“Cuando llego al aeropuerto de Shanghái, al intentar cruzar las ventanillas de la aduana, me detienen, me dicen que no puedo cruzar. No me dan más explicaciones, simplemente que no puedo salir de China”.
Han pasado ya cuatro años desde que Fabricio Torres Cuéllar, un joven originario de San Luis Potosí, se quedó atrapado en el gigante asiático, víctima de un empresario mexicano, el gobierno chino y de las mismas autoridades mexicanas.
En 2011, dos empresarios, uno mexicano y un chino, lo invitaron a trabajar en un restaurante de comida mexicana, llamado “Mi Tierra”, que abrirían en China. Así, Fabricio empacó sus maletas, sus sueños y esperanzas, con destino al otro lado del mundo.
Trabajó casi un año en el país oriental. Dio todo su esfuerzo y dedicación, por lo que lo nombraron al poco tiempo gerente del local de comida y, por lo tanto, representante legal.
Sin embargo, los propietarios del lugar, no le dieron la dedicación necesaria al restaurante, por lo que, tras esta indiferencia, Fabricio decidió buscar otras oportunidades.
En diciembre de ese mismo año, el joven potosino presentó su renuncia de manera formal ante sus jefes y la autoridad laboral de China.
Gracias a su talento y sus ganas de seguir creciendo profesionalmente, concretó entrevistas de trabajo en Tokio, Japón y en varios lugares de su natal México. En enero del 2013, empacó de nuevo sus maletas y se dirigió al aeropuerto de Shanghái, para enfrentarse a la noticia de que tenía una restricción migratoria que no le permitía salir de China.
“No me dan más explicaciones, me dicen que hiciera la consulta con el buró de migración. Voy y busco a mi jefe chino, no logro contactarme, busco a un abogado para la asesoría, busco también a la embajada mexicana para ver qué es lo que sucedía”, recuerda Fabricio.
Hasta que el abogado, le explicó que esta prohibición para dejar el país, se debía a un asunto jurídico que estaba pendiente de solucionarse, relacionado con el restaurante “Mi Tierra”.
El joven indaga un poco más y descubre que la empresa Molán, propietaria del local de comida, no lo había removido como representante legal y tenía un adeudo de tres meses para la renta del inmueble.
Los dueños del lugar demandaron a la empresa por el incumplimiento de pago y Fabricio era señalado como el responsable, por su papel de representante legal.
“Estaba totalmente asustado, no sabía lo que pasaba. Supuse que sería algo relacionado con la entrada del país o el tiempo que había pasado. Obviamente estaba asustado, de momento no lo relacioné con la empresa, pero supuse que era algún papeleo pendiente. En ese momento estaba más preocupado por las entrevistas que tenía. Ya que mi abogado me dijo a que se debía la restricción, me preocupé”, explica.
De inmediato, se contactó con la embajada mexicana en China para pedir de su apoyo, contrató abogados, con los ahorros que tenía y buscó incansablemente a los propietarios de la empresa, quienes lo habían invitado al país, sin respuesta alguna.
Las autoridades mexicanas le decían que no contaban con los recursos suficientes para apoyarlo en este tipo de situaciones; además de que no lo catalogaban como de urgente, por no tratarse de un asunto de gravedad o una acusación penal.
En una ocasión, en la embajada le mencionaron que podía aplicar para un apoyo económico para la asesoría legal que necesitaba. Un año después, se lo aprobaron, pero lo condicionaban a pagar más de la mitad de los gastos por su cuenta.
Es decir, la cancillería lo apoyaría con una tercera parte. Los abogados en China cobran 1500 yuanes por hora, que serían 4 mil pesos mexicanos por hora y el proceso podría durar hasta cinco años. Era una cantidad exorbitante, a la que no se podría comprometer a pagar.
Así quedó, no se resolvió nada y pasaron los días, los meses y los años.
No hay nada legal que detenga a Fabricio: abogado
De acuerdo con el abogado Carlos Barba, quien lleva el caso de Fabricio, realmente no hay un juicio legal contra él, ni cargos por algún delito. Pero, la pasividad de las autoridades mexicanas y la indiferencia de las chinas, ha impedido que se levante la restricción migratoria.
En un principio, las cosas se habían complicado porque los antiguos dueños de la empresa, quienes habían invitado al potosino a China, habían traspasado la propiedad a otras personas. Éstas, a su vez, volvieron a nombrarlo como representante legal, sin su autorización.
Gracias a la labor de los abogados, Fabricio logró que lo removieran de ese cargo, debido a que ya no tenía ninguna relación con la empresa, ni era empleado. Tampoco era el quien adeudaba la renta del local.
“Se hace un traspaso de la empresa por los dueños, el mexicano y chino. Pero a los nuevos dueños, también lo nombran como representante legal sin su autorización. Logramos quitar la representación legal, se comprueba que son los nuevos dueños los responsables del adeudo y que ellos tienen que pagar”, explicó el litigante.
En este sentido, Carlos Barba instó a las autoridades mexicanas, a la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) a realizar su trabajo, ya que lo único que impide a Fabricio salir de China, es la restricción, la cual puede ser levantada con la negociación y cabildeo de la cancillería de México.
“Entonces, lo único que tiene Fabricio en su contra, es la restricción migratoria, que podemos llamar ilegal o sin fundamento, porque ya se comprobó que Fabricio no está implicado en ese asunto legal. A la cancillería le pedimos: la intervención directa con las autoridades en la negociación para retirar esta restricción”, expresó.
Además, el abogado del joven potosino pidió a las autoridades que en el tiempo que se da solución a la prohibición para salir del país, se le otorgue una visa para que mientras tanto, pueda trabajar y tener ingresos con qué subsistir.
“Pedimos a la SRE su intervención para que Fabricio pueda tener un visado permanente en lo que se arregla la situación, para que pueda vivir, trabajar, rentar un lugar. Que lo traten como un ciudadano mexicano ¡caray! Que se le brinde la protección que tanto están pregonando”, manifestó.
“Hemos vendido todo para ayudar a mi hermano”
Durante estos años de incertidumbre, la familia de Fabricio Torres no lo ha dejado solo. Su mamá, su hermano y sus amigos lo han apoyado económicamente desde México.
Tanto así, que su familia ha tenido que vender propiedades, automóviles y objetos de valor, para que el joven pueda sobrevivir al otro lado del mundo.
También han gastado miles de pesos en el pago de abogados y asesoría legal, con el fin de que ‘el hijo perdido’ llegue a casa.
“Toda la familia dimos todo para apoyar a Fabricio. Mi mamá vendió su casa, vendió su carro, ha gastado muchísimo dinero en abogados. Él no puede trabajar, ni rentar un lugar, todos los gastos los ha absorbido mi mamá, amigos y familiares que lo hemos apoyado”, explicó en entrevista Guillermo Medina Cuéllar.
De igual manera, el hermano menor de Fabricio, lamentó la pasividad y la indiferencia que han tenido las autoridades mexicanas en China, ante este caso que se puede resolver rápidamente sólo con voluntad.
Agregó que su madre ha acudido a todas las instancias gubernamentales posibles para traer al potosino de regreso a casa: desde funcionarios de Relaciones Exteriores, hasta diputados y senadores. Pero siempre les responden lo mismo: “estamos trabajando en ello”.
“Las autoridades mexicanas no quieren hacer su trabajo, es víctima de una arbitrariedad. Siempre responden muy políticamente, que van a trabajar en ello, pero realmente no ha habido una solución concreta. Lo único que tienen que hacer, es cabildear esa restricción migratoria. Y los que eran los propietarios de la empresa responden con puras evasivas, es como hablarle a la pared”, señaló.
Ciudadano de ningún lugar
Fabricio Torres ha estado los últimos cuatro años en el limbo. No puede regresar a su patria en México, pero tampoco le permiten tener un visado en China para tener una estancia legal, mientras resuelve su situación jurídica.
Su visa de trabajo se le venció semanas después de que renunció a “Mi Tierra”. Notificó al gobierno chino, a la embajada de México, pero lo que obtuvo como respuesta fue la indiferencia.
El joven potosino no existe en China. No puede ser contratado para trabajar, no tiene derecho a servicios médicos, no puede rentar un departamento, ni acceder a una cuenta bancaria. En estos cuatro años, ha sido abandonado a su suerte por las autoridades.
“Mientras pasa el tiempo, mi vida va en deterioro. Necesito asistencia médica, por el estrés y el ritmo de vida, me he visto afectado físicamente, estoy perdiendo cabello en el cuerpo, la cara, tengo afectaciones estomacales, el tracto digestivo lo tengo hecho pedazos, necesito estudios, pero no tengo acceso a ellos”, lamenta.
Fabricio, de ahora 37 años, se ha visto obligado a hacer pequeños trabajos, de manera clandestina, para sobrevivir en el gigante oriental: desde limpiar casas, pasear perros, hasta entrenamiento físico de manera particular.
Intenta llevar una vida saludable, en la mayor de sus posibilidades, porque carece de servicio médico. Por eso, se levanta todos los días a correr, come lo más económico, pero a su vez saludable, como arroz y vegetales.
Vive en un pequeño cuarto de cuatro paredes, que un conocido le ayudó rentar. Para cobrar el dinero que le envían de México, debe pedir favores a conocidos para que lo puedan recibir en sus cuentas bancarias.
Lo único que pide, es regresar a su país. Que la cancillería mexicana lo deje de tratar como un delincuente y que analicen el caso, para conocer que realmente no hay nada en su contra y la restricción para salir del país, no tiene razón de ser.
“Que me presten un poco de atención, que vean lo que está pasando con mi situación, las pocas veces que fui atendido, es evidente el desconocimiento del problema, se siguen refiriendo como si fuera yo un delincuente, si tuviera un proceso jurídico en mi contra, lo cual no es así. Que me echen la mano para liberar esa restricción migratoria, o el visado, para poder trabajar y tener un ingreso”.
Fuente: LSR