No cabe duda de que el libre comercio es muy importante, pero en la relación con Estados Unidos no hay asunto más importante para México que el destino de los inmigrantes sobre los que pesa la amenaza de la deportación.
Los representantes del gobierno no paran de hablar de la reconfiguración o desaparición del Tratado de Libre Comercio, de la controversia en torno a la construcción del muro y quién lo pagará, pero poco hablan de la sicosis en que se encuentran millones de mexicanos por las políticas y acciones del gobierno de Donald Trump.
Se viene conformando una larga cadena de problemas que enfrentan los paisanos día y noche. Seguramente el principal es el temor de perder a sus hijos. Son abundantes los casos de madres solteras o de los padres de familia que dejan a su hijo en la escuela, en la guardería, con un pariente o un amigo para irse a trabajar. Saben que existe el riesgo de no volver a ver a sus hijos.
Las historias pasaron de la anécdota a la práctica cotidiana. Hace unos días elementos de ICE, la agencia estadounidense de inmigración y aduanas, hicieron una redada en un restaurant, entraron buscando a unos empleados y terminaron llevándose a 22 entre trabajadores y clientes.
Al ritmo que se están presentando las cosas llegará el momento en que no habrá organizaciones, abogados o gestores de los consulados suficientes para atender la gran cantidad y variedad de casos.
Hoy son miles los que están buscando cómo proteger sus ahorros, sus propiedades, vehículos, derechos familiares; cada familia es un caso, imposible encontrar recetas absolutas.
No es difícil anticipar que las deportaciones masivas traerán problemas a los dos países, para cuando lo descubra el gobierno de Estados Unidos será demasiado tarde, para entonces habrá un vacío en industrias como la construcción y los servicios que no se llenará fácilmente. En el caso de México los problemas se irán resintiendo en la medida en que quienes regresen no encuentren en sus comunidades de origen las oportunidades para mantener el nivel de vida que sus familias habían alcanzado.
Hace poco el Foro de Acción de Estados Unidos calculó que deportar todos los inmigrantes indocumentados y evitar que regresen costaría entre 400,000 y 600,000 millones de dólares, una cantidad semejante al presupuesto militar que pretende solicitar Trump. Se estima que los inmigrantes generan beneficios netos por encima de los 50,000 millones de dólares anuales por su trabajo en siembras, cosechas, granjas, hoteles, restaurantes, fábricas y otros giros.
Sí, las remesas son muy importantes, finalmente constituyen el principal ingreso de divisas del país y son el sostén de miles de personas que dependen de lo que sus familiares les envían periódicamente.
Del lado de Estados Unidos predomina la soberbia de quienes llegaron al poder con ánimo persecutorio, pero del lado mexicano se observa una ignorancia de las dimensiones del problema y acciones retóricas que no resuelven nada. Con la llegada de Trump se ha desatado el turismo de funcionarios, legisladores y políticos que van y vuelven sin dar siquiera esperanza a los paisanos.
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