicana, según una encuesta de salida de la cadena de televisión CNN de las elecciones del 2016. (Trump ha dicho que está dispuesto a saltarse algunas partes).
Una reciente encuesta de KVUE Austin reveló que en Texas (donde es territorio Trump), 61% de los estadounidenses se opone a la construcción del muro.
La relación de Trump con el Congreso ahora no es la mejor. Los demócratas lo desprecian. Los republicanos quieren trabajar con él, pero su influencia con el partido es cuestionable. Basta con ver la incapacidad de los republicanos que intentaron infructuosamente aprobar la ley de salud a pesar de la presión de Trump y de la creciente evidencia, en lugares como Georgia, de que su influencia política no haría nada para romper las elecciones.
Trump no puede permitirse exacerbar las tensiones con el Congreso si quiere reformar el código tributario o reiniciar el cuidado de la salud, o evitar otro cierre del gobierno en octubre, cuando el Congreso tiene que aprobar un proyecto de ley para el 2018. Irónicamente para el presidente, empujar su promesa de campaña está socavando el resto de su agenda, empujando a la gente que necesita para pasar leyes lejos de él.
Fuente: El Economista