Se dice fácil, casi podríamos esgrimir que cuatro décadas no son demasiado pero han sido muchos años de remontada hasta cuajar una sólida relación binacional entre México y España. Más que socios son familia.
El restablecimiento de las relaciones diplomáticas (rotas durante el franquismo y profundamente laceradas debido al soporte generoso que el gobierno mexicano proporcionó a los exiliados y al bando de la República) sucedió debido a los acercamientos diplomáticos entre el presidente José López Portillo y su homólogo español, Adolfo Suárez.
El gran acontecimiento tuvo como fecha 1977, el presidente López Portillo casi recién se había estrenado al frente de la Presidencia de México y uno de sus grandes cometidos fue el de restituir los vínculos diplomáticos con el país ibérico así como dar los pasos necesarios para cerrar las heridas de la memoria reciente.
España, en ese entonces, caminaba hacia una transición democrática veía la luz en la búsqueda de un nuevo cause constitucional y político y soñaba con ponerse a la vanguardia como un país moderno y competitivo.
México en cambio venía saliendo de la etapa del desarrollo estabilizador, algunas décadas bajo el predomino del modelo de sustitución de importaciones, en cierta forma era un país económicamente estable con una moneda que llevaba muchos años sin sobresaltos respecto al dólar; casi 22 años cotizando a 12.50 pesos por dólar.
En cierta forma, la economía mexicana era mucho más sólida que la española, tanto que al cambio por cada peso se obtenían 5 pesetas lo que para el turista mexicano implicaba la oportunidad de visitar a la Madre Patria ya sea por interés cultural, ir a los toros, por lazos de sangre o por el simple placer de descubrirla.
Qué curioso en la década de los setenta del siglo pasado, México era la cara del presente y España la del pasado; y ahora es increíble atestiguar las enormes zancadas que ha dado el país ibérico en el renglón económico, comercial, de inversiones, en muchas aristas socioeconómicas todavía logrando conservar el edificio del Estado benefactor.
Cuando el presidente López Portillo viajó a España en octubre de 1977, en su visita oficial acudió a Madrid, Barcelona, Sevilla, Las Palmas y también viajó a Caparroso, en Navarra que es donde se encuentran los orígenes de la familia del ex presidente ya fallecido en 2004. En ese periplo, la economía mexicana llevaba unos meses sufriendo los primeros embates, la devaluación de la moneda en el verano de un año anterior vino a resquebrajar la larga estabilidad presumida.
Es como si se hubiese marcado un punto de inflexión importantísimo en el devenir histórico, si lo miramos en retrospectiva han sido cuatro décadas durísimas muchos mexicanos hemos estado marcados por esos altibajos, hemos formado una amalgama como generación de la crisis permanente. Yo al menos soy hija de esa crisis: de las devaluaciones, de la deuda externa y de la crisis de la balanza de pagos.
A COLACIÓN
Estos días en Pamplona, el Archivo Real y General de Navarra expone todo el archivo fotográfico y hemerográfico al respecto de la visita del presidente López Portillo a España así como del viaje que en el mes de abril de 1977 realizó, como antesala, el mandatario Suárez a tierras aztecas.
Y también por supuesto los dos gobiernos preparan sendos festejos para rememorar lo importante que es llevarse bien con tu primo-hermano; en Madrid, en un mes más, el canciller Luis Videgaray junto con la alcaldesa Manuela Carmena visitarán la Casa México que estará en la calle de Alberto Aguilera 20.
Como en todo cometido nada es tarea fácil, la alcaldesa (unas veces controvertida) sorpresivamente decidió que dicho inmueble dejase de ser de okupas y fuese destinado para acoger la labor cultural del país azteca una especie de quid pro quo por todas las innumerables representaciones culturales y de todo tipo que existen de España en México.
En la actualidad la relación bilateral pasa por su mejor momento, cariñoso y romántico, casi de luna de miel. España le debe al país azteca haberle servido de salvavidas enorme durante los largos ocho años de devastadora crisis económica; muchas multinacionales no colapsaron gracias a México y Brasil.
Empero ahora es cuando México requiere del real espaldarazo de España justo cuando el presidente Donald Trump quiere construir todo tipo de muros e imponer hasta trabas comerciales.
Hace un par de meses, el PSOE en el Congreso le demandó al presidente Mariano Rajoy echarle el capote al país azteca “por todos los lazos que nos unen” y ayudarlo a hacerle frente a las amenazas maniqueas de Trump. De hecho, hasta propusieron llevar a cabo un foro iberoamericano extraordinario nada más para solidarizarse con el gobierno de Enrique Peña Nieto.
Más que negocios España tiene vínculos históricos con México que van más allá de esos seis de cada 10 euros que ingresan a las arcas del BBVA por sus clientes mexicanos. México siempre ha estado allí, en las buenas y en las malas, y es en la luna de miel justo cuando se conoce cuán duraderas pueden ser las relaciones futuras.