Los Premios Oscar fueron entregados por primera vez el 16 de mayo de 1929 por la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas. La estatuilla fue diseñada por Cedric Gibbons, el director artístico de Metro Goldwyn Mayer y esculpida por George Stanley.
En un principio estaban hechas de bronce macizo bañado en oro, y aunque durante la Segunda Guerra Mundial pasaron a hacerse de yeso pintado debido a la escasez de materiales, en la actualidad están hechas de metal con un baño de oro. Mide alrededor de 34 centímetros y pesa cerca de cuatro kilos.
La figura representa a un caballero con los brazos cruzados y armado con una espada sobre un rollo de película de cinco radios, cada uno simboliza las cinco ramas originales de la academia: directores, productores, guionistas, actores y técnicos.
El premio fue oficialmente bautizado como Academy Award of Merit [Premio de la Academia al Mérito], pero según la leyenda más conocida (que la propia academia de cine estadounidense no desmiente y es defendida por la mayoría de fuentes) fue Margaret Herrick (en aquel momento bibliotecaria adjunta y más tarde directora ejecutiva de la propia Academia) la que bautizó a la estatuilla como ‘Oscar’, por su gran parecido con su primo Oscar Pierce, a quien llamaba cariñosamente Tío Oscar. Este mote comenzó a hacerse popular especialmente después de que Sidney Skolsky lo utilizase en 1934 al escribir un artículo sobre el primer premio a mejor actriz que ganó Katharine Hepburn por Gloria de un día. Sólo cinco años más tarde, en 1939, el galardón adoptó oficialmente el nombre de Oscar.
Cabe destacar que hay quien no está de acuerdo con esta versión y defiende que nada tuvo que ver Margaret Herrick, sino que fue directamente el columnista Sidney Skolky a quien se le ocurrió recordando un viejo vodevil (comedia teatral cómica basada en enredos) en el que uno de los actores preguntaba al director de orquesta (llamado Óscar) si le apetecía fumar un cigarrillo. Éste se quedaba quieto como una estatua, un semblante que le recordó a ese tipo en el momento de ver la estatuilla de los premios Oscar a la que acababa de asistir y de la que tenía que escribir la crónica mencionada en el párrafo anterior. Dicha versión de los hechos está recogida en la autobiografía de Skolky: ‘Don’t Get Me Wrong – I Love Hollywood’.
Fuente: 20 Minutos
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