Ventana

Largas distancias por cobrar

Publicado por
José Cárdenas

No todos los funcionarios del gabinete de Trump son iguales. Hay unos más iguales que otros.

Eso da a entender el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, luego de una llamada telefónica, de 40 minutos, con su homólogo estadunidense, John F. Kelly.

Ambos funcionarios coinciden en la urgencia de fortalecer lazos de cooperación para garantizar la seguridad de los ciudadanos de ambos países.

Preocupa a Estados Unidos frenar el flujo de heroína procedente de la montaña guerrerense, que está matando a más gente blanca de clase media que cualquier otro estupefaciente.

Osorio Chong y el General Kelly, experto en el narcotráfico, desde que era Jefe del Comando Sur de Estados Unidos en Panamá, anuncian una próxima reunión en la Ciudad de México para revisar la agenda bilateral, más allá del ambiente ríspido entre Los Pinos y el ogro que habita la Casa Blanca, con su pandilla de fascistas.

A México ocupa reclamar al vecino el contrabando de armas.

Según Kelly, México puede ser un gran aliado de Estados Unidos en la lucha contra el tráfico de heroína y metanfetaminas, como lo afirmó ante un comité de la Cámara de Representantes. Kelly considera que México puede asumir ese papel si EU le ayuda a erradicar los cultivos de amapola, de cuyo bulbo se extrae la “goma” con que se elabora la heroína y otras sustancias, como el opio y la morfina.

De esta forma, el titular de la seguridad estadunidense defendió el enfoque de la guerra contra las drogas y abogó por perseguir a los criminales en los países donde se produce y transita la droga; apuesta a complementar los planes de colaboración con otros países con un esfuerzo a nivel nacional para erradicar el masivo consumo de drogas en EU. Además, Kelly moderó algunas de las promesas de Trump para limitar la inmigración ilegal.

EL MONJE TELEFÓNICO: “Las llamadas presidenciales no se graban, mucho menos se transcriben; México juega limpio en sus relaciones con otras naciones.” Según el vocero presidencial, Eduardo Sánchez, se trata de un asunto de confianza, para que el mandatario que llame por teléfono “esté plenamente seguro de que su comunicación se mantendrá privada para siempre”. La aclaración del alto funcionario, en entrevista con el colega Carlos Loret de Mola, deja boquiabiertos a muchos. Las conversaciones entre jefes de estado, no son de ninguna manera charlas entre amigos o parientes; resulta cuestionable que no exista un protocolo para dejar testimonio de aquellos enlaces que pueden trascender la simple cortesía diplomática. El tema no es trivial, aunque lo parezca. En tiempos ríspidos, plagados de sospechas, confiar en la buena voluntad del interlocutor o en la buena fe de la opinión pública para dar crédito a las versiones oficiales, por lo menos resulta ingenuo. El enlace telefónico de una hora, entre Enrique Peña Nieto y Donald Trump, el 27 de enero pasado, muestra que la ortodoxia y los buenos modos en las relaciones bilaterales debe guardarse en un cajón con llave. Sin registro alguno, el contenido de los diálogos con el presidente estadunidense, dizque en tono coloquial, se hunde en terreno fangoso, en un duelo de palabras frente al cual, cada quien puede pensar o creer lo que quiera. Si uno miente u otro matiza, si se genera un conflicto o un malentendido, tendrá la “razón” quien posea la peor malicia y mejor habilidad para comunicarlo. Estamos condenados a no saber la verdad, a menos que en casos peculiares las contrapartes del gobierno nacional decidan ventilar lo que ellos sí graban, transcriben y filtran. De ninguna manera se trata de ventilar todos los diálogos del Presidente de la República, pero sí de tener un seguro contra accidentes.

EL MONJE MARCHANTE: Las amenazas impunes de Trump contra México generan inconformidad y división ciudadana, de este lado del muro. El domingo habrá dos marchas cívicas distintas, porque los convocantes de cada cual no se pusieron de acuerdo. “Mexicanos Unidos” por la dignidad, los derechos, los migrantes y el rechazo a la pared, convocada por una docena de organizaciones civiles como Alto al Secuestro, de Isabel Miranda de Wallace, y la activista Laura Helena Herrejón, no quieren mezclarse con la marcha “Vibra México”, convocada por la organización “Causa en Común”, encabezada por María Elena Morera, para exigir al presidente Peña hacer lo que le toca. ¿Egos y vanidades irreconciliables están por encima del agobio nacional en estas horas aciagas? Luego porqué “Terminator” y su banda de “halcones” se ríen, carcajean y bulean…

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José Cárdenas

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