Marine Le Pen apela a los ciudadanos comprometidos con «la soberanía y la identidad de nuestra nación». «Venid a participar, venid a constituir la mayoría presidencial», insiste la candidata a las elecciones presidenciales de Francia, a cuya primera vuelta se presenta hoy ocupando la segunda posición en los sondeos pese a que sus problemas con la Justicia han marcado la campaña. «No afectan a mi integridad y son casos muy artificiales», asegura. Esta entrevista fue concedida al periódico «Le Figaro» antes del atentado en París del pasado jueves.
–Usted propone la salida el euro. La mayoría de los franceses está en contra, incluyendo aquellos tentados de votar al Frente Nacional (FN), que temen ver cómo se pueden esfumar sus ahorros. ¿Qué les dice al respecto?
–En primer lugar, les cuento que soy el único candidato que pidió su opinión sobre la Unión Europea en un referéndum. Una vez sea elegida, empezaré inmediatamente la negociación. Pediré una reunión de jefes de Estado sin las autoridades europeas. Muchos países de Europa del sur y el este esperan que la grande y poderosa Francia tome el liderazgo para forzar a la UE en la mesa de negociación. Yo les digo a los franceses que la salida del euro no tendrá ningún efecto en sus ahorros. Por el contrario, el gran peligro para ellos es la situación actual de la unión bancaria vinculada al euro, que castiga el ahorro de los hogares durante la crisis financiera. Los franceses están mayoritariamente convencidos de que el euro es una piedra de molino. La recuperación de la moneda nacional creará un millón de puestos de trabajo y nos devolverá la libertad.
–Si usted es elegida, los tipos de interés arderán el 8 de mayo…
–¡No! No habrá ningún movimiento de pánico. Lo que estamos viendo actualmente en las tasas es mínimo y, además, organizado artificialmente precisamente para influir en las elecciones.
–Los mercados, sin embargo, podrían juzgar que el riesgo en Francia será más alto…
–Siempre se pueden inventar mil suposiciones. La mayoría serán erróneas. Así se ha visto con el Brexit: las predicciones apocalípticas destinadas a asustar a los votantes han sido desmentidas por los hechos.
–¿Los franceses no estarían tentados, como en 1981, de llevar su dinero al extranjero?
–No lo creo ni por un momento. Los franceses saben que voy a pedirles su opinión. Será más rentable invertir en Francia.
–En caso de perder el referéndum sobre la Unión Europea (UE), ¿usted dimitiría como presidenta?
–No considero la política como un rodeo en el que se debe a toda costa permanecer sobre el caballo.
–Usted propone establecer la jubilación a los 60 años con 40 de cotización. Ésta es una medida muy costosa que se contradice con los desarrollos demográficos.
–No puedo soportar que en todo momento se exijan sacrificios a los franceses sin ahorrar de antemano en los gastos injustificados del Estado: el dinero pagado en vano a la Unión Europea, la evasión de impuestos, los delirios de la descentralización o el costo de la inmigración legal e ilegal. Mi proyecto creará en tres años 1,7 millones de puestos de trabajo que generarán 25.000 millones de ingresos adicionales a la Seguridad Social. La jubilación a los 60 años tendrá un coste de 17.000 millones.
–¿En qué se diferencia su programa económico del de Jean-Luc Mélenchon?
–El señor Mélenchon quiere aumentar los impuestos en 100.000 millones de euros. Además, está a favor de una inmigración masiva que empuja los salarios de los franceses hacia abajo. Tomemos como ejemplo la directiva europea de desplazamiento de trabajadores, por la que han llegado a Francia entre 300.000 y 500.000 personas con bajos costes salariales. Ésta es una forma de deslocalización en suelo francés… Tomo nota de que ahora sí se opone a esta directiva de la UE, pero, en cualquier caso, Mélenchon siempre ha sido un loco inmigracionista.
–En materia de seguridad e inmigración, François Fillon muestra un programa duro. ¿En qué se diferencia del suyo?
–En todo. Lo vi cuando François Fillon estuvo en el poder. No le juzgo por sus promesas, sino por lo que hizo hace diez años: 54.000 militares y 12.500 policías menos, la desorganización de los servicios de inteligencia, se negó a proteger las fronteras nacionales, inauguró la mayor mezquita de Europa, la autoridad dada a la UOIF (Unión de Organizaciones Islámicas de Francia), su apoyo a la guerra en Libia… ¿Por qué Fillon ha cambiado de opinión sobre la UOIF? Yo nunca he cambiado de opinión. El fundamentalismo islámico se introdujo en todas partes en nuestra sociedad con la complicidad y traición de los poderes políticos nacionales y locales.
–¿Cómo se ha de luchar contra este fundamentalismo?
–Hay medidas que deben aplicarse de inmediato: la expulsión de los extranjeros fichados, la derogación de la circular de Valls sobre la regularización, la moratoria sobre la emisión de determinados títulos, endurecer el acceso de los solicitantes de asilo a la ayuda sanitaria del Estado… También quiero organizar en septiembre un referéndum sobre la revisión constitucional para que el derecho nacional vuelva a primar sobre el europeo. Debemos tomar de nuevo las riendas.
–¿No teme con estas medidas generar hostilidad entre los musulmanes que viven en Francia?
–En absoluto. Los musulmanes franceses sólo esperan una cosa: que se les libere de las presiones diarias que ejercen sobre ellos los fundamentalistas islámicos.
–Las ideas del FN están ganando terreno, pero siguen despertando fuertes hostilidades, particularmente en la alta función pública. Por otra parte, se ha producido recientemente un pequeño incendio en frente de su sede…
–Parte de la extrema izquierda antidemocrática expresa con violencia su negativa a someterse a la voluntad del pueblo. Y si uno o dos diplomáticos no quieren seguir trabajando, pues hasta la vista.
–El Estado de Israel, que no es precisamente de izquierdas, ha criticado fuertemente sus comentarios sobre el Vel ‘d’Hiv…
–El Estado de Israel es engañado por las asociaciones que supuestamente le representan y que, en mi opinión, tienen ideas infundadas. Yo sigo la posición gaullista en este asunto.
–¿Cree que la Francia de antes era mejor a la actual?
–Francia será mejor mañana si soy elegida. Esta elección presidencial es casi un referéndum a favor o en contra de una globalización desenfrenada. Nuestros valores, códigos, costumbres y estilo de vida se encuentran en un proceso de disolución. Cuando un país pierde su identidad, no sabe qué es, de dónde viene, dónde está su verdadera riqueza; a continuación, se disuelve. Quiero garantizar en la Constitución la defensa y la promoción del patrimonio histórico y la cultura de Francia y restaurar el estatus de potencia de nuestro país. Es la plataforma de lanzamiento de nuestra nueva conquista del mundo. Porque quiero conquistar el mundo. Quiero revitalizar las relaciones con África y la defensa de la francofonía.
–Su visión de Francia es pues global…
–Se equivoca. La globalización está borrando las fronteras en todos los aspectos. Supone la eliminación de las fronteras, la desaparición de las raíces… Soy la candidato de los límites y seré la presidenta de los límites. Nosotros debemos encontrarlos para proteger al pueblo francés. Son necesarios para restaurar la autoridad en la escuela, en la Justicia contra la globalización salvaje, frente a la competencia internacional injusta, contra el abuso, la evasión de impuestos. No hay libertad sin límites.
–Para impulsar las reformas que promete, necesita una mayoría. ¿Cómo va a conseguirla?
–Los franceses son coherentes y lógicos. Cuando se elige a alguien que dirige el Estado, se le dan medios para gobernar. No veo una contradicción con esta regla.
–Algunos elementos de su programa están muy a la derecha. ¿Cómo «estabilizar» esa mayoría?
–No creo que la división izquierda-derecha se mantenga artificialmente por aquellos que desean permanecer en el poder. La brecha real es entre patriotas y globalistas. En mi bando, el de la nación francesa, hay responsables políticos que desearíamos de todo corazón que se unan a nosotros antes de las presidenciales, entre las dos vueltas o después de la elección. Estrecho la mano a todos aquellos que están unidos a la soberanía y la identidad de nuestra nación. Les digo que vengan y participen en esta mayoría presidencial. La nación es un lazo de amor. Juntos nos reharemos como personas que se aman.
–Si llega al poder, ¿su legitimidad no se verá debilitada por sus «affaires» judiciales?
–Estos casos, como usted los llama, no afectan a mi integridad y son muy artificiales. Hay una inmunidad presidencial, propio de las instituciones de la V República, cuyo objetivo es la estabilidad.
–¿A qué candidato le gustaría enfrentarse en la segunda vuelta de mayo?
–Macron es un globalista desinhibido, mientras que Fillon es un globalista avergonzado. Siempre prefiero tener un globalista sin inhibiciones frente a mí. Al menos las cosas están claras. En las encuestas, noto que se me da mejor Fillon que Macron. El voto para mí es más útil que el voto a Fillon.
–Sin embargo, el pacto republicano podía frustrar su elección…
–Si hay una coalición entre Los Republicanos y el Partido Socialista en la segunda ronda, surgirá un gran partido globalista. Al menos las cosas estarán claras. El reto de estas presidenciales es un reto de la civilización. Los franceses lo perciben. Y si Fillon llama a votar por Macron, no estoy segura de que sea seguido por una mayoría de sus seguidores.
–¿Qué opina de su caída en las encuestas?
–La bajada de los candidatos grandes es bastante convencional cuando los llamados «candidatos menores» emergen. Los cuatro favoritos en las encuestas se encuentran en un pañuelo. A Mélenchon le daban un 17% en 2012, a mí un 13%, y en las urnas logramos un 11% y un 18%, respectivamente.
–¿Cómo se siente de cara a esta primera vuelta?
–Estoy serena, confiada. Confío en mi equipo y en los franceses. Ellos me van a permitir ponerme manos a la obra. Terminaré en primer lugar en la primera vuelta, estoy convencida.
Una compleja labor de maquillaje
La labor de chapa y pintura que ha llevado a cabo Marine Le Pen ha sido una auténtica obra de ingeniería política. La líder del Frente Nacional sabía que para llegar al Elíseo no era suficiente con el apoyo tradicional del partido xenófobo. La clave: conseguir el respaldo de franceses conservadores poco afines con sus postulados más radicales. Así que tomó nota y este año se puso las pilas. El primer paso era deshacerse de su padre, Jean-Marie Le Pen, asociado al ala más rancia de la formación política. Por eso lo apartó completamente de la campaña e incluso quiso apartarle de la presidencia de honor del partido, algo que la Justicia le impidió al menos oficialmente. Eso sí, ni rastro de él en los mítines. Aquellas afirmaciones del patriarca sobre que las cámaras de gas de los nazis sólo supone un «detalle de la historia» hicieron tambalear el reinado de su hija Marine. Alejada de su progenitor, la candidata al Elíseo se instaló en una nueva sede a pocos metros del palacio presidencial y cambió el logo del partido. Ahora una rosa azul es el emblema acompañado por su eslogan «En nombre del pueblo». También ha matizado en parte su discurso, sin dejar de lado su fuerte carácter xenófobo y antieuropeo, apelando a los sentimientos más que a los datos, los cuales no suelen estar de su lado. Con esta labor de maquillaje, Marine ha conseguido que todas las encuestas le otorguen un asiento en la segunda vuelva. Pero su gran éxito sólo llegará si finalmente toda esta campaña de estética le sirve para ser la presidenta de Francia.
Fuente: Razón