Terceras Home

Tamales que vende Olga…

Publicado por
José Cárdenas

Colaboración de Carlos Raúl Navarro Benitez

Circular por la recien remozada ciclopista es un deporte extremo. Como lanzarse sin paracaídas desde miles de metros en caída libre. Los obstáculos a torear son múltiples y de alta complejidad. Eso sí, en diversos tramos, circula ausente de automóviles que quieran arrollarlo. En las intersecciones con calles y avenidas se topa con tropel de histéricos manejadores que obstruyen el paso sin el mínimo pudor y se juega la vida.

Recién colocaron letreros preventivos que solicitan stop para evitar un encontronazo. En la meritita era del trump. Uno de los más relucientes se enchuecó de un posible tope de defensa maciza y torpe. Es premonición de que ninguno de esos ni otros artilugios regulatorios impedirá que las maquinas humeantes que desplazaron a los comunes y corrientes humanos en todos los espacios del DeFecante, detenga su marcha y proliferación.

El índice de natalidad de coches aquí en chilangolandia es ya mayor que de infantes. Los bicicleteros como yo también proliferan pero nunca en esa espeluznante desproporción. La ciclopista del Sur sirve para que ordas peatonales se desplacen por ella. En la mañana con avenida Toluca paralizada, taponada, quienes viajan en transporte público se bajan para evitar retardos inoportunos. Albañiles, oficinistas, madres y padres con escolapios, abuelitos de bastón, estudiantes y de más, todos, corren horrorizados, despavoridos.

Quienes usamos esa vía, ciclista básicamente, hasta donde entiendo, tenemos que torearlos y evitar arrollarles tal y como hacen los coches con nosotros. Están acostumbrados a caminar agrupados en líneas de tres o cuatro peatones. No hay por donde pasarlos. Los individuales van enchufados en sus audífonos haciendo zig zag cual borrachos madrugadores. Tampoco escuchan las advertencias para moverse, ni les importan.

Hay un tropel de kamikases gueguenches sureños. Sin casco ni protección toman vuelo en las bajadas de la ciclopista a toda velocidad. Su letanía es: voy derecho y no me quito…. Las bicicletas en que montan se notan algo vetustas. Traen un paliacate en la boca tipo chinaco. Unos hasta música de banda ofrecen en bocinas adheridas al cuadro. Su intrepidez es resultado de que circulan enyerbados. Hasta la madre de Mota o vaya a saber de que.

Han tropezado con diversos obstáculos hasta humanos. Los policletos intentan detenerlos infructuosamente. Su función cuidadora y preventiva se limita a localizar parejas de besucones entre la maleza o en su defecto, atletas de todas disciplinas a quienes les gana la gana de la chis o en su urgencia , hasta de la popo. Traen jacas de dos ruedas eléctricas para que las patrullas (pies) tampoco se ampollen.

Por cierto, decenas de canes lo hacen libremente allí para no ensuciar la propiedad de sus paseantes. Hay que sortear montículos de mierda y ríos de orines esparcidos por doquier. La mayoría menos recoge esas heces. Se hacen pendejos y miran para otro lado. Existen también manadas de perros que son paseados por individuos que cobran por ello. Así se nota. Algunos salvajes avientan mordidas a ciclistas desprevenidos. Se apropian de ambos carriles clausurando el paso ciclista.

La voz en esta ciclopista refería frases como de: mi chiquito tan bonito…. Tenga cuidado no se vaya a tropezar….. Que orejitas tan coquetas…. Se le puede rozar su colita…. Espere tantito que ya le sirvo su colación! Apuntaban referidas a un perrito peludo muy mono de parte de su ama. Quien por otra vía reprendía soezmente a un infante, perecía su retoño humano, que intentaba patear un bote de cerveza abandonada a la mitad de la vía perruna más que ciclista.

En ese horario mañanero tres tamaleros que se desplazan en triciclos se disputan la clientela de la que no forman parte los pedalistas. Uno ofrece además atole alegrado con cumbias. Los comensales se amontonan tapando el paso aunque contentos por el refrigerio. Otro transporta una dama que ayuda a sostener los botes de rojos, verdes, rajas y de dulce, imagino, a cambio de un aventon oportuno. El tamalero mientras tanto la piropea sonriente.

El tercero forma parte de la franquicia oaxaqueña que vocea una letanía que hay que soplarse por cientos de metros hasta que topa con hambrientos. Chopin o Bach adheridos a las orejas de tripulantes bicicleteros cultos palidecen ante la oferta de llevar sus ricos y deliciosos….. Puestos de frituras de toda índole adornan ambos lados de una vía diseñada para vehículos de dos ruedas que muto en tianguis culinario.

Un tramo que pasa por el costado de un panteón topa con avenida Desierto de los Leones. A partir de ahí, tiene que sortear, el ciclista, locales donde se fabrican lápidas y tumbas de lo más barrocas. Y si se atreve a continuar, la aventura transcurre en patios compartidos de una vecindad de medio kilómetro de longitud por donde transcurre esta ciclopista folclórica donde hay que sortear tendederos de ropa recién bañada, compadres y comadres sentados en mesas desde donde intercambian botana y chelas.

Además de una variedad nutrida de juguetes abandonados por infantes que pululan despreocupados e individuos que salen de regaderas tapados apenas con jirones de toalla floreados. Tramos de vías del antiguo ferrocarril a Cuernavaca hacen que el avance sea un tanto arriesgado y pone a prueba la habilidad del manejador. Tal y como entonaría Julito Iglesias Junior al que extrañan sus admiradores: es una experiencia religiosa!

Compartir:
Compartir
Publicado por
José Cárdenas