En Cuba, los primeros 42 días del nuevo Presidente de Estados Unidos han sido de incertidumbre, ya que aún no se ha pronunciado sobre su política hacia la Isla y los acuerdos alcanzados con su predecesor, Barack Obama.
Pero sus primeras acciones en el cargo han generado inquietud y confusión en todas las instancias del país porque no dejan entrever una política exterior clara que permita a Cuba elaborar una estrategia para tratar con la Administración Trump.
Esta sería una de las razones que explicarían el silencio de Raúl Castro y los miembros de su Gobierno sobre cómo debe seguir el proceso de normalización de relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
Más allá de una intervención en la V cumbre de la CELAC del mes pasado, en la que Castro criticó el proteccionismo y la política migratoria de Trump con los países latinoamericanos, ni él, ni ningún otro miembro del Gobierno han vuelto a referirse a Trump de manera directa.
«Quieren evitar provocarle debido a su temperamento explosivo. Si el hermano estuviera vivo ya hubiera hecho alguna para probarle», señaló un diplomático francés que prefiere no revelar su nombre.
Que el Gobierno evite pronunciarse no significa que el régimen utilice su control sobre los medios de comunicación para criticarlo fuertemente y poner de manifiesto sus errores y fallos en sus primeros días al frente del país.
El ‘Granma’, el principal periódico del país, llevó a cabo un extenso reportaje muy crítico hace unas semanas sobre la frontera entre México y Estados Unidos y el proyecto de muro que Trump pretende llevar a cabo.
El desasosiego provocado por las políticas de Trump también se manifiesta en Florida.
Parte de la comunidad cubana de Miami vio con una cierta esperanza la llegada de Trump porque creyó que podía restablecer la política de pies secos-pies mojados, que facilitaba la residencia a los cubanos que entraran irregularmente en Estados Unidos, eliminada por Obama, pero las primeras medidas que el Jefe de Estado ha tomado en cuanto a migración ha saltado las alarmas.
«No hace diferencias entre cubanos y latinos. Para él, todos somos lo mismo», dijo Raider que vive en Florida desde hace más de diez años.
En cualquier caso, la evolución de la relación entre la Isla y Estados Unidos dependerá de cómo sea la postura de Trump hacia Cuba. Algo que para algunos no lo tiene claro ni el propio Presidente.
«Llama la atención que todavía no haya dicho nada con la facilidad de palabra del personaje», comentó un alto diplomático español que pronosticó tiempos apasionantes en Cuba.
Fuente: Reforma