Benjamín Torres Uballe
El amplio catálogo que ofrece la experiencia única de vivir en México nos permite presenciar, de primera mano, hechos que bien podrían ubicarse en el surrealismo. Como esta gran nación no existe otra en el mundo. Poseedora de una vasta cultura, de envidiables recursos naturales, de habitantes talentosos, trabajadores y generosos, hoy, sin embargo, aún permanece en el subdesarrollo y con la dependencia ancestral de un vecino nocivo y depredador: Estados Unidos.
Un primer elemento lo encontramos en el monto de las remesas enviadas el año pasado por nuestros paisanos desde la unión americana, que ascendió a 26 mil 900 millones de dólares. En contraparte, hoy la administración del presidente Enrique Peña Nieto debe tragarse ofensas y amenazas del desequilibrado patán que indignamente ocupa la silla presidencial en la Casa Blanca.
Las exportaciones manufactureras del país tienen como destino, en un 80%, la tierra de Abraham Lincoln. Ahí se acentúa la perversa dependencia y el desequilibrio manipulador. Han sido años de miopía y negligencia gubernamental, de rendir pleitesía a una nación poderosa que ha fincado parte de su desarrollo precisamente en la explotación de otras regiones, incluida la república mexicana. El agandalle es parte de una estrategia que le ha funcionado perfectamente.
Otro hecho es que parte de la tecnocracia que “administra” a México procura sus posgrados académicos en universidades de Estados Unidos. Ahí está el adoctrinamiento, la influencia gringa que —está visto— no es precisamente benéfica cuando se aplica en el país. Muchos de los actuales funcionarios peñistas están “endiosados” con el sistema estadunidense, algunos lo consideran una especie de paraíso social, económico y político. Nada más falso y pretencioso.
Pero las distorsiones de la realidad, del sentido común, se generan también desde el interior de este gran México. En días recientes, Andrés Manuel López Obrador, el dueño de Morena, afirmó que el partido Movimiento Ciudadano, de Dante Delgado, pertenece a lo que él llama la “mafia del poder”. De inmediato éste le contestó vía Twitter: “Frente a sus descalificaciones, Andrés, le reitero: No se confunda. En la vida, ser congruente es lo más importante. No traicione eso”.
Y desde luego que los argumentos de Dante Delgado son hilarantes. Cuando habla de congruencia, escupe hacia el cielo, pues finge olvidar convencionalmente que militó en el PRI —al igual que AMLO— y se benefició de lo que ello significa. Actualmente, y dizque en la “izquierda”, sigue gozando de las prerrogativas que le otorgan a Movimiento Ciudadano provenientes del erario, aportadas por los impuestos de los mexicanos que sí trabajan. Así, el surrealismo de los políticos nacionales que juegan a ser adalides de la patria. Y no son más que simples parásitos vividores.
No cabe duda, nuestra nación es un impresionante caleidoscopio donde encontramos de todo. Desde un despreciable gobernador veracruzano que saquea a su estado, desvía más de 35 mil millones de pesos e increíblemente anuncia su retiro del cargo en un noticiario televisivo para después huir sin que las autoridades hicieran algo por evitarlo. Efectivamente, la farsa y la protección son evidentes.
También cabe en esta reflexión la serie de embustes que a la sociedad disparan las instancias oficiales. En una supuesta etapa de austeridad, conocimos que el año pasado el gobierno gastó 12.2% más de lo presupuestado, es decir, 579 mil 884 millones de pesos (Reforma 31-enero-2017). El absurdo cotidiano no podía faltar en la quimera del equipo presidencial referente a la eficacia.
Y sin embargo, en la fantasía diaria que divierte o preocupa a los mexicanos, no cesan los actos grotescos que suelen regalarnos con manifiesta recurrencia una especie desagradable y repulsiva como lo es la fauna política en general. Trapecistas que brincan de un puesto público a otro para no perder los amplios beneficios del presupuesto y los rentables negocios que se pueden realizar al amparo de tales posiciones. Por ejemplo, las ridiculeces y exhibicionismo de un Arne aus den Ruthen —un pésimo imitador de Gerardo Fernández Noroña— que agrede a jitomatazos, o lanza pañales sucios a la sede del PRI nacional. De ese tamaño los argumentos del caballero Arne.
Tampoco escapan las ya recurrentes enmendaduras de plana que el Ejecutivo federal debe realizar a las leyes “analizadas y aprobadas sesudamente” por el incansable y eficaz Congreso mexicano. Como sucedió con parte de la controvertida ley anticorrupción, que pretendía absurdamente obligar a todos los trabajadores de una empresa que contratase con el gobierno a cumplir con su declaración patrimonial y de intereses. Algo similar se avecina con los afanes de censura del Ifetel.
Así desfilan algunas de las cosas en el escenario nacional entretanto un orate hitleriano sigue exhibiendo su ignorancia descomunal ante el mundo y cavando profundamente su tumba política. El repudio hacia el peliteñido fascista crece en la comunidad internacional y cotidianamente se afana torpemente en seguir haciendo enemigos. No hay duda, el tiempo le cobrará la factura.
Mientras eso sucede, en el torbellino de malas noticias para el país surge una alentadora: al momento de escribir esta columna —jueves por la tarde— el peso sigue recuperando terreno frente al dólar y ya se cotiza en 20.85 después de estar hasta en 22.65. Los mercados empiezan a digerir el “efecto Trump”, o lo que es lo mismo, “perro que la ladra no muerde”, aunque use peluquín.
@BTU15