Historias para A(r)mar la Historia
Ramsés Ancira Saba
Basado en México, del Antiguo Régimen a la Revolución de François-Xavier Guerra. Fondo de Cultura Económica 2016
Antes de que Octavio Paz, calificara al PRI como un “ogro filantrópico”; Carlos Fuentes pronunciara la frase “Echeverría o el fascismo”; y casi 100 años antes de que Ernesto “El Che” Guevara se pronunciara por la filosofía de un “hombre nuevo”, un grupo de intelectuales había defendido por un tiempo a Porfirio Díaz. Eran los positivistas, de cuyas filas surgieron “Los Científicos”
Las razones para defender al PRI fueron similares a las de los positivistas para defender las primeras relecciones de don Porfirio, pero en ambos casos también, no podían seguir extendiéndose indefinidamente.
Los liberales ortodoxos justificaban la necesidad de un dictador como costo ineludible “para poner fin al mecanismo de la insurrección en nombre de la voluntad del pueblo”, según dice Guerra en el capítulo de su libro: Los Intelectuales y la Ideología.
Esos mismos liberales ortodoxos, algunos de los cuales pertenecieron a clubes de amigos del presidente Díaz utilizaron estos términos para referirse a él:
La muerte del PRI, o por lo menos su larga agonía, puede encontrar paralelismos con el fin de la dictadura porfirista, pero entenderla puede hacer que se eviten más costos sangrientos como ocurrió con la Revolución en 1910.
Ya en 1997, con el arribo de Cuauhtémoc Cárdenas a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal hubo un despunte de la violencia cuyo signo más público y publicado fueron los asaltos a taxistas y sus usuarios, realizados predominantemente por policías judiciales que ya intuían un cambio de reglas.
Fue poco lo que pudo hacer Samuel del Villar como procurador de Justicia de Cuauhtémoc Cárdenas, sin embargo la violencia cedió en tal magnitud que posteriormente Andrés Manuel López Obrador pudo darse el lujo de organizar festivales como La Noche de Primavera en la que Juan Gabriel cantó de las 2 a las 7 de la madrugada, el metro funcionó toda la noche y la Ciudad tuvo un saldo completamente blanco
En sentido contrario, cuando el PRI recuperó la alcaldía de Ciudad Netzahualcóyotl, según narra la cronista Magaly Tercero, el crimen organizado se reconstituyó. Prácticamente era imposible para cualquier miscelánea del municipio permanecer abierta, si no se pagaba “el derecho de piso”
Si se analiza la historia del PRI con el método marxista, como intentamos hacerlo en la colaboración anterior, es fácil entender que un Partido que dejó de tener una razón de ser ideológica, para privilegiar la acumulación de capital con la apropiación de los fondos públicos, (como ocurrió al menos en Chihuahua, Quintana Roo, Tabasco y Veracruz) tenía que reventar.
Porque esa fue la lógica del PRI, tal como la de los corporativos y la de los tiburones, tragarse todo el capital posible, viniera de donde viniera, de OHL o de los concesionarios de tráileres de doble cabina, sin importar el costo político ni los muertos, según el caso. Confiaban en que espectáculos como la desaparición de los circos, montados por sus compinches verdes, serían suficientes para distraer al respetable.
Todo esto sin embargo es nada comparado con el negocio de dejar hacer al narcotráfico, lo que ya había tenido antecedentes de décadas en Tamaulipas.
En la cultura popular, la canción de Gabino Barrera “el que no entendía razones andando en la borrachera”, ha hecho que se olvide a don Gabino Barreda, con “d”, que es quien introdujo el positivismo a México, doctrina que conoció cuando estudiaba en París la carrera de Medicina, entre los años de 1847 y 1851.
“De regreso a México, médico y profesor, asiste impotente y sin comprometerse a las guerras de Reforma y de Intervención. Está convencido indudablemente, tanto de la futilidad y la necesidad de estas luchas, como de la primacía de la acción cultural. Lo manifestará más tarde: <<Las opiniones de los hombres son y serán el móvil de todos sus actos. Este medio (la Reforma Educativa) es de seguro lento, pero ¿Qué importa, si estamos seguros de su importancia? >> Dice en una carta dirigida a Mariano Riva Palacio fechada en octubre de 1870.
A los positivistas no les gustaban las fuerzas castrenses, de las que procedía Porfirio Díaz, sin embargo tras las invasión de 1847 y las guerras de reforma, dejaron de lado la prioridad de la libertad que proponía Augusto Comte, pues consideraban más importante el orden para garantizar el progreso, por eso aceptaban esa “tiranía honrada” o “buena dictadura”.
Pero para 1892 ya no estaban dispuestos a seguir con esas concesiones. Justo Sierra decía como orador de la Convención Nacional celebrada el 31 de abril.
“Creemos llegado el momento de iniciar una nueva era en la vida histórica de nuestro partido, creemos que, así como la paz y el orden ya han sido obtenidos, ha llegado la hora de la libertad (…) creemos que así como la paz y el progreso material han realizado este fin, toca a su vez a la actividad política consolidar el orden (…) tócales demostrar que de hoy en adelante la paz, basada en el interés, y en la voluntad de un pueblo, es lo normal y que para ello es preciso ponerla en la piedra de toque de la libertad”.
En 1899 Justo Sierra había advertido que ya no podían continuar las reelecciones de Porfirio Díaz, pero este vuelve a hacerlo en 1903.
Francisco Bulnes revive entonces otro principio de los positivistas, el antimilitarismo:
La sociedad es un organismo esencialmente civil que exige imperiosamente un gobierno civil y no puede ser tratada ni confundida con un cuartel ni con un convento.
De regreso al Siglo XXI, el retorno del PRI después de doce años de interludio panista se debió en gran medida al baño de sangre que causó la guerra de Calderón contra las drogas. El PRI sabe negociar, se decían muchos electores.
Las cosas no mejoraron para la población civil. Tlatlaya y Ayotzinapa, la impunidad de Los TEQUILEROS en la Sierra de Guerrero, el resurgimiento de los plantíos de amapola donde ya se sembraban flores, han hecho del Ejército más un pasivo que un activo para los planes del PRI de gobernar al menos por 100 años.
Por otra parte el PRI no tiene ya el apoyo de los intelectuales que sí tuvo Porfirio Díaz en la primera parte de su régimen, de parte de los positivistas, algunos de los cuales derivaron en “los científicos”. Del sector castrense, en el que tanto han intentado escudarse en el Partido, es obvio que pueden contar con una parte, pero también que no todas las fuerzas armadas tienen los mismos valores morales y patrióticos. No es lo mismo educarse en la Escuela Superior de Guerra donde se especializan en historia y en derecho, que en la Escuela de las Américas donde forman para ver terroristas por todos lados.
En el México de hoy, no existe siquiera el consuelo del “Orden”, no se ve el “Progreso”. Tampoco la “Paz”, entonces que quede por lo menos la “Libertad”. La historia del futuro, desde el punto de vista del positivismo de Justo Sierra, se construía desde el presente, a través de la educación.
Para acabarla de perjudicar: no hay nada en la Reforma Educativa de la administración de Peña Nieto que promueva ni la moral, ni el civismo, ni el orgullo, ni la cohesión nacional, ni el sentido de Patria ni los valores de la sociedad. Incluso en eso está en desventaja el PRI en relación con el gabinete de don Porfirio. Por eso el PRI se va, igual que don Porfirio. Solo esperemos que con menos violencia que la que causó la Revolución con su millón de muertos.