Carlos Ferreyra
1.- Todo comenzó cuando Vicente Fox, rompiendo toda ley, todo reglamento y toda moral política, conformó un grupo con su nombre en Estados Unidos a cargo de un sujeto de apelativo Juan Hernández, y se destrampó con la recaudación de fondos para su larguísima campaña electoral.
Digamos que fue la voz de arranque para que cualquier suspirante a cargo de “elección popular” acudiera a financiamientos de quien se pusiera a su alcance. Por un lado, los narco que con discreción no total repartieron “panzas de rana”, dólares, a diestra y siniestra con la condición que todos aceptaron: ellos decían quién el candidato y que ganaría la elección.
De entonces a la fecha, lo mismo Felipe Calderón que su sucesor, Enrique Peña Nieto, han sido muy reservados para informar cuánta y de dónde les llegó la lana. Recuerden los melones enviados vía cajita de zapatos en vuelo de aeronave oficial jarocha y a cargo de dos funcionarios cercanos al gobernador Javier Duarte, quien en un arranque de furia porque lo iban a enchiquerar, dijo que aportó dos mil 500 millones a la campaña de Peña. Es sólo su palabra…
2.- Del lado contrario, eso que los comentaristas llaman “izquierda”, la tradición de dinero subterráneo es larga. Larguísima y de nunca aclarados orígenes, salvo casos como los recientes videos que muestran la inocencia, la facilidad o la costumbre de captar dinero de donde sea, sin saber ni siquiera de quién.
Cada filmación en la que aparece un Carlos Ímaz, un René Bejarano, un tipejo de apellidos rimbombantes, unos recibiendo dinero a manos llenos del contratista predilecto del gobierno capitalino, y el otro en reunión cupular de hombres de negocios a los que exige seis millones de dólares, y lo dice clarísimo: para la campaña presidencial de don Peje, son de inmediato descalificadas como “compló” de la mafia en el poder.
Y bien, podría ser. En cuyo caso cabría reclamar el abuso de quienes exhiben una y otra vez a los descerebrados que conforman el círculo íntimo de Andrés Manuel. Imaginen si alguien intentaría sobornar al ujier que está a cargo del paso de visitantes en la oficina del prócer tabasqueño.
3.- Afirma un viejo conocedor del tema cinematográfico: cuando graban a Eva Cadena recibiendo los primeros 500 mil pesos, la cámara está a la altura de sus ojos mientras la donante esquiva toda posible imagen suya; el fraseo tanto de una como de la otra, es cuidadosamente claro para que se entienda de qué se trata.
En opinión de tal experto sí es un montaje pero con la complacencia de Cadena, de la que habrá que recordar sus orígenes panistas y su previsión de regreso inmediato a la protección de una curul. Esto es, a la impunidad que se garantiza a todos los bandidos legislativos.
4.- Los partidos y sus pretensos se cuidan escrupulosamente de este tipo de cuestiones. Hay, claro, desaprensivos que saben que nada pasará aún si los encueran, como el caso del Niño Verde cuando negociaba con un aspirante a destructor del paraíso cancunense y le tasó en dos millones de dólares su intervención. O el uso de su influencia como senador.
También el caso de Layín, esa caricatura de ser humano que en público semidesviste a una chavita que cometió el error de aceptarle un baile, y acepta de cara al sol y con la camisa al viento, diría un facha hispano, que ha robado “pero poquito” del erario municipal al que fue reelecto por quienes supuestamente fueron agraviados por el sujeto.
Layín pretende y puede ser gobernador de Nayarit. Va independiente y como de pronto se hizo enormemente rico, se dice que es apoyado por el Cártel Jalisco Nueva Generación. Hay quien contradice la versión y atribuye sus riquezas al Cártel del Pacífico. En todo caso nadie discute el origen narco de sus dineros, mismos con los que regala coches, televisores, aparatos electrónicos en general, y organiza convivios a los que invita a todo un pueblo, mata decenas de vacas, centenares de borregos y puercos y ahoga en cerveza a los pobladores.
5.- De todo esto y de más, estamos enterados nosotros, los ciudadanos de a pie. Los que vemos cómo camina el país, ni siquiera de lado, como cangrejo sino definitivamente para atrás.
Nadie se atreve a cuestionar a don Peje por sus tramposos financiamientos, porque demos por seguros que unos son los que descubrimos pero muchísimos más los que ignoramos. Y que se reparten en dos: los que llegan a López Obrador (al partido, nunca) y los que se quedan en el camino de los que allí sí la honradez valiente puede alegar ignorancia.
¿Alguien mencionó a las autoridades electorales? Yo no. Distraídos entre selecciones de más consejeros, restructuración presupuestal para aumentar ingresos personales y viajes no siempre informados a países que deben conocer nuestros avances en materia democrática, no queda tiempo para nimiedades.
Ésas, para las que nacióel IFE, hoy INE, el inane organismo electoral.