El ambiente festivo de los Oscar se convirtió en protesta en los jardines de la principal agencia de talentos de Hollywood, United Talent Agency (UTA), cuando la compañía transformó lo que tenía que haber sido una fiesta cinematográfica en un mitin político en apoyo de la libertad y la unidad. Jodie Foster, Michael J. Fox y Wilder Valderrama, entre otros, dejaron sus galas de lado y vistiendo una camiseta con el eslogan de la protesta, Voces Unidas, denunciaron las recientes acciones del nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, contra la libertad de expresión y contra la inmigración. “Esta es la forma de celebrar en nuestra industria”, declaró Foster nada más subir al escenario contenta con el cambio de planes. Como recordó la dos veces ganadora del Oscar, ella no se siente cómoda en público y menos como activista. “Pero este año es diferente. Es hora de actuar”, dijo a los cerca de 1.500 asistentes.
La agencia UTA decidió cancelar su fiesta anual previa a los Oscar cuando su cliente y candidato a mejor película en lengua no inglesa, el realizador iraní Asghar Farhadi, decidió no asistir a la ceremonia. El boicot es una protesta ante la reciente decisión ejecutiva de Trump que limitaba la entrada en Estados Unidos a aquellos procedentes de siete países de mayoría musulmana, entre ellos Irán. Aunque la orden de Trump quedó vetada en los tribunales, Farhadi mantuvo su protesta ante “el clima de intolerancia” que alimenta el nuevo Gobierno estadounidense.
En un mensaje grabado desde Teherán, el ya ganador del Oscar con Nader y Simin, historia de una separación subrayó la necesidad de unirse “en un momento en el que los políticos promueven el odio”. Como indicó en su mensaje, “los artistas pueden acabar con los estereotipos” apuntando sus cámaras hacia las cualidades que unen al hombre. Farhadi, considerado el posible ganador en su categoría gracias a su película El viajante, ha designado a dos ingenieros de la NASA, Firouz Naderi y Anousheh Ansari, como sus representantes en la ceremonia.
Entre carteles de “No es mi presidente” y congregando otras estrellas como Ted Danson, Juliette Lewis, James Franco, Ben Harper o Seth Rogen, entre otros, el acto también logró recaudar más de 240.000 dólares para la Unión Estadounidense en defensa de las Libertades Civiles y el Comité Internacional para los Refugiados.
Simultáneamente, los compañeros de candidatura de Farhadi divulgaron un comunicado en el que anunciaban su deseo de estrechar lazos frente “al clima de fanatismo y nacionalismo” que se vive en Estados Unidos y otros países. Sin importar quien gane, los nominados expresaron su deseo de convertir la estatuilla en un “símbolo de unidad entre las naciones y de la libertad” artística.
“Por eso queremos dedicar el premio a todo el mundo, artistas, periodistas y activistas, que están trabajando para promover la unidad y la comprensión y para defender la libertad de expresión y la dignidad del hombre, valores cuya protección en estos momentos es más importante que nunca”, aseguró el comunicado firmado por el realizador danés Martin Zandvliet (Land of Mine. Bajo la arena), el sueco Hannes Holm (Un hombre llamado Ove), Farhadi (El viajante), la alemana Maren Ade (Toni Erdmann) y los australianos Martin Butler y Bentley Dean (Tanna).
En este clima político, la 89ª edición de los Oscar no será una gala normal y tampoco lo están siendo sus fiestas. Sin embargo, esta no es la primera vez en la que estos eventos festivos sirven para la protesta. O al menos para convertirse en un recordatorio de que detrás del brillo de Hollywood también hay una conciencia. Así lo demuestra el 25º aniversario que este año celebra la gala a la que, como dice Sharon Stone, todos quieren asistir. “A otras tienes que ir pero en esta matas por estar invitado”, bromeó la actriz sobre la fiesta que anualmente organiza Elton John en apoyo a su fundación para la lucha contra el sida.
El realizador Paul Haggis, ganador de dos premios Oscar, también organizó esta semana una fiesta con corazón y ritmo. Bajo el título de Canciones de cine, el evento subió al escenario a Jeff Bridges, nominado por Comanchería, quien entonó junto a Jackson Brown alguno de los temas de Corazón Rebelde, película que le dio una estatuilla en 2010. Jack Black, Moby y Rita Wilson fueron otras de las estrellas que entonaron sus baladas en un evento en apoyo del “arte como instrumento de paz y justicia”.
En el caso de la gala Global Green, el festejo es conocido como “la fiesta verde” por su apoyo a las energías renovables. Este año la ceremonia a la que asistieron Oliver Stone y Orlando Bloom, entre otros, se sumó a la protesta contra la construcción del oleoducto en Dakota del Norte en solidaridad con la tribu sioux Standing Rock. Incluso La La Land (La ciudad de las estrellas), la favorita en los Oscar pero criticada por su ligereza en tiempos de crisis, brindó su apoyo económico a la Unión Estadounidense en defensa de las Libertades Civiles gracias a los fondos recaudados durante la fiesta celebrada esta semana en asociación con la revista Vanity Fair y unos grandes almacenes.
El ambiente de protesta quedará también reflejado durante los intermedios de la gran fiesta de cine del próximo domingo. El diario The New York Times estará por primera vez entre los anunciantes en una de las retransmisiones de mayor audiencia de la televisión estadounidense como son los Oscar. Con estos anuncios el periódico quiere buscar nuevos lectores a la vez que se enfrenta de manera frontal al régimen de Trump en una campaña cuyo lema es enseñar las diferencias entre la verdad y la realidad alternativa desde la que el nuevo presidente estadounidense quiere gobernar.
Fuente: El País