Mario Melgar Adalid
El prestigio es la corona de la vejez, Cicerón
Naturalmente que es mejor estar joven y sano que viejo y enfermo. Pero ¿qué tanto juega la edad en la política? Desde Ruiz Cortines la edad no había estado presente en el debate. Don Adolfo “El Cruel” (había Adolfo el bueno: ALM), tenía 62 años al asumir el cargo. Es el presidente moderno más viejo que se registra.. Según la Ley del IMSS las edades para otorgar pensiones son: 60 años es edad avanzada y 65 años o más es vejez.
El ingrediente gerontológico lo incorporó AMLO, el único con boleta asegurada para 2018. Entre todo lo que le echan encima, ahora se agrega su edad avanzada (63). El tema de la edad lo reforzó la reciente y creciente precandidatura de José Narro por el PRI, quien, según la Ley del IMMS, estaría ubicado en el “Ramo de Vejez”, cuenta 68 años.
Los otros aspirantes, están todavía lejos de jubilaciones legales. Sobresale el conocido popularmente, cual si fuera torero, como “El Niño”. Ricardo Anaya, presidente del PAN, contendiente a la nominación panista, tiene 38 años, polemista, impresionó en redes al difundir una conferencia en la Universidad George Washington, en EU. Su inglés inmejorable, y su claridad de lo que significaría destruir el TLCAN.
No es que México necesite un presidente que pueda ser profesor de inglés en Harmon Hall, sino que Anaya es elocuente en ambos idiomas.
El dilema de la edad en la política me parece que es un falso dilema. Las leyes mexicanas habían previsto la limitación de la edad para el ejercicio de algunos cargos: ministros de la Corte, rector de la UNAM. Para desempeñar el cargo de presidente no hay límite, se exigen 35 años como edad mínima. Con la reforma judicial de Zedillo en 1995, se canceló la limitación de edad para los ministros de la Corte que deberían retirarse al cumplir 70 y había la imposibilidad de designarlos si habían cumplido 65. En la UNAM los universitarios que tengan 70 años no pueden ser rectores, ni miembros de la Junta de Gobierno.
Digresión aparte, sería deseable no pensar tanto en las personas sino en los programas y propuestas, pero como por el momento solo existen las contenidas en los libros de AMLO y Jorge Castañeda, las personas son las que cuentan. Y un atributo de las personas es evidentemente la edad. Desde hora se anticipa un debate sobre la edad de los precandidatos que entrarán en los ramos del IMSS: edad avanzad o vejez.
¿Qué tanto afectará al electorado elegir a quienes como AMLO y José Narro hayan llegado a edad avanzada y vejez respectivamente? ¿Qué tan efectivas serán las críticas que se le formulen a los candidatos por su edad? ¿Qué conviene en los tiempos mexicanos: juventud o madurez?
México ha sido un país de presidentes jóvenes: En la época moderna los más jóvenes Lázaro Cárdenas y Carlos Salinas, en la historia del siglo XIX Miguel Miramón de 26 años. El promedio aproximado de edad de los presidentes mexicanos es de 49 años. La incansable gestión del rector José Narro en la UNAM y las giras del perseverante AMLO por todo el país, salvo el bache de su infartito, prueban que la edad no es impedimento para trabajar bien.
De hecho algunos de los notables desaciertos presidenciales del sexenio en curso derivan probablemente de la falta de madurez.
Cicerón en su Tratado sobre la Vejez (De Senectute), al aconsejar a sus discípulos sobre cuestiones políticas y edad utilizó un símil que viene a cuento. Creer que un viejo timonel no hace nada al sujetar el timón, pues contrasta que mientras está sentado en la popa, unos se encargan de los mástiles, otros corren de aquí para allá y otros queman los desechos. El timonel no hace el trabajo de los jóvenes, es indudable, pero hace cosas mejores, más relevantes y de mayor responsabilidad, pues lleva el rumbo. No requiere de la agilidad o fuerza de su cuerpo sino que cuenta con el conocimiento y la autoridad. Atributos que le hacen falta al país.
Investigador nacional SNI, @DrMarioMelgarA