El ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva veló este sábado a su esposa y compañera de batallas, Marisa Leticia, en la sede del Sindicato de los Metalúrgicos, donde se conocieron hace cuatro décadas, acompañado de cientos de ciudadanos y la plana mayor de la izquierda brasileña.
El féretro de la ex primera dama llegó en la mañana a Sao Bernardo do Campo, en el cordón industrial de Sao Paulo, y fue cubierto con una bandera de Brasil y otra roja del Partido de los Trabajadores (PT) frente a una gran fotografía en blanco y negro de la ex pareja presidencial dándose un beso, sonriendo.
Marisa Leticia Rocco -con quien Lula se casó en 1974 y tuvo tres hijos, después de ambos quedar viudos de sus primeros matrimonios- falleció a los 66 años en el hospital Sirio Libanés de Sao Paulo después de haber sufrido un accidente cerebrovascular el 24 de enero.
El hospital oficializó su muerte el viernes tras haberle diagnosticado ausencia de flujo cerebral el jueves.
Desde la primera hora, cientos de ciudadanos esperaban en fila para abrazar al ex presidente (2003-2010) en la que fue su cuna política, la mayoría de ellos con la camiseta roja del PT, que lidera el ex mandatario, y carteles que decían «Lula Presidente».
«Yo admiraba mucho a Marisa Leticia, una mujer (de orígenes humildes) que siempre luchó al lado de Lula. Tenía muchas ganas de venir a este último homenaje y acompañar a Lula», dijo a la Afp Jeisa Mota, una peluquera de 27 años.
Emocionado y vestido íntegramente de negro, el líder izquierdista fue recibiendo el pésame y abrazando a cientos de desconocidos y también a destacados miembros de su partido, como la destituida ex presidenta Dilma Rousseff (2010-2016), el presidente de la formación, Rui Falcao, y varios miembros del Congreso o ex ministros.
«Mataron a Doña Marisa»
La mayoría no dudaron en vincular la muerte de la ex primera dama al año de turbulencias y sobresaltos judiciales para Lula, quien enfrenta cinco acusaciones ligadas al megaescándalo de corrupción en Petrobras, algunas de las cuales involucran a su difunta esposa.
«No es una exageración decir que mataron a Doña Marisa, ella fue víctima de una persecución gigantesca y no aguantó», dijo a periodistas el senador del PT Lindbergh Farias.
Esa teoría de la persecución judicial, que, como dijo el propio ex mandatario, apuntaría a impedir que Lula sea candidato presidencial en 2018, fue esbozada horas antes por Rousseff y este sábado también por varios miembros del PT.
«Hace un año que Doña Marisa no tenía ninguna alegría, vivía bajo amenazas de prisión, de prisión de los hijos. Tengo la convicción de que su partida prematura está muy ligada a ese clima de odio», dijo Gilberto Carvalho, ex jefe de gabinete de Lula y ex ministro de Rousseff.
Conversación con Temer
El jueves en la noche, el presidente conservador Michel Temer fue a dar el pésame al ex mandatario al hospital Sirio Libanés, igual que lo había hecho horas antes el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, rival político durante años de Lula.
Aunque Temer es considerado un «golpista» por el PT al haber asumido el poder tras el impeachment a Rousseff, Lula lo recibió cordialmente e incluso aprovechó la ocasión para hacerle algunas observaciones políticas.
Según publicaron varios medios, el líder izquierdista criticó la propuesta del actual presidente para reformar el sistema de pensiones en medio de la grave recesión nacional, le recomendó potenciar el consumo interno en vez de promover medidas de austeridad y le tendió la mano para seguir conversando.
«En este momento de desavenencias tan profundas, la muerte de Marisa posibilitó esos encuentros y la voluntad de que se converse más sobre Brasil», destacó en el velorio el ex senador y cofundador del PT Eduardo Suplicy.
El cuerpo de la ex primera dama, puntal para Lula desde sus años de lucha contra la dictadura o fundación del PT, será cremado en la tarde de este sábado al terminar el velorio, en un acto reservado a la familia.
Fuente: La Jornada