Andares Políticos
Benjamín Torres Uballe
Para comprobar la desastrosa gestión de Eruviel Ávila Villegas al frente del Estado de México, sólo basta con mirar lo que sucede en el peligroso municipio de Ecatepec, o los otros 10 municipios donde se declaró la alerta de género por la incontenible ola de feminicidios, ya que el mandatario priista no ha podido con el tema de la inseguridad. Los atracos cotidianos en el transporte público, a casas habitación, comercios y el narcotráfico tienen aterrorizada a la población. Todo ello, entre otras cosas, dinamitó las ilusiones presidenciales de don Eruviel.
No obstante, es necesario reconocer la habilidad de Ávila Villegas para operar favorablemente en beneficio del PRI, el escenario político previo al proceso electoral que se llevará a cabo en la entidad mexiquense, acción que seguramente ven con suma alegría en el despacho presidencial y, muy probablemente, en el futuro seremos testigos de alguna recompensa por tan eficaz labor.
Cuando ya se especulaba con la cuasi alianza entre PAN y PRD, mediante la cual podía vislumbrarse una derrota del PRI, sucedió una “magia”, de ésas a la que nos tienen acostumbrados los políticos nacionales: no se concretó dicho acuerdo; los pretextos de ambos partidos son muchos. Campanas de júbilo resonaron en la Residencia Oficial de Los Pinos. El camino para retener la gubernatura del estratégico Estado de México fue allanado. “Divide y vencerás”, quedó como anillo al dedo para describir la estrategia usada. Al Revolucionario Institucional le volvió la vida.
Hoy, el panorama del próximo 4 de junio —cuando los mexiquenses elegirán nuevo gobernador— cambió radicalmente para el tricolor. A pesar de la pésima decisión tomada por el priista número uno del país, para imponer a su primo, Alfredo del Mazo Maza, como candidato de “unidad”, no hay duda de que toda la poderosa maquinaria peñista estará apoyando incondicionalmente a su ungido —por cierto, hijo y nieto de ex gobernadores de la entidad—. Sin embargo, ello no garantiza el éxito.
Mas las posibilidades de que el muy influyente grupo de priistas que manda en el Estado de México se haga nuevamente de la gubernatura aumentaron con la llegada de la señora Josefina Vázquez Mota como candidata del PAN. La panista no arriba con las mejores cartas de presentación, luego de haber sido señalada por recibir del gobierno federal 900 millones de pesos para su organización Juntos Podemos, entre el 2015 y 2016. Esto la coloca en una difícil posición de credibilidad respecto a su independencia con la administración de Peña Nieto. Está visto que no se puede servir a dos amos, máxime cuando uno de ellos es proveedor de grandes recursos oficiales.
Por lo que respecta al PRD, sus tribus se han afanado en acabar con el sol azteca y vaya que lo han logrado. Lo que resta del partido competirá en el Estado de México sin la menor oportunidad ya no de triunfar, sino competir decorosamente. Lo que llegó a ser un verdadero partido de izquierda será mera comparsa y, probablemente, será enviada hasta el cuarto lugar por detrás del PRI, PAN y Morena.
La sorpresa, en cuanto al número de votos que podría obtener, ya se anticipa: será Morena, el partido propiedad de Andrés Manuel López Obrador. Beneficiario del pésimo papel y los exiguos niveles de aprobación a la tarea del gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto, el Mesías Tropical ha sabido sacar raja de las ineficacias gubernamentales. Su discurso en contra de lo que él llama la “mafia del poder” le ha redituado simpatías que se reflejan en diversas encuestas para ubicarlo como puntero en las preferencias electorales rumbo al 2018. Sin embargo, esto no le alcanzará para que, a través de su candidata, Delfina Gómez Álvarez, pueda hacerse del gobierno en la entidad que hoy controla Eruviel Ávila.
Pero en política no todo está escrito ni existen verdades absolutas. Las sorpresas no deben descartarse, pues muchas cosas pueden ocurrir. La turbulenta era que vive México con la llegada del fascista Donald Trump a la Casa Blanca puede mover, hasta extremos impensables, muchas de las variables actuales en temas tan delicados como lo social, lo económico y, desde luego, lo político. Así que todo es posible. Partiendo de que los votantes descarrilen otra vez al PRI —como sucedió el pasado 5 de junio, hecho que le costó siete gubernaturas— y que el PAN, aun con la señora Vázquez Mota, pudiera convertirse, sin proponérselo, en la primera gobernadora, incluso, no debe dejarse de lado que el voto de castigo pudiera beneficiar a Morena para llevarlo a un triunfo sorprendente. Así están las cosas en la llamada “elección del orgullo”, donde no hay nada para nadie.
Definitivamente, nada está decidido. El peligroso entorno y el hastío de la ciudadanía con los políticos y la clase gobernante en general generan un clima de incertidumbre, en el que nada, insistimos, puede darse por hecho. Habremos de observar en las próximas semanas cómo los contendientes se dan hasta con la cuchara, a menos que ya exista un “acuerdo previo” y sólo deban simular una inexistente competencia. Por lo pronto, el único ganador hasta hoy es Eruviel Ávila.
@BTU15