No es el momento para destapes, el país está inmerso en una crisis severa, hubiera sido de lo más inoportuno que Carlos Slim dijera que sí aspira a la Presidencia de la República; eso solo él y su círculo íntimo lo saben, lo cierto es que el ejercicio realizado por Telesur a principios del año, —con resultado de 13 millones de visitas en 48 horas, más de la mitad a favor del dueño de Carso — y la simpatía expresada en una encuesta por los Millennials, desataron toda clase de especulaciones.
El tema se fortaleció con la conferencia de prensa que ofreció el viernes pasado, el ingeniero Slim no es de los que convocan a los medios; habla poco, se exhibe sólo lo indispensable. Esta vez todo fue cuidado: sin logotipos, acompañado por dos de sus hijos y uno de sus yernos, con un discurso perfectamente planeado, habló por casi 43 minutos de la situación de México y el mundo, con una claridad que le envidiaría cualquier jefe de Estado, delineó la personalidad de Donald Trump y todo desde notas manuscritas, que según reveló, escribió la noche anterior. Slim en menos de una hora hizo lo que al gobierno todavía no le sale: el diagnóstico y una propuesta para enfrentar la amenaza.
Luego, por más de una hora atendió todas y cada una de las preguntas de los reporteros, incluso cuando quisieron limitarlas. La primera: ¿Se postulará a la Presidencia? “No, mi vocación es empresarial”, fue su respuesta.
Nunca se salió del guión, su aparición fue para elogiar y sumarse a la unidad nacional, para insistir que es el presidente de la República y su equipo quienes deben conducir el proyecto nacional.
Hay voces que aseguran que esta vez es diferente, que existe la posibilidad de que se postule para la Presidencia en el 2018, poco habremos de vivir para conocer la realidad.
Las circunstancias de México obligan un cambio de paradigma, los partidos políticos se encuentran en el peor momento, desacreditados, entrampados, sin alternativas confiables.
El sistema económico está en una espiral cada vez más grave, los políticos nomás no encuentran la cuadratura al círculo. A diferencia de muchos, el empresario hace la tarea, se prepara, habla con conocimiento de causa.
Y desde luego la corrupción, es ahí donde la figura de Slim encuentra los mejores elogios, tiene tanto dinero que no necesita robar, dicen muchos…
Y bueno… Los conoce a todos, en campaña les ha dado dinero; ha tenido negocios o relación con los gobiernos de los últimos 40 años, sabe quiénes conocen el sistema y pueden aportar en un equipo, sin importar si son del PRI, PAN, PRD o hasta Morena.
No hay duda de que Slim es un símbolo en todo el mundo, no necesita construir imagen. En una campaña política, Slim ya la tiene muy avanzada, porque cuenta con mayor grado de conocimiento que los demás, incluso sobre el puntero de las encuestas. Puede hacer su campaña sin necesidad de apoyos, no sólo por su dinero sino por sus conocimientos y la infraestructura que lo acompaña.
En síntesis, Slim pone a temblar a partidos y candidatos porque saben que los ciudadanos están hartos, que el país necesita una sacudida y lo ven como el único con los tamaños para enfrentar a Trump, por lo menos sin dejarse intimidar por el presidente estadounidense.