El escándalo del espionaje ruso, que habría contribuido a ganar la presidencia de Estados Unidos a Donald Trump, se avivó otra vez tras la revelación de que el ahora fiscal general, Jeff Sessions, sostuvo reuniones con el embajador ruso.
Esta nueva relación pone el foco de atención en los supuestos nexos que tuvieron personalidades cercanas a Trump durante su pasada campaña electoral con fuentes de inteligencias rusas para atacar a la aspirante demócrata Hillary Clinton.
El primer afectado directamente fue la renuncia de Michael Flynn, el asesor de Seguridad Nacional del gobierno de Trump, luego de que saliera a la luz que engañó a funcionarios de la administración con relación a sus contactos con el embajador ruso en Estados Unidos, Sergei Kislyak.
La caída del general abrió una crisis que se agudizó al descubrirse a los pocos días que otros miembros del equipo de campaña de Trump habían entrado en un sospechoso juego de contactos con agentes de inteligencia rusos.
La posibilidad, no demostrada, de que el ciberataque ruso se hubiese efectuado con conocimiento del equipo del multimillonario ha abierto las puertas del pánico en la Casa Blanca.
Trump lo ha negado y ha desatado una guerra sin cuartel contra los medios que lideran las investigaciones: The Washington Post y The New York Times, a quienes ha llegado a acusar de “enemigos del pueblo”.
La líder demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, pidió al fiscal general que renuncie después de que el Washington Post informó que no reveló dos reuniones que tuvo con el embajador de Rusia antes de que Trump fuera presidente.
Citando a funcionarios del Departamento de Justicia, el Post dijo que Sessions habló dos veces el año pasado con el embajador de Rusia mientras él todavía era un senador de Estados Unidos.
Sessions no reveló los encuentros cuando se le preguntó durante su audiencia de confirmación para convertirse en procurador general sobre posibles contactos entre la campaña de Trump y funcionarios rusos, sostuvo el diario.
Pelosi también pidió una investigación independiente y bipartidista sobre los posibles lazos de Trump con los rusos.
En un comunicado publicado en Twitter por su portavoz Sarah Isgur Flores, Sessions afirmó que nunca había discutido los detalles de la campaña con ningún funcionario ruso. «No tengo ni idea de qué es esta acusación, es falsa».
En diciembre pasado, Estados Unidos aplicó duras sanciones contra Rusia, a cuyo gobierno acusa de haber intervenido en las elecciones presidenciales orquestando ataques informáticos que dañaron la campaña de Clinton, para favorecer a Trump.
La Casa Blanca sancionó a cinco entidades y seis individuos por ciberespionaje, reveló sus identidades y ordenó también la salida del país de 35 agentes de inteligencia y sus familias adscritos a la embajada de Washington y del Consulado de Los Ángeles.
Estados Unidos empezó a señalar a Rusia como responsable del hackeo en octubre pasado mediante un comunicado de la Dirección Nacional de Inteligencia, que engloba a las 17 agencias de espionaje y del Departamento de Seguridad Interior.
En febrero pasado, un buque de espionaje ruso fue descubierto patrullando la costa este de Estados Unidos, afirmaron funcionarios estadunidenses.
Según Fox News, el buque espía ruso estaba a 70 millas de la costa de Delaware, rumbo al norte a 10 nudos, lo que significa que el barco estaba en aguas internacionales, pero cerca de Estados Unidos, afirmó el miembro del gobierno consultado.
Fuente: Crónica