Colaboración de Carlos Ferreyra
Las señoras se preparan para tender la ropa. Con extremo cuidado la extienden, sacuden el agua sobrante y la doblan cuidadosamente para colocarle los ganchos de madera con que la fijarán en los tendederos que se extienden por toda la azotea de la vecindad.
Llega, pues, la hora de la chismografía. De hablar de todo y de todas, especialmente si se trata de mujeres a las que se cuestiona casi por costumbre y muy pocas veces con razón.
No se muestran asombradas, pero no les gusta la noticia de que Josefina Vázquez Mota será la abanderada en el Estado de México. Y será por el PAN, donde fue maltratada, marginada y expulsada con un financiamiento a cargo del gobierno, que significó 900 millones de pesos. Su marido le pega, dicen con toda la perversión que pueden.
Las malevolentes lavanderas, que ya agotaron los temas posibles en el proceso de limpieza de su ropa, ahora van con todo. Cuestionan a las esposas e hijas de las vecinas ausentes, hablan mal de los maridos golpeadores aunque muchas de ellas tienen larguísimas historias en ese sentido y terminan trapeando con la fama de los jóvenes, drogadictos, ebrios perdidos y ladrones. Aunque nada de eso sea cierto.
Por sabido se calla: no hay peor crítica contra una mujer que la de otra mujer. En este caso les mueve el surgimiento de lo que consideran un exceso de “viejas fodongas” que se dedican a la política en lugar de consagrarse a sus maridos y sus hijos (nunca hablan de sus hijas), sin aceptar que los tiempos cambian que las generaciones actuales son diferentes, más preparadas y más independientes.
Por supuesto que sus comentarios están cargados de frustración al equipararse, sin aceptarlo, con las damas que sobresalen. ¡Claro! No por mérito alguno que no sea su apariencia, su elegancia, su ocupación en los salones de belleza más que en la academia o en trabajos para ayudar a mantener a la familia. Y su docilidad ante los varones con que tratan. Con endeble moral, pues.
Si la Mota les molesta, no las indigna menos la Márgara, como le dicen. De pronto cambió “el greñero” de recién levantada por un peinado pulcro. Cuidadosamente alaciado y en tono cobrizo, mientras que el rebozo con el que fue acunada y con el que vivió toda su vida, inclusive en la Presidencia, lo transformó en un delicado trapo de fina seda que cuelga de su cuello muy al estilo de lo que se ve en las revistas de moda europeas.
Las dos mencionadas, con el cutis aclarado, el rostro planchado y con un maquillaje profesional que llama la atención por el milagro estético que lograron. Lo mismo, aseguran, que pasa con la Claudia (Ruiz Massieu) que se pronto se ve con ojos brillantes, pestañas larguísimas y un retoque en el rostro que ha llevado a algunos a decir que se ve guapa.
¿Y por qué la mencionan las lavanderas? ¡Ah, porque dicen que su tío no se va a quedar como chinito, nomás milando! Y su tiíto del alma es Carlos Salinas, el mismo que quiso proyectar al padre de Claudia hasta el infinito y más allá, colocándolo inicialmente al mando del tricolor y luego como candidato a la Silla del Águila. Sólo que le cortó la carrera oportuna Intratec calibre .09 mms, de esas que nos venden los agentes de la DEA y de Migración gringos en la operación Rápido y Furioso.
La “famiglia” como mencionó tiempo ha el diablo de todos los infiernos políticos nacionales, sigue preparándose para gobernar otros 25 años. Lo dijo Raúl Salinas Lozano y lo repitieron sus hijos. Hoy es la oportunidad si consideramos que la ex secretaria de Turismo, de Relaciones Exteriores y algo más que desconozco, ha recibido un curso intensisísimo de administración pública y política nacional.
Hoy, desde las filas del tricolor, la joven dama está preparada para enfrentar a Márgara o a Mota y dentro del partidazo, a Ivonne la boshita o a quien brinque. Y no se diga del medio centenar de auto destapes renunciando a los partidos antes de declararse aspirante por la libre. “Independiente”, desde luego y apartidista luego de 23 años tricolores, como el Bronco.
Y no hay exageración al mencionar medio centenar de suspirantes por La Grande; faltan muchos meses y ya tenemos la mitad de esa cifra apuntados a lo güey. Esperan, lo dijo por allí uno de ellos aunque no en declaración pública, que como a Mota, los “indemnicen” o premien si a media campaña defeccionan y suman sus simpatizantes al candidato que más brille.
Es lo que está pasando con don Peje al que se pegan los mismos que pasaron su oscura y triste vida denostándolo, como hasta hace una semana el líder perredista en el Senado, Barbosa, lo hacía con singular pasión.