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Los periodistas chayoteros

Publicado por
José Cárdenas

Colaboración de Carlos Ferreyra 

Este es un tema que a los periodistas nos desagrada. Pero pienso que debe aclararse porque son más las leyendas en torno al tema que las realidades que los sustentan. Y quienes propalan el cuento, son los tuiteros, feisbuqueros y fauna nociva parecida.

Digamos que son los que día a día imparten consejos de periodismo a los periodistas a los que, por si no fuera suficiente, condenan con sinónimos de corrupción; desde luego, acusan sin saberlo la relación con el poder público. “Te maicea el gobierno”, forma sintética tomando como base una expresión de popular líder opositor.

El origen de esta costumbre se acepta según el divulgador. Dice alguno que durante una gira presidencial al secretario de Agricultura que presumía anticipadamente los buenos resultados de una siembra semiárida de chayotes, algún periodista le dijo que si no los regaba no se iban a dar. Con una curiosa interpretación, el funcionario decidió regar los chayotitos… con dinero.

De allí, el embute pasó a chayote. Para entregarlo, hubo jefes de Prensa que formaban a los reporteros afuera de los sanitarios públicos de un hotel, a donde los llamaban uno a uno: Monterrey, funcionario, Pedro Pablo Treviño del Bosque quien acumuló muchísimas anécdotas relacionadas con el tema. Y acusaciones de los reporteros de la fuente de la Cámara de Diputados.

En el sexenio de Miguel de la Madrid el jefe de Prensa, Manuel Alonso, exigía firmar por los dineros repartidos. Documentación para uso personal y no para comprobación de una lana que una vez salida desaparecía de las arcas públicas. Intervenido el periódico Unomásuno, exiliado su director en España, Manolo pasado un breve lapso surgió como dueño del diario, de las instalaciones y todo lo relacionado con ese negocio que nació como cooperativa.

Bueno, así nos lo hicieron creer, que era cooperativa.

Lo institucional, por ejemplificar, en la Presidencia era un estipendio fijo mensual, más un extra por cada viaje, cifra según destino y horas o días de trabajo; funcionarios, gobernadores o secretarios de Estado y desde luego los layines (alcaldes) aportaban su granito por lo que la hicieron la fuente codiciada, reservada generalmente para el predilecto del director que usaba al reportero como enlace con el poder supremo.

Lo esbozado explica por qué los periodistas que se suponen con clientela entre la clase política, han optado por la página web. Así reciben respaldo hasta de empresas que tienen ligas con el gobierno, todo bajo el disfraz de gacetillas, informaciones y comentarios positivos.

La costumbre de maicear a los reporteros hace mucho fue abandonada. Los periódicos, dicho sea de paso, mejoraron en forma notoria las percepciones salariales de sus empleados, aunque retiraron algunos privilegios como el porcentaje en la publicidad de la fuente “perteneciente” a los periodistas. Dejaron de ser, en mucho, agentes difusores del sector que les correspondía cubrir institucionalmente.

En varios foros y en muchas oportunidades puse especial cuidado en hacer comprender a los periodistas que aún sin recibían dinero de su fuente, no tenían por qué sentirse obligados: el hecho de que la fuente disponía de un dinero del erario, no propio y que eso era ilegal; otro motivo, la lealtad se debe al medio, no a la fuente.

El periodista está obligado a llevar la información más relevante del día, y bien pueden repletarle el bolsillo de dinero que de cualquier forma tendrá que responder a su director por el contenido de su información.

Ese es uno de los desconocidos caminos del periodismo nacional. Aunque hoy parece que se encuentra un tanto congestionado por los vehículos en servicio y por los prestadores de servicio incompetentes y poco hábiles en el manejo de información…

En todo caso no deberíamos equivocarnos, los corresponsales de los medios extranjeros no están exentos de ciertas atenciones que lo mismo les permiten descansar por días en zonas de alto costo turístico, que viajar y conocer el país. Hubo algún corresponsal que era conocido como un periodista “sobrecogedor” pero no por lo extraordinario de su información, sino porque su cercanía con la Presidencia y Gobernación lo tenía con la mano extendida permanentemente. Era, para que se entienda, sobre cogedor.

Y la conocida técnica en uso muchos años, de golpear al presidente, cuestionar sus políticas de gobierno y tras una semana el periódico crítico adjuntar a una de sus ediciones dominicales un suplemento de gran número de páginas, deshaciéndose en elogios tanto por la acertada administración pública, como por los progresos especialmente en los sectores turístico y petrolero

Aunque en términos generales el panorama es distinto, lastima, enoja y ofende la insistencia de quienes con seguridad rayana en la estupidez y el desconocimiento total, hablan de la añeja costumbre que, insisto aunque ya no estoy en los medios en forma directa, que es cosa del pasado. Los tiempos son otros, la tecnología avasalló e impuso nuevas formas, estilos diferentes y modalidades muy moraloides.

carlos_ferreyra_carrasco@hotmail.com

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José Cárdenas