El número de personas muertas por las lluvias e inundaciones que afectan al Perú desde diciembre llegó a 72, anunció este sábado el presidente del Consejo de Ministros, Fernando Zavala.
Veintidós de esas muertes corresponden a esta semana, en la que la situación empeoró notablemente, en especial en la costa norte del país. En solo las últimas 24 horas hubo 10 fallecidos.
Zavala indicó además que 572 mil personas se han visto afectadas, incluidas 72 mil que perdieron prácticamente todo lo que tenían.
«Hay lugares que tienen intensidades de lluvias mayores que las que tuvimos en los fenómenos El Niño en 1982 y 1998. Es uno de los momentos más difíciles de los últimos años», añadió el jefe del gabinete ministerial en diálogo con periodistas locales.
El aumento en el número de víctimas en los últimos días obedece a que la costa peruana, en donde se concentran ahora los mayores daños, alberga a más de un 60 por ciento de la totalidad de los habitantes del Perú.
La tragedia deriva de lo que los científicos locales llaman «fenómeno de El Niño costero», que responde a varios factores, incluido el cambio climático, y que ha hecho que la temperatura promedio del mar aumente entre cuatro y cinco grados en comparación al verano.
Ese fenómeno causa lluvias en los Andes y la costa, que han rebalsado ríos y quebradas y bajan como trombas en busca del océano. El agua mezclada con lodo, basura y todo tipo de objetos que halla en el camino genera profundo impacto, sobre todo en Lima y los departamentos de Piura, La Libertad, Lambayeque, Tumbes y Áncash.
El denominado Niño costero es distinto al fenómeno El Niño que afecta con cierta recurrencia a gran parte del Pacífico, pues esta vez el calentamiento se limita al mar del Perú y al del sur de Ecuador.
Para algunos científicos, el hecho podría ser el anuncio de un El Niño intenso para este año, pero hay no hay acuerdo al respecto. El Niño suele llegar hacia la Navidad, fecha de la que extrae su nombre por «El Niño» Jesús de la tradición cristiana.
Funcionarios gubernamentales, militares, policías, voluntarios y vecinos han formado una gran cadena de solidaridad para enfrentar el problema. Hoy no solo hay miles de personas que no tienen donde vivir, sino otras se mantienen en los techos de sus casas porque las plantas bajas están anegadas.
A pesar de la explosión de solidaridad, Zavala reprochó hoy que algunas autoridades regionales no han estado a la altura de las circunstancias, mientras en las redes sociales se reprocha el supuesto protagonismo con fines proselitistas de varios políticos.
Según el Servicio Nacional de Hidrología y Metereología, el problema subsistirá hasta al menos mediados de abril.
Fuente: La Jornada