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Los reyes del ocio

Publicado por
José Cárdenas

Colaboración de Carlos Ferreyra 

Entre mis múltiples posesiones tengo a dos amigos que son los más extraordinarios generadores de pensamientos ociosos, pero que concitan toda suerte de respuestas, positivas, negativas, lógicas, tontas y mucho más.

Los dos perversones (que no pervertidos, quede claro) son Gustavo Hirales y Gerardo Galarza. Los dos, hombres de cultura, con historiales personales interesantes y gente relacionada con el pensamiento, la escritura y la literatura desde sus más remotos tiempos.

Veamos: a Gustavo se le ocurrió recientemente preguntar si las quesadillas deben ser como sonaría lógico, de queso. Las contestaciones fueron desde lo vacuo, insustancial, hasta las explicaciones semánticas de por qué son quesadillas las de que se hacen con huitlacoche, flor de calabaza, hongos y lo que se le ocurra a la cocinera, hasta la simpleza de afirmar que en algún sitio supo que la expresión vino de remoto sitio en España.

Claro, las raíces indígenas no pueden faltar y así interpretamos desde el origen de tortilla, o quesadillas porque al doblarse forma una “D” y entre todo ese ruidero de decenas de opinantes, una voz lógica, Joel Hernández, que explica que los orígenes de las palabras no siempre corresponden a una lógica gramatical ni mucho menos a una raíz, sino a la evolución natural del habla popular. Así que quesadillas son, y quesadillas se quedan.

De Gerardo su más reciente maldad fue una referencia casi editorial a las marchas anti no se sabe todavía qué. En unas cuantas líneas explicó que hace 44 años no asiste a ninguna marcha y que sólo lo ha hecho en calidad de reportero, se extraña de que ahora las marchas, las calles y las protestas tengan dueño, patrocinio o como se llame y concluye con que marche el que quiera marchar y el que no, pues no…

Cito a ambos porque resulta increíble el número de respuestas que reciben a cada provocación publicada. No importa lo poco trascendentes que sean, llenan las páginas del feisbuc con opiniones variopintas la mayoría, digámoslo sin respeto alguno, carentes de razones y de sentido común.

Pero así andamos en las páginas interneteras. Si las observamos con cuidado, veremos que somos siempre los mismos desquehacerados los que nos ocupamos de intercambiar gracejadas, opiniones y hasta elogios mutuos. Así nos sentimos orientadores de la opinión pública, aunque ya vimos que la tal opinión pública se maneja por su lado y de acuerdo con las inescrutables rutas de la magia negra.

Para las respuestas a Gustavo o a Gerardo, pueden contabilizarse a veces hasta cien o más opiniones. Para dos videos musicales que recogí de algún rincón de el sistema de redes sociales, he tenido más de un millar de respuestas para cada uno: El Pirulí interpretando sus éxitos de siempre, y Sofía Loren bailando y actuando el Mambo Italiano.

Para las marchas hubo varios días de debate absurdo, inútil, siempre a cargo de los mismos entre los cuales quienes desean el fusilamiento del presidente, y otros los patrióticos que quieren que nos vayamos a la fronteras norte a enfrentar, armas en mano, a Trump. Hoy deberán sumar a Trudeau que parece dispuesto a hacer de lado a México y arreglarse con estados Unidos.

Ya lo había hecho una vez, cuando con Obama en forma majadera, ostentosa, dejaron atrás al chaparrito mientras ellos, los grandotes, contemplaban el panorama desde lo alto de una azotea.

Pasada la euforia de la desairada protesta, en la que dicen que hubo alrededor de veinte mil manifestantes, muchos letreros en inglés y pocas banderas tricolor, el debate se centra en quienes son más patrióticos si los de Gualas o los de Jaén. Y en los dos casos, se sabe, defensoras de intereses personales, económicos y familiares.

Para lo que sirvió, de cualquier manera, fue para demostrar que a un paseo dominical nadie le hace el feo. Y a participar en un acto que no compromete, no arriesga pero luce como que uno se envolvió en la bandera trigarante y se lanzó al vacío como en Bungee, tampoco se le desaira.

Total, sigamos con Gerardo y con Gustavo que son divertidos, provocadores, que causan cruces de circuitos eléctricos en las cabecitas de los bien portados, de los que se toman en serio hasta a sí mismos. Y los que somos frivolones, sigamos divirtiéndonos. Es lo único que sabemos hacer.

carlos_ferreyra_carrasco@hotmail.com

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José Cárdenas