La prohibición de llevar computadoras en los aviones impuesta por Estados Unidos y Reino Unido para algunos vuelos provenientes de países árabes y de Turquía entró en vigor, para disgusto de los viajeros de negocios y de algunos padres.
«Comprendo los aspectos de seguridad», dijo Debbi Corfield, una británica que se encontraba en el aeropuerto de Doha, en Qatar, una de las plataformas afectadas por el veto estadunidense.
Pero «el problema llegará cuando necesite trabajar a bordo, ya que mi tiempo de trabajo se reducirá», añade esta consultora de una firma estadunidense del sector médico, que viaja al menos tres veces al año a Estados Unidos por razones de trabajo.
Según ella, su empresa y muchos de sus compañeros se verán sin duda «afectados» por esta medida.
En el aeropuerto de Dubái, uno de los más frecuentados del mundo, el personal de la compañía nacional Emirate explicaba a los pasajeros la prohibición y presentaba «las actividades de ocio» previstas después del check-in.
El veto entra en vigor, en este aeropuerto y otros del Golfo, en un fin de semana muy concurrido en el que se esperan 1.1 millones de pasajeros entre el viernes y el domingo.
Padres decepcionados
Ese aeropuerto recibe el mayor número de pasajeros internacionales del planeta, algunos padres fruncían el ceño.
«Tengo dos hijos y siempre están con un Ipad en la mano», suspira Samuel Porter que viaja en familia.
Las autoridades estadunidenses prohibieron llevar computadoras y tabletas en la cabina de los aviones de los vuelos de nueve compañías aéreas provenientes de diez aeropuertos internacionales de países árabes y de Turquía, alegando un riesgo de atentado.
Los ocho países cuyas compañías y aeropuertos se ven afectados son todos aliados o socios de Estados Unidos: Turquía, Jordania, Egipto, Arabia Saudita, Kuwait, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Marruecos.
Estados Unidos no precisó la duración de esta medida pero la compañía aérea Emirates, con sede en Dubái, declaró que se le ordenó aplicarla hasta el 14 de octubre.
El veto afecta también a las aparatos vendidos en las tiendas duty-free, indicó a la radio DubayEye el presidente del aeropuerto de Dubái, Paul Griffith.
Para intentar calmar el descontento de sus clientes, tan apegados a sus pantallas portátiles, Emirates, puso un servicio especial gratuito que permite utilizar aparatos electrónicos hasta el embarque.
El reto es enorme para esta compañía que opera 18 vuelos diarios a Estados Unidos desde Dubái. Turkish Airlines hizo lo mismo desde los aeropuertos de Turquía.
Viva los libros
En Dubái, algunos viajeros encontraron un sustituto a las tabletas. «Me traje dos libros. ¡Hacía mucho tiempo!», exclamó una pasajera.
Por su parte, Abu Dabi, aeropuerto de los Emiratos también afectado por el veto, intenta seducir a los pasajeros con otras ventajas.
La compañía nacional Etihad señala que los viajeros con destino a Estados Unidos pueden pasar todos los controles de inmigración y de aduanas a la salida de Abu Dabi, uno de los pocos aeropuertos en el mundo con este servicio.
«Así no necesitan hacer la cola al llegar a Estados Unidos», indicó Etihad.
Inmediatamente después a Estados Unidos, el Reino Unido anunció el miércoles una medida casi similar que, salvo a Emiratos Árabes Unidos, afecta a Turquía y cinco países árabes: Líbano, Jordania, Egipto, Túnez y Arabia Saudita.
En el aeropuerto de Túnez-Cartago, este sábado los viajeros se dividían entre consternación y fatalismo.
«La próxima vez, quizás, ¿nos pedirán viajar sin ningún equipaje? ¿Cuál va a ser la próxima decisión? Las cosas cambian todo el tiempo», protesta Harun, un británico con destino a Londres.
«En Londres, acabamos de tener un problema», cuenta Howard Jones, un turista británico, en referencia al ataque que dejó el miércoles cuatro muertos y 50 heridos. «Los problemas están por todas partes. Lo más importante es trabajar juntos», añade.
Estas medidas, que no aplicaron otros países afectados por atentados como Francia, fueron muy criticadas.
Algunos señalan el hecho de que solo se aplican en países musulmanes, otros consideran que para Estados Unidos se trata de una forma de proteccionismo, en un contexto en el que compañías estadunidenses se quejan de la competencia de sus homólogos del Golfo.
Fuente: Milenio