Andares Políticos
Benjamín Torres Uballe
A Guille, Amaranta, Ange, Norma, Pao, Lili y Natota
Hoy, el mundo celebra el Día Internacional de la Mujer. Una conmemoración de oropel. Su utilidad se reduce a las mismas declaraciones y promesas inútiles y demagogas de los dirigentes de organismos mundiales y de los gobiernos en muchos países; compromisos que muy pronto quedan olvidados. La fecha sirve únicamente para la foto y procurarse notoriedad en los medios.
La barbarie contra las mujeres poco ha cambiado a lo largo de la historia. En pleno siglo XXI la grosera y cada vez más profunda brecha entre ambos sexos continúa aumentando en la mayoría de las sociedades. En alto número de casos, las féminas son discriminadas y menospreciadas en las familias, las escuelas, el matrimonio, el trabajo o el entorno, y son victimizadas por el simple —pero privilegiado— hecho de ser mujeres. Así es la aberración humana en este tema.
Incluso, en los tiempos modernos, se ha exacerbado el odio por la sola naturaleza de ser mujer. Ahí están los feminicidios, hechos deleznables que avergüenzan y aterrorizan al mundo, además de que exhiben, al mismo tiempo, las conductas retrógradas y estúpidas de individuos cuya salud mental habría que analizar. El ejemplo más reciente de esto lo dio lastimosamente el eurodiputado polaco Janusz Korwin-Mikke, quien aseguró: “Por supuesto que las mujeres deben ganar menos que los hombres porque son más débiles, más pequeñas, menos inteligentes».
El descerebrado legislador es una muestra de cómo piensan aún ciertos barbajanes machistas. No obstante, esos patanes, de abyecto pensamiento, son también vulgares embusteros. Las mujeres están muy distantes de ser débiles, pequeñas y menos inteligentes. Por el contrario, poseen una fortaleza envidiable, en ellas radica la grandeza como una de sus principales virtudes. Quien lo dude sólo tiene que mirar al seno de su propia familia. Afirmar de manera burda que tienen menos inteligencia es una falacia ruin. La civilización y el progreso se han logrado por hombres y mujeres.
Actualmente, el mal llamado sexo femenino se ha incorporado de forma exitosa a prácticamente todas las actividades y disciplinas, consideradas otrora exclusivas de los hombres. El camino para ellas ha sido arduo, intrincado y lleno de obstáculos. Nadie les ha regalado absolutamente nada, lo han logrado a base de trabajo, de tenacidad, de no cejar en sus legítimos propósitos para desarrollarse profesional y socialmente en un ámbito donde priva el machismo y las trabas.
Pero no existen dificultades que las damas no sean capaces de salvar. Lo mismo son galardonadas en las ciencias o en las artes, que las vemos pilotar un gigantesco Boeing 787, o viajar al espacio, conducir un taxi, vestir el uniforme de policía o de bombero, integrar los Congresos en no pocas naciones, presidir gobiernos, diseñar y construir enormes rascacielos, dirigir grandes empresas. También están informándonos en los distintos medios de comunicación, incluso, desde el modesto pero valioso trabajo en una fábrica, oficina y sucursal bancaria. Pero el más valioso, el indispensable, es el que realizan cotidianamente en los hogares, con las familias. ¿Dónde está lo frágil, lo pequeño?
México, por su parte, es uno de los países con mayores deudas ancestrales hacia las mujeres. El avance para saldarla es a cuentagotas, en el papel existen supuestos logros para garantizar la seguridad física y desarrollo de las mexicanas, pero ahí se ha quedado; en la realidad ello es letra muerta. Como muertas son las miles de mujeres a las que en la república mexicana se les ha quitado la vida ante el desinterés y la negligencia de los tres órdenes de gobierno. Es un grave y vergonzoso problema nacional que las autoridades han sido incapaces de reconocer plenamente y mucho menos de solucionar. Se han concretado a declarar alertas de género, como si ello fuese a solucionar la tragedia per se. En el Estado de México existe la mencionada declaratoria para 11 municipios y no se han logrado frenar las brutales agresiones. Pura e inútil burocracia.
Seguramente las instancias oficiales se volcarán con las consabidas felicitaciones. Abundarán las infaltables fotos de los funcionarios —de todos los niveles—, abrazando a las “ejemplares mujeres”, al orgullo de México, dirán las huecas palabras de todos los miembros del Gabinete, mientras permiten que esas mujeres, a quienes durante todo el año ignoran, se tomen con ellos la “selfie”.
Un inextricable camino es el que aún deben recorrer las compatriotas en aras de un mejor nivel de vida y desarrollo en este México donde lo que sobra es machismo, discriminación, acoso y violencia. A ello deberán sobreponerse igual que lo han hecho desde hace siglos, pues es evidente que la cacareada igualdad de género en la iniciativa privada es exigua, aunado a que una mujer gana menos por el mismo trabajo realizado por un hombre mientras que en el sector público es a regañadientes y sólo de membrete en el mejor de los casos.
Desde aquí enviamos una felicitación sincera a las mujeres que con el trabajo diario desde sus trincheras —cualquiera que sea— equilibran y desarrollan decididamente la parte positiva de este México nuestro, donde no todo son políticos, delincuentes, vividores, o ex gobernadores ladrones prófugos. La gran mayoría es gente bien nacida, entre ella, nuestras mujeres… afortunadamente.
@BTU15