Con la fuga de cinco reos del penal de Culiacán, en Sinaloa, se repiten hechos similares a los ocurridos en prisiones como La Palma, y en cárceles de Veracruz, Tamaulipas y Nuevo León y que dejan en evidencia un escenario de corrupción y que estos centros están en manos de la delincuencia organizada.
De acuerdo con el periodista y director de la revista Variopinto, Ricardo Ravelo, los penales del país, sobre todo los de los estados están en manos de Los Zetas, el Cártel del Golfo, y el de Sinaloa que es el más poderoso que opera en el país.
«Esta fuga donde se van cinco reos, dos de ellos, de muy alta peligrosidad, el hijo de ‘El Azul’ y el jefe del grupo armado de los hijos de ‘El Chapo’ (Joaquín Guzmán Loera) no deja margen para dudar que pudo haber sido una acción concertada con autoridades de la propia prisión, no se puede entender de otra manera», indicó.
Comentó que la explicación que ha dado el secretario de Gobierno de Sinaloa, tiene sus bemoles y si bien existen muchos recursos legales, «hay algo central que no puede fallar y es la seguridad interna y sabemos que ha sido totalmente fracturada por la corrupción del crimen organizado».
En el espacio de José Cárdenas, el periodista especialista en temas de seguridad comentó que el hecho ocurrió en una prisión que se supone tiene reglas, una autoridad, un reglamento, un director, custodios, toda una estructura, un aparato que debe responder a la seguridad misma de los reos y el funcionamiento interno.
Y en ese sentido comentó que si algo ha caracterizado a los capos de la droga es que para poder controlar al propio penal y tener condiciones y establecer un autogobierno para planear o maquinar una fuga de esta naturaleza, lo primero que hacen es minar la seguridad con lo que mejor saben hacer y que es la corrupción al interior, comprar a la autoridad, empezando por el director, los custodios.
El periodista lamentó la situación actual de los penales y opinó que desde hace aproximadamente 20 años no se toman acciones respecto a la seguridad en estos lugares.
Recordó que durante el sexenio de Felipe Calderón «las prisiones se atiborraron» lo que ocasiona situaciones de hacinamiento y seguridad relajada lo cual ha propiciado muchas fugas.