Terceras Home

Matando las neuronas

Publicado por
José Cárdenas

Colaboración de Carlos Ferreyra

1.- Tuiteros y feisbuquero usan tres formas argumentativas para expresar lo que suponen son sus ideas:

Los razonamientos, la aportación de datos o la rectificación de lo publicado; es la menos usual.

La respuesta bajo la premisa así es porque lo digo yo y resulta increíble la ignorancia de quien escribió el texto, su mala memoria y su desconocimiento de un tema que pocos sabemos.

Y el insulto, la diatriba, la descalificación, la ofensa sin argumentos. El que mejor maneja el idioma barriobajero tiene más posibilidades de ganar la alegata callejera en la que salen a relucir las progenitoras. Con el plus de: gato de Peña, zombie del Peje, asalariado del sistema y así.

Las llamadas redes sociales que sustituyeron, dicen acertadamente, a los lavaderos, aparte de permitirle a seres anencefálicos publicar cualquier cantidad de tonterías, y decir lo que salga del caletre, del hígado o de regurgitaciones estomacales, sin consecuencia ni responsabilidad.

2.- Viene al caso porque como decía el siempre bien recordado don Emmanuel Carballo, cuando se llega más allá de la madurez, uno no debe reprimir lo que piensa. Mejor publicarlo, lo que implica la aceptación de responsabilidad. El caso es que llega el tiempo en que se debe decir lo que se supo, o lo que constó aunque no siempre exacto, por las limitaciones que pone la edad.

Publiqué un texto cuestionando a Rosario Robles, su salto de la extrema izquierda trostkista a la indefinible, nebulosa ideología priista a la que arrastró además a su hija, presidenta tricolor en la CDMX o como se llame.

Aproveché para aplaudir su buen gusto al hacerse unas intervenciones físicas y por el mejoramiento de su guardarropa, que abandonó las tiendas populares y los pagos semanales en abonitos chiquitos y los cambió por tiendas “de marca” como les dicen ahora a esos cajones lujosos de etiquetas pomposas.

Mencioné de paso su traslado de un departamento clasemediero a una residencia en San Ángel, en el barrio colonial.

3.- Suficiente para que me acusaran de misógino. No, no lo acepto. Las menciones a la señora son por su cargo público y el hecho de que todo lo que hace ahora va contra mis impuestos. En eso no hay misoginia que valga, mucho menos cuando la topo en el restaurante Arturo, Condesa, carísimo, acompañada por media docena de colaboradores que le aplauden le ríen y le festejan todo.

Al final, una persona paga la cuenta total que significó varios miles de pesos. Y crean, no fue de su bolsillo. Es más, uno de los encargados del sitio, dijo que ella o su colaborador de siempre, firman y luego se cobra.

4.- Lo más curioso, quienes reclaman, piden “pruebas”. Olvidan que el reportero, en este caso el chismoso que soy yo, no es parte acusadora de ningún ministerio público, sino simple desvelador de situaciones anómalas que correspondería, allí sí, a las autoridades verificar si son ciertas y por tanto punibles.

A los que piden que se capture a Javier Duarte pero culpan a Enrique Peña Nieto de protegerlo, tendrían que pedirles pruebas de su dicho. Y deberían partir del gober sustituto, Flavino Ríos Alvarado que acepta haber enviado un helicóptero para que huyera argumentando que no sabía que su patrón y amigo era perseguido por la justicia; ignoraba los cochupos que pusieron al estado de Veracruz en situación de agonía. Era secretario General de Gobierno.

5.- Y el rollo de Oderbrecht, los señalamientos directos, concretos de los exdueños de una empresa que pasará a la historia como la que  estableció marcas insuperables de corrupción en todo el mundo, hecho en el que no podía estar ausente Pemex. Sin mencionar a los saguncitos, su apropiación de las viviendas del Infonavit, los enredos de Pemex en el mercado spot con participación de funcionarios de la paraestatal.

Bien, manifestado mi disgusto porque confundan las gimnasia y la magnesia, leeré (¿o leré?) mi descabezamiento vía redes. Todavía no me he metido a consultar. Lo haré.

carlos_ferreyra_carrasco@hotmail.com

Compartir:
Compartir
Publicado por
José Cárdenas